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El duelo por el que nació ‘Matrioskas’

Asociación de apoyo al duelo gestacional y perinatal en Jerez

Familias que han perdido a sus hijos durante la gestación o después de la misma se unen con profesionales de la salud para el apoyo tras la pérdida y para “humanizar” los hospitales

Alejandra Fernández, Virginia Corzo, Rebeca Ruso, Paqui Ubierna, Sonia Jiménez, Eirene García y Aroa Vaello. / Miguel Ángel González
M. Valero

08 de abril 2019 - 05:00

Jerez/El 15 de octubre de 2018, día de la muerte perinatal y gestacional, Eirene García, psicóloga, publicó un post en su página de Facebook haciendo una llamada al reconocimiento del duelo de las mujeres y familias que habían perdido un bebé durante la gestación o después de la misma. Esa misma tarde, embarazada de su hija Inés, de 38+5 sdg (semanas de gestación) se convirtió en una de esas mujeres.

La Agrupación Ginecológica Española acierta al decir que aquello que se silencia, se invisibiliza o es considerado como un tabú no se convierte en menos importante. Para quitar ese velo a la muerte perinatal y gestacional, un grupo de padres y profesionales de la salud se han unido para crear ‘Matrioskas’, una asociación de apoyo a este duelo.

“Nuestro niño nació en junio de 2015, se llama Leo y era nuestro segundo hijo. Hugo es el mayor. Leo nació sin vida en la semana 37. Fue y es muy duro. A nosotros nadie nos acompañó, no tuvimos apoyo durante nuestra estancia en el hospital (dos días), aunque en las últimas horas sí que dimos con un equipo que nos dejó estar acompañados de familiares. Pensamos que se podía haber hecho mejor, y eso es lo que nos ha dado fuerza para luchar para que otras familias no atraviesen esos duros momentos como nosotros lo vivimos”. Es el testimonio de Sonia Jiménez. A su lado, su marido Álvaro Borrego y su hijo Hugo.

La familia de Leo lamenta que no fue asesorada correctamente y eso le ha quitado la posibilidad de tener un recuerdo de su hijo. “El hecho de no poder llevarte a casa un recuerdo te martiriza a lo largo de los meses. De él lo tenemos todo, pero nada físico para apoyarnos. La única forma de que otras familias sí lo tuvieran era llamar a la puerta del hospital y que alguien nos escuchara”. Dos años después de la pérdida de Leo, Sonia recibió la llamada de Aroa “y para nosotros fue la luz que abrió camino, y ha permitido que otras familias hayan tenido esa posibilidad de poder, al menos, atravesar ese momento de una manera más humana, más acompañados, con cariño, con orientación”, subraya Sonia.

Aroa Vaello es matrona del hospital y vocal de la Asociación Andaluza de Matronas. “Hay que acompañar y hay que acompañar bien. Cuando escuchas las historias de las madres ves que podíamos haberlo hecho mucho mejor. No lo hacemos mal con intención, sino porque no lo sabemos hacer”, declara la profesional. “Yo quiero que mi hospital cambie y aprenda de sus errores. Me fui formando, contactamos con madres y en el hospital ya están cambiando muchas cosas. Ellas pedían un protocolo, había uno pero en las tinieblas, no se usaba. Nosotros los profesionales hemos tenido que cambiar mucho. Yo se lo debía y por eso estoy aquí”, remarca Vaello.

“Nosotros nos formamos para acompañar la vida, no a la muerte. Pero tenemos que estar ahí. Hay que humanizarlo. La manera de actuar, de dar la noticia. Hay frases hechas como ‘eres joven’, ‘ya tienes otro’... Siempre se tiende a no dar importancia a lo que ha pasado, ocultar esa muerte. Ahora, en el hospital de Jerez si los padres quieren, le damos al hijo, pueden hacerse fotografías, se les da un mechón de pelo, su huella... Eso antes no se hacía. Nosotros, los profesionales, tenemos la oportunidad de crearles recuerdos. Y si no les damos la oportunidad, nunca podrán tenerlos”, declara la matrona.

Rebeca Ruso estaba casi de 39 semanas de gestación cuando rompió aguas. “Todo parecía normal pero en el último momento las cosas se torcieron. Siempre estaré agradecida a la clínica privada porque nos pusieron una sala para estar con él y la familia se despidió. Pero yo estaba muerta en vida. Cuando vuelves un poco en sí te das cuenta que no se te ha ocurrido hacerte una fotografía. Pero ya era tarde”, relata la madre de Manuel.

“Nos pusimos en contacto con el lugar donde le hicieron la necrosia, y aunque puede parecer algo grotesco, hubiera ayudado mucho tener un recuerdo de él, una huella. Nos dijeron que eso lo teníamos que pedir nosotros. Pero si en ese momento tú no estás...”, añade. El padre de Manuel, Manuel Vinaza, subraya que “si hubiéramos tenido un poco más de guía, podríamos tener otros recuerdos”.

Cinco meses después, Rebeca se quedó embarazada de una niña que lleva su nombre: “Son bebés arco iris, porque vienen después de una tormenta. Fue un embarazo difícil, con muchos miedos, muchos sentimientos encontrados, porque todo te recuerda lo que has vivido con tu anterior hijo. Pero a mí y a él nos cambió la vida. Le dicen arcoiris porque traen luz. Damos fe”.

Virginia Corzo es la madre de Christian. Su primer hijo falleció el 8 de julio de 2016 y la jerezana recuerda que “tuve una cesárea y no pude cogerlo en brazos, lo tuve al lado. Cuando me encontré un poco mejor pedí verlo para despedirme mejor y me dijeron que ya no se podía. También me encantaría tener una foto de él”. Virginia también tiene un ‘bebé arco iris’, se llama Bruno y tiene 18 meses: “Me ha traído la luz que necesitaba. Christian es mi primer hijo y siempre lo voy a recordar con mucho amor”.

Alejandra Fernández es la madre de Salvador. Fue un prematuro extremo (seis meses y medio), nació con vida y murió a la media hora. “Me preguntaron si quería verlo, en ese momento no quise. Pero ya no me dijeron nada más, no tuve más opciones. Recuerdo que cuando dije que no, me dijeron que tenía que llamar a mi seguro. Tal cual... Me faltó esa huella, un recuerdo... Cuando fui a recoger la autopsia pedí fotografías pero no había nada. Lo que peor he llevado es no haberlo visto, me he sentido como una mala madre”, confiesa Alejandra. La jerezana cuenta su experiencia con su hija Naiara al lado, la pequeña dibuja: “Se lo contamos. La verdad siempre y ella habla de su hermano”. En este momento, los padres de Leo recuerdan que también fueron muy sinceros con Hugo, que en aquel momento tenía 9 años.

“Yo he sido de las matronas que me formé hace 42 años de las que decíamos ‘eres muy joven’, ‘puedes tener otro hijo’, de las que no enseñábamos a los niños porque el protocolo que existía era ese. Este duelo es el duelo más impactante, es el más estresante, es un duelo incomprensible de todo punto”, subraya Paqui Ubierna, matrona jubilada y miembro de la asociación.

“Nunca se ha hablado del duelo. Es una posibilidad que la familia no ha pensando nunca y ni los profesionales hemos hablado de ello y cuando llega ese punto no estamos formados. El duelo perinatal hoy por hoy está deshumanizado. Y nosotros tenemos que humanizarlo. Los profesionales ¿qué tenemos que hacer? Intentar que ese momento tan sinsentido y dramático ofrecerles todo el apoyo, tenemos que estar al lado y orientarles”, subraya la matrona.

“¿Cuándo es uno madre o padre? Pues desde que se lo plantea. Nace una ilusión, un sueño y el dolor de la familia, a pesar de la semana de gestación, es legítimo. La asociación se crea porque no hay ningún recurso fuera. Sales del hospital y te encuentras sola. Además para poder actuar en el hospital y que dieran un contacto, nos pidieron una estructura y surgió la asociación”, relata Eirene García.

“Es impactante que nuestra hija muera un día y nazca al siguiente. Así es. Dar a luz a tu hija muerta es una paradoja de la vida pero es una realidad que existe y ocurre y debemos estar preparadas para ello. A las matronas que conozco las he invitado que hablen de este tema en las clases preparto porque es fundamental saber qué hacer si te ocurre. Pasa muy pocas veces, pero pasa. Lo mejor que podemos hacer es estar preparadas para afrontarlo si se da, igual que te hablan de qué hacer si te da una mastitis”, confiesa García. ‘Matrioskas’ es una realidad ya, una entidad que está naciendo gracias a niños como Inés, Leo, Manuel, Christian, Salvador…

Recupero una cita que le escribió el abuelo de Inés a su nieta por Navidad: “Lo peor, saca a la luz lo mejor de nosotros mismos”.

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