El kit de pensamiento crítico
Educación | Cerebros en toneles

Ahora se han puesto de moda los kits de supervivencia. Incluso los recomiendan algunos Estados. Alimentos, medicamentos, productos de higiene, una radio, una linterna, pilas, pastillas de yodo, un hornillo, cerillas, documentos básicos, dinero… Lo justo y necesario para aguantar más o menos vivo durante tres días en caso de guerra. Los ciudadanos de la Unión Europea necesitamos un kit para ser autosuficientes en una situación de emergencia extrema, ya sea una invasión, un ataque con misiles o una lluvia de aranceles.
Nos quieren meter el miedo en el cuerpo. Dan por hecho que no van a ser capaces de solucionar los problemas geopolíticos en los que andan liados. Es una pena. Nadie nos ha ofrecido un kit de pensamiento para evitar ser engullidos por las estrategias de esas fuerzas geopolíticas, interesadas en que nuestro cuerpo esté a rebosar de miedo. Sería un kit humilde y provisional, fácil de utilizar en caso de emergencia ideológica, como la propaganda o la manipulación. Es conveniente no confundir este kit de pensamiento crítico con el otro, el kit de pensamiento acrítico, el que se utiliza para los simulacros de debates políticos, el kit para militantes acérrimos y polarizados.
En el kit de pensamiento crítico no debería faltar el escepticismo. La duda es sana siempre, incluso en situaciones de emergencia. No tiene nada que ver con el negacionismo ciego y estéril. El escéptico examina las ideas que circulan por el mundo, por su mente. Escarba en las raíces para localizar el origen. Puede que sean falsas o no, pero no se obsesiona con ello. Cabe alargar el tiempo de análisis hasta el infinito. En tiempos de emergencia todas las señales generan sospecha.
El escepticismo va acompañado de la prudencia y la búsqueda de la ataraxia. El miedo en el cuerpo genera desorden, angustia, inquietud, dolor y zozobra. Las plantas eran un modelo para los escépticos antiguos. Saben estar ahí, sin hacer nada, recibiendo la luz del sol y moviéndose lo menos posible. El afán por la verdad absoluta puede desquiciar a cualquiera. Por eso se inventan tantas y de tantos pelajes: metafísicas, éticas, políticas, artísticas.
El mundo no está habitado por ciudadanos abstractos, sino por personas concretas, de carne y hueso. En la sección ética del kit de pensamiento, la persona es el centro y el límite. En tiempos de emergencia hay que pensar en las personas reales. La geopolítica no detecta personas, solo recursos. El kit tiene que ayudarnos a ser auténticos. La maquinaria del miedo utiliza la clasificación para atrapar. Solo la perspectiva única, el ser únicos, nos librará de la red que exprime y aturde. La única red posible es la de seres autónomos, seres que dialogan sobre la vida real.
Ya nadie habla de la teoría crítica de las necesidades. Desde los griegos, la autosuficiencia, el no necesitar nada, se identificó con la felicidad y la sabiduría. El miedo en el cuerpo sirve para ocultar la gran contradicción geopolítica: “Al reducir las necesidades, la economía capitalista colapsa. Al aumentar las necesidades el planeta se consume”. El kit traerá instrucciones para imaginar las necesidades radicales y el bien común. Frente al orden que establece la razón de carne y hueso (Alimento, vivienda, salud, educación…), el miedo en el cuerpo invierte la jerarquía de las necesidades. Resulta que hay que incrementar el gasto en armamento…
El kit de pensamiento carece de sentido sin la mirada irónica del artista. Observar, leer, escuchar y crear. Hay que mirar el mundo como si fuera una metáfora, un símbolo o un juego formal y lírico. Ese desapego desactivará los mecanismos del miedo que utiliza el poder. Los que mandan quieren que su lógica descabellada y suicida sea tomada en serio por los ciudadanos. El artista sabe crear situaciones que desmontan esa lógica de la extracción y el beneficio infinito. Crea situaciones que revelan la raíz absurda del modo de vida impuesto. La sensibilidad del poeta, el músico o el pintor es el mejor detector de lo inhumano, de la falta de dignidad, en fin, de lo insensato.
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