Un encierro al aire libre

Jerez | Crisis del coronavirus

El jerezano Miguel Bermejo cuenta cómo vive en el campo estos días de confinamiento

Miguel Bermejo descansando debajo de una parra, en su campo de La Corta. / Vanesa Lobo
A.Villegas

25 de abril 2020 - 05:55

Jerez/Miguel Bermejo cumplió 74 años horas antes de que se iniciara el confinamiento, concretamente el 13 de marzo. Reconoce que antes de decretarse el estado de alarma, “la cosa ya estaba fea así que celebramos mi cumpleaños en casa de una de mis hijas”.

A pesar de ser vecino de la barriada San Enrique en Jerez, Miguel decidió pasar el encierro lejos del asfalto y se trasladó a su campo de La Corta para pasar estas largas semanas de crisis sanitaria. “Yo me he criado aquí, me encanta esto y aunque mi casa del El Pellizco no es pequeña, aquí iba a estar mejor”, reconoce, recalcando que a él lo que le gusta “es esto y donde lo paso bien es aquí”.

Por este motivo, Miguel no dudó en hablar con sus dos hijas para decirles que prefería vivir una temporada en el campo ya que, “gracias a Dios, yo estoy muy bien”. A pesar de ello, “las dos me traen comida cada tres días más o menos, aunque la verdad es que yo me apaño cualquier cosita, porque sin comer no me quedo. Aquí tengo unas poquitas de gallinas y, de momento, me hago una tortilla pero ellas no me dejan ni a sol ni a sombra”. “Tuve la mala suerte de perder a mi mujer hace más de tres años pero las dos que tengo no me dejan, las habrá buenas pero las mías son las primeras”, dice orgulloso refiriéndose a sus hijas Carmen y Manuela.

Su hija Manuela, entregándole comida para varios días. / Vanesa Lobo

Tal como relata Miguel, la vida en el campo poco tiene que ver con estar encerrado entre cuatro paredes como están la gran mayoría de jerezanos que viven en la zona urbana. “El campito tiene unos tres mil metros de terreno así que aquí hay donde hartarse de trabajar”, cuenta entre risas. Aun así, “ya trabajo mucho menos que antes. Cuando tenía la frutería todo era poco pero, como ya me jubilé, hay que descansar un poquito más. Aunque esto me encanta, la verdad”.

De hecho, Miguel atiende la llamada de este periódico cuando acaba de terminar de plantar unas 500 cebollas “con un amigo que me ayuda con la mulita” para arar la tierra. Además, adelanta que “ahora voy plantar tomates. Yo tengo ya otros grandes pero me han traído más plantas y todo lo que sea sembrar a mí me encanta”.

Mientras detalla feliz lo que hace cada día, Miguel asegura “si se hubiera tenido que quedar en la casa en Jerez no pasa nada pero teniendo esto tenía claro que era mejor venirme al campo. Mi casa de San Enrique no es pequeña y tiene patio, pero no se puede salir a la calle y no es lo mismo”, asegura. En La Corta también tiene vecinos, lógicamente, “aunque tengo la cancela cerrada y salgo lo mínimo”. De hecho, sus hijas cuando le llevan la comida lo hacen con guantes y mascarillas.

Miguel Bermejo, en su huerto. / Vanesa Lobo

“Estoy muy contento por haberme podido venir aquí. Si esto mismo hubiera ocurrido hace un año lo hubiera pasado fatal porque me operaron y estuve muy fastidiado”, recuerda, mostrando su satisfacción por poder vivir en estos días en el campo. “¡A ver si pasa ya esto!”, dice Miguel antes de colgar el teléfono para volver a llenarse las manos de tierra y los pulmones de aire fresco.

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