“Los cristianos tenemos que salir a la calle para expresar nuestra fe”
ENTREVISTA | MONSEÑOR JOSÉ RICO PAVÉS
Este sábado tomará posesión en la Catedral el cuarto obispo de la diócesis de Asidonia-Jerez
En esta entrevista repasa su etapa en Getafe y habla de sus proyectos y de cofradías
Jerez/En uno de los salones del Palacio de Bertemati, sede del Obispado, monseñor José Rico Pavés (Granada, 1966) recibe a Diario de Jerez a pocas horas ya de su toma de posesión, este sábado 31 de julio al mediodía en la Catedral.
–¿Cómo valora su paso por Getafe y qué deja allí?
–Han sido nueve años en Getafe de continuo aprendizaje. Después de estos años me sigo considerando un aprendiz de obispo porque en esta tarea cada día hay sorpresas. Getafe es una de las diócesis de las más jóvenes de Europa en media de edad y que sigue en crecimiento con más de 1,7 millones de habitantes y con una realidad muy compleja que es un reto desde el punto de vista de la evangelización, con una población inmigrante de 250.000 personas y zonas de mayor nivel y otras más humildes. Ha sido una escuela y con esta mochila vengo a una diócesis que es joven también en cuanto a su creación pero con una gran diferencia: esta es una diócesis con profundas raíces cristianas como se ve en su patrimonio, en sus hermandades, en sus tradiciones... Eso falta en Getafe.
–¿Está notando ya la diferencia de ser auxiliar a titular?
–La gran diferencia es que el obispo residencial tiene la última palabra siempre. Ahora tengo que asumir esa responsabilidad. Pero estoy comprobando ya que no hay ningún ministerio en la Iglesia que se haga en soledad. Esa última palabra del obispo viene después de un diálogo abierto con los colaboradores más inmediatos o con el pueblo de Dios. Considero providencial que me hayan enviado a esta diócesis justo cuando el Papa nos ha invitado a ponernos en un proceso de sinodalidad, que significa caminar juntos.
–Sabemos que ha seguido la actualidad de la Diócesis de Asidonia-Jerez desde su nombramiento. ¿En qué momento cree que llega?
–Soy el cuarto obispo de esta diócesis después de tres obispos que hasta donde conozco han puesto fundamentos que me parecen sólidos y que tienen que ver con la renovación del clero y con un Seminario por el que tenemos que dar gracia Dios por el número de seminaristas que hay ahora comparado con otras diócesis. Hay una tarea muy importante educativa y de formación que se ha transmitido a realidades eclesiales muy vivas como las hermandades, la formación de catequistas, poner en marcha centros de ciencias religiosas... Desde el punto de vista patrimonial, la riqueza que tiene esta diócesis por sus raíces también está bien orientada.
–¿Puede adelantar algunos de sus planes inmediatos?
–El 9 de octubre, que es el día de nuestro Patrón, el Papa abrirá el proceso diocesano de preparación al Sínodo y ha pedido que todas las diócesis celebren al fin de semana siguiente la eucaristía para visibilizar ese proceso. Sí me gustaría iniciar una tarea que otros obispos han ido haciendo de manera más dispersa y es la visita pastoral a todas las parroquias. En la diócesis de Getafe he visto que produce mucho fruto, tiene una dimensión de trato directo con los fieles que es de una riqueza extraordinaria. A eso me gustaría dedicar los próximos años, a visitar sin prisa las parroquias, que es la manera de que conozcan al obispo y el obispo a sus fieles. En esas visitas, siempre estar dispuestos a ajustar lo que sea necesario, ideas nuevas, retos, reavivar la catequesis, fortalecer el catecumenado de adultos, que es cada vez más necesario. Ya no es frecuente ni en las familias que se dicen cristianas que los niños sean bautizados al nacer. En este curso también quiero ir visitando uno a uno a los sacerdotes, de manera directa e informal, a personas consagradas y en agosto que es más tranquilo y tiempo de vacaciones me gustaría visitar los conventos de clausura. Para poder cumplir mi misión como obispo, soy consciente de que sin la ayuda de las contemplativas no lo puedo hacer.
–¿Qué valoración hace de la labor de su antecesor José Mazuelos?
–A don José Mazuelos le conozco desde que fuimos compañeros en Roma, años de una riqueza que se descubre con el paso del tiempo. ¿La valoración que hago de él? Yo voy ahora a cosechar lo que él sembró y Dios quiera que mi siembra sirva para que otros cosechen frutos en el futuro. Entre esos frutos, uno que me parece muy destacable es el Seminario, pues cuando él llegó había la mitad de seminaristas que ahora, que tenemos una veintena. Son de procedencia muy variada pero todas esas vocaciones han surgido aquí. Hizo un esfuerzo importante por buscar vínculos fuera de la diócesis con vitalidad vocacional más grande y en concreto lo hizo trayendo algunos sacerdotes y seminaristas de Colombia y algunos han echado raíces aquí. Eso ha permitido sanear algunos conventos faltos de vocaciones. El balance corresponde a Dios hacerlo. Considero que me encuentro con una diócesis bien proporcionada en extensión y agentes de pastoral gracias al trabajo de mis predecesores.
–¿Qué supone estar en una diócesis tan variada, compleja y con territorios tan diferentes geográficamente como la de Asidonia-Jerez?
–Tiene que ser una ventaja y un enriquecimiento. Catolicidad significa universalidad, la capacidad de integrar gentes de diferentes lugares, gustos, en torno a una misma fe. Lejos de ser un motivo de rivalidad, ver cómo expresan de diferentes maneras la religiosidad y la fe gentes de la Sierra o de la Costa es enriquecimiento.
–¿Tiene previsto hacer cambios a corto plazo en la curia o en las diferentes delegaciones diocesanas?
–De momento el mismo día 31 he previsto firmar un decreto para mantener en los cargos los que ahora están funcionando. Pero creo que un fruto inmediato de ese encuentro que quiero tener con cada uno de los sacerdotes es que van a venir necesariamente cambios. Es normal que algunos que llevan mucho tiempo en un cargo ellos mismos lo soliciten. Tenemos por delante otro reto todas las diócesis y es cómo va a quedar configurada la curia romana, con un proceso ya avanzado pero a la espera del documento que servirá de estructura para la Santa Sede y el resto de las diócesis. Delegaciones que ahora no existen en las diócesis ahora y sí existen en la Santa Sede tendrán que tener aquí su reflejo.
–Hablemos de las cofradías. ¿Cómo va a ser su relación con ellas? ¿Es consciente de que en los últimos años se han producido algunos conflictos?
–Que haya conflictos es inevitable. Los hay, los habrá y hemos de trabajar para que haya los menos posibles. Que sean conflictos que nos hagan mejorar. En principio que haya conflictos no creo que deba ser motivo de preocupación mayor si nos hacen mejores, que a veces es la mejor manera de caer en la cuenta de que hay que cambiar algo. Lo he dicho mucho y lo repito: confío mucho en las cofradías para el momento actual evangelizador que vive la Iglesia. El Papa Francisco usa la expresión “nueva etapa evangelizadora” y ahí las cofradías tienen un terreno ganado que otras muchas instancias eclesiales han perdido hace tiempo. Sería de necios no ver la riqueza que suponen las cofradías. Los obispos del Sur que son trasladados al Norte repiten siempre esta expresión: las cofradías en Andalucía han sido y son un dique a la secularización. La pérdida del sentido de lo sagrado, la quiebra en la transmisión de la fe incluso en familias que se consideran cristianas... todo esto donde hay cofradías sanas se mantiene de forma espontánea. El lugar originario de la transmisión de la fe son las familias y donde existe un ambiente que nos hable de la fe.
Confío mucho en el poder evangelizador de las cofradías y mi voluntad es hacer todo lo posible no sólo por evitar conflictos, los que tenga que haber que sean, sino por cuidarlas porque sé que ellas me van a cuidar también a mí en la tarea que la Iglesia me está encomendando.
–¿Es partidario de que las cofradías hagan más vida interior o considera que no hay que limitar las salidas a las calles? ¿Está a favor de las salidas extraordinarias de las cofradías?
–Por la situación de pandemia que estamos viviendo creo que esas salidas extraordinarias son obligatorias. Tenemos necesidad de decir al mundo en las calles que el Señor nos sigue amando y que su amor es más fuerte que la enfermedad, que el sufrimiento que padecemos. Confío que esto se pueda recuperar cuanto antes. Cuando saludo a alguien de una hermandad me expresa el dolor de llevar dos años sin poder procesionar. Ese dolor hay que sanarlo. Por eso me parece más que normal lo extraordinario, que cuando termine la pandemia manifestemos que queremos salir a la calle. Esto pertenece a la esencia misma de la fe. Se nos quiere transmitir continuamente que la fe es algo privado que debe vivirse en el ámbito de la propia conciencia y que en casa cada uno crea lo que quiera pero que no lo exprese en público. Y esto es lo contrario a lo que dice el Evangelio, Jesucristo nos dice “Vosotros sois la luz del mundo”. Y no se enciende la luz para ocultarla sino para que en un lugar alto alumbre a todos los de la casa. No hay dimensión más pública y social que la religiosa. Por eso los cristianos tenemos que salir a la calle para expresar nuestra fe. El calendario civil del año está marcado por festividades religiosas. Esta no es una fe que se ha quedado en su casa, sino que se ha convertido en cultura. Las cofradías tienen ganado el terreno público y no lo deben perder. Y tenemos que redoblar el esfuerzo para que nuestra fe sea visible a los ojos de todos. No queremos imponer nada a nadie pero si repasamos nuestra historia y nuestras tradiciones, es incomprensible sin la referencia a la fe. Por eso, claro que deseo que las cofradías salgan a la calle y nos hagan a todos encontrarnos mediante la belleza con el Señor. Necesitamos encontrarnos con la belleza de un rostro en una imagen para que nos hable de la belleza de Dios. Y eso claro que es visible y es público. O sea, hay que salir a la calle todo lo que haga falta. El razonamiento sería tan absurdo como el siguiente: puesto que el voto en las elecciones es personal e intransferible, lo político debe quedarse en la propia casa y de ahí no salir. Eso es absurdo. Y se nos dice que la fe tiene que ser así y no hay dimensión más pública y social que la religiosa y por tanto tiene que manifestarse y hacerse pública y visible.
–¿Cree que la Semana Santa de 2022 volverá a ser como la de 2019?
–El pasado mes de junio, vista la situación en la que estábamos con descenso de pandemia, daba por hecho que el año que viene estaríamos en la calle pero, visto cómo está otra vez la cosa... Confiemos en que la vacunación surta efecto, que ya lo está haciendo y la presión en los hospitales ha descendido, pero los contagios están ahí fuertes. Entonces, no me atrevo a decir. Con el corazón digo que sí. Y, si no de forma plena, por lo menos podamos de alguna manera curar esa herida que ya lleva dos años dañando la sensibilidad de tantos cofrades.
–¿Tiene algún plan trazado para Cáritas, que durante la pandemia ha realizado una labor imprescindible?
–En un principio no hay nada programado. Pero sí os confieso un sueño que tiene que ver con un acontecimiento de hace dos años cuando celebramos en Getafe el centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. Leyendo cosas de Jerez he descubierto que el mismo año de este acontecimiento, en Jerez, se estaba construyendo un monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Fue en 1922. Las autoridades tanto civiles como religiosas consagraron esta ciudad también al Sagrado Corazón de Jesús. Este monumento está en lo que, hasta ahora ha sido el Seminario de la Diócesis. Este sería un proyecto: que con motivo del centenario de este hecho que será en 2022, que sepamos unir el amor a Dios con el amor a los hombres. De esto es de lo que trata Cáritas. Cáritas no es una simple asociación benéfica, sino que es una organización que realiza obras buenas impulsada por el amor de Cristo.
–¿Cómo materializar todo eso?
–Pues con fomentar las capillas de la adoración perpetua. Es importante que en cada centro de Cáritas haya también lugar de adoración eucarística. Al poco tiempo de ser ordenado fui enviado a Roma a estudiar y allí tuve un encuentro con la Madre Teresa de Calcuta. Fue en una parroquia de las periferias de Roma y allí se encontraba la Madre Teresa. En aquel encuentro ella nos pidió que tuviéramos adoración eucarística en las parroquias porque ese es el motor de ellas. Si uno reconoce a Cristo en la eucaristía que por amor a nosotros se manifiesta en el sacramento, también se es capaz de reconocerlo en el más necesitado. Ambas cosas tienen que ir de la mano. Ya lo dijo San Juan Pablo II: Si reconocemos a Cristo en los necesitados, podemos decir que estamos viviendo bien la eucaristía. Estas dos realidades hay que hermanarlas. Caridad con encuentro con el Señor.
Saludo del nuevo obispo a los lectores de Diario de Jerez
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