“La secularización ha encontrado un freno gracias a la piedad popular”
José Rico Pavés | Obispo de Asidonia-Jerez
El obispo de Asidonia-Jerez afirma “que la Diócesis ha superado las expectativas creadas antes de llegar” y apuesta por las hermandades al ser hoy en día “espacios de Iglesia donde se transmite la fe”
Jerez/—Tras ocho meses de su llegada a Jerez, ¿se encuentra usted ya acomodado en su nueva misión y con todo bajo control?
—Todo, no. Aún me quedan parroquias por conocer en la sierra como Grazalema. He ido varias veces a Algodonales, Setenil de las Bodegas o Alcalá del Valle, pero falta el corazón de la sierra. De la ciudad de Jerez hay alguna parroquia. Pero para mí ha sido un descubrimiento las pedanías que me están agradando mucho. Por su identidad y por su estructuración.
—Se siente a gusto.
—Sí. Me estoy encontrando con gente muy acogedora y como anécdota cuento que me llevé una regañina de los vecinos en El Bosque; y con razón. Fue cuando comuniqué que el sacerdote que estaba ayudando al párroco tenía que irse a Rota para cubrir una baja que tuvimos allí. Acudí para comunicar que vendría otro sacerdote a ayudar a El Bosque y me llevé la sorpresa de que los feligreses no querían que les cambiáramos los sacerdotes con tan poco tiempo en un sitio. Percibí que los fieles sufren este tipo de contratiempos.
—¿Va a ser usted un obispo de muchos cambios de sacerdotes?
—Espero que los cambios vayan viniendo porque la situación lo vaya pidiendo. Tenemos ahora un empujón que nos obliga a alguna reestructuración que nos pide el Papa con la publicación de la nueva constitución que regula la configuración de la curia para que haya una buena sintonía con las directrices que vienen de Roma. Por ejemplo, tras la Pascua, se creará una delegación de migraciones que no tenemos. Será un órgano que ayudará a crecer y a integrar a las personas que vienen de fuera. Ya hemos hecho gestiones con esta nueva realidad sobre las indicaciones que nos ofrece la Conferencia Episcopal. Además en la oficina de protección al menor habrá cambios. Desde que se creó estaba coordinada por el vicario de pastoral. Ahora es necesaria más presencia seglar por si hay que atender situaciones dolorosas de muchos tipos. Es preferible que la persona afectada sea acogida sin tener que superar el filtro de un rostro clerical. Hemos incorporado seglares en esta oficina. Después he hecho los cambios obligados por cuestiones de urgencia. Pero sí; tendrán que ir viniendo otros cambios como respaldar más el seminario.
—¿Podría ser buena la labor de un obispo auxiliar en Jerez?
—En principio, visto el volumen de la Diócesis, no. Pero nunca se sabe. Si el obispo de Asidonia tiene otros compromisos que tiene que atender en la Conferencia Episcopal o en la Santa Sede, podría justificarse un obispo auxiliar. Asidonia-Jerez tiene ya más población que la Diócesis de Valladolid que es sede metropolitana. Allí hay obispo auxiliar pero claro el obispo residencial, don Ricardo Blázquez, ha sido presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal. Y ha estado obligado a tener otras responsabilidades que obligan a tener a un obispo auxiliar.
—Usted las tiene.
—Sí, pero no tan exigentes. En Andalucía, por ejemplo, estaría justificado un auxiliar en Málaga por la gran población que acoge. En principio Asidonia-Jerez no llega al perfil. Aunque, como le dije anteriormente, nunca se sabe si en un futuro pudiera solicitarse por parte del obispo que ocupara la sede.
—¿Se ha llevado grandes sorpresas cuando llegó a Jerez?
—Las sorpresas que he podido ver son todas muy gratas. Mis perspectivas quizá eran más reducidas en cuanto a vitalidad. Con las hermandades, por ejemplo, he encontrado mucho más vigor del que esperaba. He visto claramente que las hermandades son hoy en día espacios de Iglesia donde se transmite la fe. Esto en otras realidades como colegios no se consigue. Estoy encontrando en la Diócesis un fondo de piedad que permite llevar el Evangelio con menos resistencia que en otras partes de España. Aquí la secularización ha encontrado un freno gracias a la piedad popular.
—Muchos cuentan que aún está en fase de observación y que no ha comenzado a gobernar ¿Qué hay de cierto en todo esto?
—En parte sí. En lenguaje de móviles podríamos decir que estoy en modo de aprendizaje (risas). Lo primero es escuchar antes de tomar decisiones que afecten a las personas. Tanto en la curia como en las parroquias, movimientos o hermandades. Todo requiere su tiempo. No obstante, y gracias a Dios, la estructura de la Diócesis permite que estos cambios no tengan que ser muy urgentes ni precipitados. En otro nivel me estoy remangando. En el nivel de estar cerca de todos lo que lo piden y de llegar a los que no lo piden. En el próximo curso comenzaremos con las visitas pastorales que son un gran instrumento de conocimiento de los feligreses para que ellos conozcan al obispo y el obispo a ellos. Hemos hecho solamente aproximaciones puntuales.
—¿Cuál ha sido la carencia que ha visto en la Diócesis?
—Tengo que pensarla, lo cual quiere decir que no he visto muchas carencias. Hay un punto en el que se está trabajando como es tener más canonistas. Es necesario cumplir con lo que el Papa nos mandó a propósito de la reforma de los tribunales eclesiásticos. Sobre todo para que los procesos sean más ágiles. Especialmente en materia de matrimonios. Y esto no lo estamos llevando a cabo porque nos hacen falta más canonistas. Estamos en ello y tenemos ya tanto a sacerdotes como seglares que se están preparando en este ámbito. Habría que reforzar el profesorado para fortalecer el ISCRA y el Instituto Teológico. Tenemos la plantilla de profesores pero hay materias que requerirían profesores con mayor dedicación.
—Una de sus primeras decisiones ha sido el Año Jubilar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús con motivo de su centenario.
—En Getafe ya pude comprobar que llevar a cabo un Año Jubilar fue un medio que ayudó a la renovación de la vida cristiana de muchas personas de ámbitos distintos. Como fruto de lo que se hizo en el Cerro de los Ángeles en 1919 la ciudad de Jerez, tres años después, fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Aquí incluso con algunos acentos que allí no existen como el monumento que se erigió en su día. En Jerez lo seguimos teniendo. He percibido que aquí hay una sensibilidad muy especial a esta devoción. En la labor evangelizadora hay que ser conscientes que el Señor pone en nuestras manos la grandeza de su Amor para llevarlo a los demás. Es un medio más para evangelizar desde el corazón para llegar al corazón de todos. Salir al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos. Eso nos pide el Papa Francisco. Y justamente esto es lo que quiere comunicar la devoción al Corazón de Jesús. Que en el Amor que se nos revela en el Corazón de Cristo está también el remedio a nuestras heridas.
—Me gustaría tocar el capítulo del patrimonio.
—Soy consciente de que es un patrimonio muy rico y desborda la capacidad que tiene la Diócesis de sostenerlo. Necesitamos de todas las instancias para custodiar este patrimonio que es seña de identidad no solo de los creyentes sino de un pueblo o una ciudad. En la medida de que tengamos esta capacidad de colaboración podremos de nuevo recuperar lo que esté cerrado o caído. En este sentido sí he encontrado muy buena disponibilidad del Ayuntamiento. En definitiva en la medida de que tomemos conciencia de que todas las instituciones tenemos que caminar juntos pondremos en valor nuestro patrimonio que es de una riqueza extraordinaria.
—Apartado cofrade. Ha sintonizado usted muy bien con las hermandades.
—He encontrado mucho cariño en las hermandades y espero no defraudarlas. Hay gente muy buena y deseosa de seguir a la Iglesia. Solo tengo palabras para agradecer el trabajo que hacen que es muy bueno. Cuanto más las conozco más sorpresas positivas me llevo. Algunos me dicen que también hay división y enfrentamientos. Bueno, en todas las familias existe también la otra cara. Por eso es necesaria la purificación en cada Cuaresma. Pero por encima hay sentido eclesial y se reconocen Iglesia, y están dispuestas a recibir formación. Hay capacidad de servicio y sus cultos están muy cuidados.
—¿Sabe usted decir la palabra no?
— Ya me lo decía mi rector en el seminario. Que tenía que aprender a decir no. No me sale y, cuando lo digo, me sale mal (risas).
—En muchas hermandades existen esas divisiones de las que usted habla. Pero le quiero preguntar por el Prendimiento y por el Soberano Poder.
—Reconozco que mi conocimiento es muy superficial por los problemas jurídicos que se han planteado. Mi primera reacción cuando estudié el asunto del Prendimiento fue la de llamar a las partes pero ya estaba el proceso judicial en proceso y como juez no era lo más aconsejable. Pienso que en lo que se refiere al Prendimiento quizá se deberían de haber apurado las posibilidades de diálogo calmado. Todos en caliente tomamos medidas de las que nos arrepentimos. Cristalizar lo que se dijo en un momento de enfado no es lo aconsejable. Entiendo que quizá se podrían haber evitado procedimientos que han generados heridas si hubiéramos tenido más diálogo. Después hay que añadir la pandemia, la salida del obispo anterior, un periodo de administrador diocesano. Se ha complicado el sistema de votación de los ausentes. Para el Obispado, por más que nos cueste, nos ha venido bien porque nos hace caer en la cuenta de que hay normativas que hay que actualizar. El capítulo de las elecciones hay que precisarlo mejor ya que han surgido situaciones que no esperábamos. El miedo que me da en el Prendimiento es que se haya cerrado el asunto en falso. La hermandad tiene que caminar con todos y si no es así la solución va a durar muy poco. En el caso del Soberano el punto de dolor para mí como obispo es que es una hermandad muy joven y está herida. Esto podría provocar rupturas que las marquen para siempre. Pero también pienso que precisamente por ser joven se aprende de estas heridas para tener la fortaleza necesaria que le pueda permitir crecer en el futuro. Ojalá sea así. En lugar de acentuar lo que nos divide vamos a aprender de esta situación para ser más fuertes en el futuro.
—Capítulo aparte sería el Sábado Santo ¿Qué me puede decir usted de este tema que ahora ha salido en las cofradías?
—Estoy agradecido de que se plantee este asunto no como para generar polémicas, sino por deseo sincero de mejorar la Semana Santa. Muchos entienden que el Sábado Santo es para irse a la playa después de haber estado viviendo los días Santos. Si la alternativa es la playa, evidentemente no acabamos de darle forma. Por otro lado, cuando don Rafael Bellido, con criterio litúrgico, estipuló que el Sábado Santo debe de ser un día sin procesiones, la Semana Santa de Jerez tenía un número menor de hermandades. Ahora ha crecido y hay una situación nueva que hay que abordar. Yo lo que he dicho es que tenemos que conseguir un Sábado Santo en el que el signo litúrgico de experimentar la Muerte de Jesús sea compatible con expresiones en la calle ¿Puede ser compatible con procesiones? Puede serlo siempre que no caiga en conflicto con la celebración vespertina de la Vigilia Pascual. Es un día que se nos invita a caer en la cuenta de lo que significa que Jesús está muerto en el sepulcro. Por eso la liturgia se limita a lo mínimo. Con coordinación y con el sentido litúrgico necesario se podría llegar. En cualquier caso es algo que habría que acordar escuchando todas las voces implicadas. No puede prevalecer el deseo minoritario de quien quiere sino que también hay que escuchar a quienes consideran que no es necesario. Si se recuperara tendría que ser dignamente y de acuerdo con el sentido de la liturgia.
—La Entrega llegó a Jerez y al parecer es un deseo venir todos los años.
—Habría que volverlo a hablar. Hay que valorar después de este año si se trata de un esfuerzo desproporcionado y si va a haber respuesta de la gente y van a acompañar. Habrá que hacer ese análisis sereno. Y que no olvidemos nunca el adverbio “dignamente”. Que no sea un ejercicio de proeza deportiva. Estará abierta si el esfuerzo no es sobrehumano, que se hayan visto acompañados y que no se vea abandonada Guadalcacín.
—¿Será usted obispo que nombre nuevas hermandades?
—El criterio será llevar hermandades como presencia de Iglesia donde la Iglesia no esté presente. Barbadillo ha sido un ejemplo de esto que le digo. En esa zona de la ciudad no hay parroquia y los mismos jóvenes han abierto un punto de referencia de Iglesia en un local que alquilaron. Han hecho una labor de evangelización. Las hermandades nuevas deben de ser punta de lanza en zonas de expansión de la ciudad. Y que esta realidad se materialice en la construcción de templos parroquiales. Ahora bien, cuando nacen por caprichos de un grupo que vienen de otras hermandades, pienso que no es la motivación correcta.
—¿Qué mensaje puede dirigir en esta jornada del Domingo de Ramos a todos los que van a vivir la Semana Santa?
—Pues que se nos regala la oportunidad una vez más de entrar en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Esta es la escuela del Amor más grande. Vamos a tener muy presentes a quienes ya no están con nosotros y a los que han quedado heridos con la enfermedad por las consecuencias sociales de la pandemia. Vamos a tener también muy en cuenta el drama de la guerra incluso en nuestras procesiones van a participar ucranianos que se encontraban acogidos y que van a ver algo que desconocen. Ojalá por nuestro modo de vivir la Semana Santa también ellos puedan encontrar consuelo. Que la vivamos como la liturgia nos invita. Con respeto por fuera y poniendo los cinco sentidos por dentro para que podamos experimentar la grandeza del amor de Dios. Las hermandades nos ayudarán a vivir todo esto con sus salidas procesionales.
Temas relacionados
3 Comentarios