¿Están preparados nuestros barrios para el turismo masivo?

Turismo

Aumentan los delitos, los vecinos perciben que la Administración local prioriza el turismo y descuida los recursos del barrio y se pierden habitantes de barrios emblemáticos

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Turistas en Jerez.
Turistas en Jerez. / Miguel Ángel González
María Luisa Parra

14 de febrero 2023 - 19:22

'¿Está el turismo cambiando el modelo de convivencia y seguridad en nuestras ciudades?’, ha sido la pregunta a partir de la cual inició su ponencia Diego Maldonado, profesor de Criminología de la Universidad de Cádiz. La charla es la tercera cita de una serie de encuentros organizados por la Asociación de la Prensa de Jerez (APJ) y la UCA, enmarcados en la iniciativa Campus Media.

Maldonado partía del peso del turismo en la economía del país: “Representa el 12,4% del PIB de España y el 13,1% del PIB andaluz. Es fácil por tanto de entender cómo muchas ciudades se han lanzado en los últimos años a la vorágine por atraer al mayor número de visitantes posible”. Eso explica, según el experto que algunos barrios, sobre todo aquellos con una mayor riqueza histórica y cultural, hayan sufrido una transformación para pasar de satisfacer las necesidades vecinales a la de los turistas.

Maldonado se ha trasladado a los años cuarenta del siglo pasado y el proceso de turistificación da lugar a dos consecuencias. Por un lado, la población no es estable –en torno a un 30% de los residentes de un barrio varían de un año a otro- ni homogénea y, por otro lado, el incremento de la inseguridad.

La primera acaba con una forma tradicional de convivencia en la que deja de darse una cadena de favores natural. “Se deja de hablar con los vecinos, no se comparte una lengua, desaparecen las viviendas tradicionales y se convierten en turísticas. Los barrios y los propios vecinos se convierten en productos turísticos. “Se dan situaciones en las que as vecinas bajan a comprar el pan y los turistas las fotografía”, afirma.

Y la segunda consecuencia está demostrada empíricamente dado que diversos estudios apuntan con claridad a la relación entre el aumento de la delincuencia y la quiebra de la cohesión social entre residentes a la que contribuye la turistificación. El barrio turistificado se convierte en un lugar rebosado de oportunidades para delinquir donde las formas tradicionales de control social se han debilitado. “En los barrios con elevados niveles de turismo confluirían, por tanto, tres elementos. Primero, las transformaciones rápidas del vecindario que no pueden asimilarse por los habitantes de toda la vida dada la celeridad de tales cambios. Segundo, por el incremento de la delincuencia y los conflictos derivados de los usos mixtos del espacio público. Tercero, la desconfianza de los vecinos de toda la vida, que perciben que la Administración local prioriza el turismo y descuida los recursos del barrio que satisfacen sus propias necesidades”.

En este sentido, en comparación con ciudades como Sevilla o Barcelona, Jerez posee menos saturación turística. Señala destinos turísticos como Tarifa o Conil, en los cuales casi el 14% de las viviendas se destina al alquiler para estancias cortas, por lo que una importante proporción de la población estable se ha sustituido por una masa flotante de turistas. “De acuerdo con los datos del padrón de Cádiz, el popular barrio de la Viña pierde a un 20% de sus vecinos en pleno auge de las viviendas turísticas, y los barrios del centro de la capital gaditana no deja de perder habitantes desde el año 2009.

El profesor Maldonado asegura que Andalucía, como zona de alta demanda turística, ha de anticiparse a estos riesgos y procurar un equilibrio entre el turismo como fuente de ingresos y el derecho a la ciudad. En su opinión las políticas públicas deben orientarse a garantizar la existencia en el barrio de infraestructuras sociales, esto es, la presencia de condiciones y espacios en la comunidad “que permitan el desarrollo de relaciones vecinales que cristalicen en formas de control vecinal frente al delito”. Para lograrlo, debe promoverse la existencia en el vecindario una población estable, mediante la inversión en viviendas de protección oficial, la concesión de licencias que prioricen actividades comerciales de proximidad, y mejorando las condiciones físicas y sociales del barrio de una forma que no potencie los procesos de gentrificación y turistificación.

Maldonado pone la mirada en las ciudades de los Países Bajos como ejemplos en la gestión del turismo. También señala iniciativas que ya se están poniendo en marcha en ciudades españolas como recibir grupos reducidos de turistas y que estos sigan una dirección de modo que los oriundos puedan continuar con su día a día en sus barrios.

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