Estela Alonso, la unión sorprendente de dos mundos

Estela Alonso ofrece en la Sala Compañía un soplo de aire fresco con la interpretación de 'A mi manera 2.0', una pieza que aúna escuela bolera, flamenco y danza contemporánea

ARCO 2025: de Madrid al cielo

Un momento de la actuación de Estela Alonso.
Un momento de la actuación de Estela Alonso. / Esteban Abión

La bailarina del Ballet Nacional de España Estela Alonso ha interpretado por primera vez en Andalucía un espectáculo propio con un formato novedoso, que rezuma clasicismo y a la vez resulta original y fresco. A mi manera 2.0 es una propuesta en la que la bailarina reivindica la escuela bolera, uno de los estilos que conforman la danza española, y lo hace con un sello distintivo que denota personalidad artística y ganas de aportar una visión singular al panorama dancístico español. Es palpable la trayectoria de Estela Alonso en el BNE, la escuela de Antonio Najarro y Rubén Olmo y el componente más flamenco de Jesús Carmona, uno de los coreógrafos invitados junto a Emilio Ochando.

Estela Alonso realiza un ejercicio magistral en el que vemos danza clásica, contemporánea, escuela bolera y flamenco, con algunas aportaciones poco o nada exploradas en Jerez, como es bailar unas alegrías con estilo de escuela bolera. La mayor aportación de Alonso es que consigue sacar el compás flamenco al estilo clásico; o visto de otra manera, bailar con estilo clásico el compás flamenco. Resulta de una elegancia y exquisitez sorprendentes, y es que no todos los días vemos en el contexto jerezano, sea en el festival o en su programación de flamenco habitual, cómo se puede bailar una seguiriya o unas alegrías con un estilo, el uso de unos pasos, de un tipo de gestualidad y de expresión corporal que beben del ballet clásico, fuente primigenia de la escuela bolera. Por ello, el baile de Estela Alonso resulta sorprendente, con una forma que aunque profundamente clásica denota en cada paso una originalidad extrema.

Para que la parte flamenca del espectáculo se haga palpable, Alonso se ha rodeado de un elenco que ha elevado este registro. En el cante, un siempre acertado Jesús Corbacho, una de las voces que más aportan al baile y que más gusto da escuchar. La guitarra es de Víctor Márquez, la percusión de Paco Vega y el violín de David Moñiz, que arropan esta pieza con solvencia, dándole la musicalidad que requiere. La luz la firma otra de las grandes, Olga García, aunque en la Sala Compañía todo discurre en una ambiente muy oscuro, dejando al elenco en una excesiva penumbra. Mención especial también para el vestuario de Belén de la Quintana, que consigue captar a la perfección las varias vertientes de la bailarina, con el uso de una bata de cola adaptada a un outfit muy contemporáneo o el traje de corte tradicional español, aunque más ligero y menos ornamentado.

Vemos también en Alonso una gran expresividad, no sólo virtuosismo técnico. Ya solo por lo segundo resulta una delicia verla bailar, entregarnos al disfrute de ver una ejecución impecable, pero es que además Estela Alonso se crece y se vuelve flamenca, uniendo dos mundos de manera orgánica y aportando un chispa muy personal, muy a su manera 2.0. Estela Alonso, ya sea con sus zapatillas de media punta o sus tacones de flamenca, con su mantón rojo o su corpiño sport, logra demostrar que ante todo ama profundamente la danza española. De otra manera, resultaría imposible alcanzar ese nivel de perfección y entrega absoluta a su baile.

stats