Las ‘estrellas’ beben jerez
El Rebusco
Fuera y dentro de la pantalla
Una publicidad impagable
Jerez/EL vino de Jerez es un producto tradicional y, por tanto, enraizado en nuestras costumbres desde tiempo inmemorial.
Gracias a una eficaz comercialización en los mercados internacionales, y a su aceptación por amplias capas sociales, ha ido alcanzando fama universal a través de los siglos.
Su calidad y prestigio le han abierto las puertas del mundo de la cultura - y el arte en general -, y estos a su vez lo han ensalzado en sus obras, elevándolo a la consideración de uno de los mejores vinos del mundo.
Es innegable que nuestros vinos han gozado de una gran reputación en la sociedad anglosajona. Desde la Edad Media se ha desarrollado una intensa relación con los mercados del Norte de Europa, donde el jerez es conocido con el apelativo de sherry, y con esta denominación la literatura y posteriormente el cine lo han proyectado más allá de nuestras fronteras.
Si el jerez ha ido al cine, también se ha producido el efecto inverso. Numerosas figuras del séptimo arte han visitado las bodegas del Marco atraídas por nuestro vino milenario. Las firmas de numerosas estrellas del celuloide, y de la pequeña pantalla, como Stan Laurel, Steven Spielberg, Roger Moore, Charlton Heston, Esther Williams, Cantinflas, Carlos Saura, Hugh Hudson, Mel Ferrer, Jean Cocteau, Cole Porter..., figuran en las botas como testimonio de su paso por las ciudades que forman el triángulo del jerez.
Para consumo personal
En este sentido, y según lo relata Larry Swindell en su libro ‘El último héroe’, en el Hollywood de los años ‘40, muchas estrellas, entre ellas Gary Cooper, tenían por costumbre tomar una copa de jerez antes del almuerzo.
Incluso la conocida como ‘novia de América’ Mary Pickford, según lo contaba su hijo, bebía a escondida de su marido, Douglas Fairbanks, un poco de jerez antes de la cena.
Uno de los iconos más famosos de gran pantalla fue el actor Humphrey Bogart. Su propia mujer, Lauren Bacall, comentaba que en los últimos tiempos de su vida, Bogart moriría de cáncer en 1957, el momento más feliz era la hora del aperitivo, cuando disfrutaba de sus martinis con jerez seco (“his happiest time of the day, drinking martinis with dry sherry”). Dato que su amigo, y director de cine, John Huston, confirma en las palabras que le dedicó en su funeral: “Y allí estaba, con su copa de jerez en una mano y un cigarrillo en la otra, a las cinco y media, hora en que sus invitados comenzaban a llegar” (“There he would be, sherry glass in one hand and cigaret in the other, at 5,30…”).
Los ingleses no serían menos en este punto, el de tener su propio suministro de jerez en sus casas, tanto para consumo personal como para agasajar a sus invitados.
El actor Alec Guinness, que ya estuvo por aquí catando los vinos de Williams&Humbert cuando rodaba en Sevilla Lawrence de Arabia a principios de los 60, narra esta anécdota en sus memorias Blessings in Disguise 1985 . ‘Cuando en el invierno de 1962-63 me embarqué en una superproducción titulada ‘La caída del imperio romano’, Tony Quayle [que estuvo también con él en las bodegas jerezanas]...alquiló una hermosa casa de campo del siglo XVI a unos kilómetros de la ciudad (Segovia) y me invitó a compartirla con él....A Tony le consideraban el Señor del Lugar y cuando tenían un nuevo y enorme barril de jerez desde la aldea, rodando por la calle helada..., lo subían con cuidado a la casa y le daban la primera copa’.
Al hilo de esta historia, no se nos puede olvidar, que el mismo Peter O’Toole, se lo pasó en grande en Jerez, en 1962, cuando Beltrán Domecq González le montó un sarao flamenco en las bodegas que Williams&Humbert tenía en la calle Paúl. Se conservan aún algunas fotos de ese momento, instantáneas tomadas por el fotógrafo local Eduardo Pereiras.
Quayle, Guinness y O´Toole rodaban en Sevilla ‘Lawrence de Arabia’.
Otro tanto ocurre con el que es considerado el Drácula más elegante, Christopher Lee. Según su compañera en una de las películas de terror, allá por 1969, Barbara Steele, esta tuvo la oportunidad de conocer su casa, al mejor estilo victoriano, y donde el anfitrión le ofreció jerez: ‘With exquisite little glasses of sherry offered from decanters...’.
Todos brindan con jerez
Decía José María Pemán que el vino de Jerez era cosa de aristócratas. El gusto refinado de las clases altas ha sido muy proclive al consumo de nuestros caldos. La bodega del palacio de Buckingham está ampliamente surtida de las distintas variedades del jerez, como también lo estuvo, en tiempos de Tomas Jefferson, la de la Casa Blanca.
Era lógico, por tanto, que la campaña publicitaria del Croft Original Sherry en Inglaterra fuera encargada a Ridley Scott, que se basó en los personajes creados por P. G. Woodhouse. El señorito Bertie Wooster fue interpretado por un joven Jeremy Irons, a la sazón contaba 29 años. Su lanzamiento se hizo entre 1977 y 1978.
La difusión del jerez no ha tenido límites, ya que el deseo de beberlo ha sido tan intenso que los más diversos grupos sociales no han podido resistirse a su tentación, lo que les otorga un toque de distinción y de buen gusto, además de aportarles sus diversas virtudes.
En ambientes académicos y universitarios era consumido como un medio eficaz para el desarrollo intelectual.
Como no podía ser menos, el jerez tiene un lugar destacado en el mundo de la gastronomía y de la alta cocina. Es con los alimentos que adquiere especiales cualidades realzando hasta las mesas más humildes.
En consecuencia, toda comida que se precie se iniciará con el que es considerado el mejor de los aperitivos. Un detalle que no pasa desapercibido cuando la mítica Marilyn Monroe, que afirmaba que el jerez era una de sus bebidas favoritas, sostiene un clásico catavino jerezano entre sus manos a la hora de brindar con otro comensal en la fiesta celebrada en el famoso restaurante Romanoff, situado en Beverly Hills.
Igual ocurre durante la comida en la que participa la actriz Susan Sarandon, en uno de los capítulos de la serie televisiva Big C (Con C mayúscula).
En el capítulo 6 de la temporada tercera, titulado Life Rights, se puede observar cómo los comensales disfrutan de unas copas de sherry oloroso como aperitivo de la cena. Exactamente el oloroso de las bodegas Dios Baco.
Un aperitivo que saborea y aprecia un entendido James Bond, al que da vida Sean Connery, en Diamantes para la eternidad (1971). Sus jefes quedan pasmados ante los conocimientos que demuestra sobre las soleras jerezanas.
De visita y rodajes
De todos es sabido que los Beatles no estuvieron en Jerez, lo que no fue óbice para que probaran el vino de la mano de Miguel Primo de Rivera, y el venenciador Julio Delgado.
Una acción publicitaria pocas veces superada, en un momento en el que las numerosas imitaciones de nuestros vinos hacían tambalear la industria de la zona.
Mucho más efectivo que el pleito del sherry ante los tribunales, que ganar, realmente no ganamos.
Y nuestras actrices hacían igualmente su labor, como cuando Lola Flores recibió en 1953 la insignia de la Orden del Tío Pepe en la sede de las bodegas de González Byass, en compañía de Fernando González-Gordon y Luis Pérez Solero.
Su buena amiga, la cantante y actriz Carmen Sevilla, era agasajada en las Bodegas Osborne, de El Puerto de Santa María.
La directora Ana Mariscal, rueda en el ferial de Jerez, parte de su película ‘Feria de Sevilla’, de 1962. No solo la dirige, sino que actúa en ella. En la escena con Miguel Ligero, bebe fino La Ina, de Domecq
Jean Reno (Juan Moreno), para encontrarse con sus raíces jerezanas y sanluqueñas se pasa por aquí en varias ocasiones. Se le hace Hijo Predilecto de la Provincia, y de camino practica con la venencia en Barbadillo.
En cambio, lo que le atrae a la bella Bo Derek, y a su marido John, son los caballos y los escenarios naturales para rodar Bolero. Los dos no se privan de catar en Terry y Domecq, dejando sus firmas en una bota.
El orondo Orson Welles, al que le debemos una calle, es un habitual de estos lares. Vino, toros, gastronomía son sus alicientes. En 1976 pone su rostro, y su peculiar voz, a anunciar en Estados Unidos el Double Century de Domecq.
Una propuesta
En este acercamiento entre el cine y el jerez, en el que hemos unido dos de nuestras pasiones, quedan por abordar diferentes aspectos que serían objeto de un estudio detallado, y que bien podrá servir como medio de una eficaz campaña de promoción del vino de Jerez.
Mientras tanto, alzo mi copa como sentido tributo a la memoria de aquellos que compartieron la misma satisfacción de paladear un buen jerez, dejando plasmada esa elección en obras que el cine difundiría por todo el mundo.
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