La fallida Ciudad del Transporte

La especulación, el rechazo de los transportistas y la crisis dieron al traste con el proyecto de convertir a Jerez en el eje vertebrador de la logística y las comunicaciones de la provincia

Parcela en venta junto al vivero de empresas de la Cámara de Comercio, pensado al inicio como sede de los transportistas.
Parcela en venta junto al vivero de empresas de la Cámara de Comercio, pensado al inicio como sede de los transportistas.
Á.espejo Jerez

23 de marzo 2014 - 01:00

El Ayuntamiento y la empresa estatal del suelo Sepes iniciaron en 1999 su colaboración para la construcción de un espacio ideado para concentrar la actividad logística de la provincia, la denominada Ciudad del Transporte (CTM) en la que confluían el nudo de comunicaciones por carretera, tren y aire dada su proximidad a la autopista Sevilla-Cádiz, al aeropuerto y a al trazado férreo.

Jerez reunía todos los requisitos para convertirse en eje vertebrador del transporte de mercancías, que por aquellos años generaba en la ciudad en temporada alta, que coincidía con la campaña remolachera, más de un millar de servicios, con una media de medio centenar de pernoctaciones de transportistas en la zona de influencia, según datos de la asociación provincial del ramo.

En el año 2000 comenzaron las obras de urbanización del futuro centro logístico intermodal, para el que el Ayuntamiento cedió los terrenos y asumió el coste de su expropiación, mientras que Sepes corrió a cargo de la financiación de los 30 millones a los que se elevó el coste final de las obras, desarrolladas en dos fases.

Dos años después, la empresa estatal inició la comercialización de los terrenos, que salieron a la venta a un precio por debajo del mercado, entre 70 y 80 euros el metro cuadrado, pero que los transportistas consideraron excesivo al compararlo con el coste que tuvieron los suelos del vecino parque empresarial de la zona norte, que osciló entre los 40 y los 50 euros el metro.

La asociación del gremio pensó que el proyecto era la ciudad de los transportistas y no del transporte, señalan fuentes municipales, las mismas que aseguran que el proyecto se torció tanto por el rechazo de los anteriores, que le dieron la espalda al considerar que los precios eran excesivos, como por la gestión de Sepes, que no era la primera vez que daba pie a la especulación por su política de comercialización de los suelos públicos industriales.

Según las mismas fuentes, a Sepes se le escapó un detalle esencial para el proyecto, y es que en el sector de la logística hay una ley no escrita que elude la compra de terrenos y la construcción de naves para inclinarse por el alquiler. En consecuencia, ninguna de las grandes empresas de la logística se interesó por la Ciudad del Transporte, donde únicamente había parcelas sobre las que edificar el futuro centro intermodal proyectado.

Entre 2002 y 2007 se vendió todo el suelo disponible, pero en muchos casos primó el interés especulativo de inversores que buscaban ganar dinero fácil y rápido comprando a un precio razonable para luego vender por encima.

La CTM, y con ella la estación de mercancías que la atravesaba y la dividía en dos, estaba condenada al fracaso desde su inicio y hoy día, de hecho, no deja de ser un polígono industrial más al uso, en el que tienen cabida todo tipo de actividades y donde sigue habiendo parcelas sin edificar y multitud de naves desocupadas.

En un principio se implantaron muchas empresas de la construcción, en plena burbuja inmobiliaria por entonces, pero tras su estallido fueron cerrando una detrás de otro, para no quedar prácticamente nada a día de hoy.

La asociación provincial de transportistas, muy crítica con el fallido proyecto, asegura que la idea inicial era convertir la CTM en centro de referencia del transporte y ciudad dormitorio para los transportistas, que no sólo dispondrían de un aparcamiento amplio para sus vehículos ante la prohibición de estacionar en la ciudad con estación de servicios y taller, sino que además se iba a construir un hotel con restaurante para que pernoctaran y un edificio múltiple en el que se concentrarían los distintos servicios de la asociación y agencias del sector. "Pero cerraron la azucarera, la fábrica de botellas y todo lo que generaba actividad para el transporte", recuerda el presidente de la asociación, Antonio Gutiérrez, quien se lamenta de la situación actual del sector frente a lo que pudo ser su dorado de haber fructificado el proyecto.

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