El festival de los sociólogos
Anne Germain derrocha comunicación en el Villamarta en su polémico espectáculo 'Más allá de la vida', en un patio de butacas casi lleno, con entrada media de 65 euros
Once upon a time una niña inglesa que tenía más amigos de la cuenta. Unos de este mundo y otros tantos que vienen del más allá para jugar con ella. Pasan los años, con crisis de identidad incluida en la adolescencia, y la joven Anne Germain recibe la ayuda de un guía espiritual para afrontar las extrañas visitas que tanto incomodaban a su madre. Y como la vida, y la muerte, son así, surge de esta circunstancia una empresa, un negocio, que en España está dando sus frutos y que en Jerez no ha sido para menos. Con un precio medio de la entrada de 65 euros, un patio de butacas del Villamarta considerablemente lleno de público poco habitual a los ciclos de teatro y lírica (este último, en extinción) del coliseo jerezano, y cuatro pases en dos días, el miércoles y ayer, la cuentas salen, y tanto.
Hay expectación. Muchos de los espectadores (mayoría de mujeres), antes incluso de que comience el espectáculo 'Más allá de la vida', ya lloran a moco tendido. Germain entra 'a todo glamour', acompañada por el periodista César Heinrich en su papel de presentador. Ella deja a su paso una estela de hielo seco. La médium de Telecinco sube al escenario, saluda al personal con sus manos y demanda a los presentes que agiten sus brazos igual para recibir a los espíritus. Pide a los espectadores que griten "¡sííííííí! para que las presencias identifiquen sus voces y que no crucen ni brazos, ni piernas. Al fondo, una pantalla gigante apoya tecnológicamente la escenografía. Diferentes cámaras de la sala van captando rostros que se ven proyectados en gigante. Muchos de ellos serán los elegidos de la noche.
"Ustedes no escuchan ruido, ¿verdad? Pero yo me siento como si estuviera en un partido del Chelsea cuando mete un gol", dijo la protagonista en referencia a la multitud de espíritus (animales incluidos y "pastores alemanes que huelen mal") que la acompañaban, le hablaban, gritaban nombres o le pedían comunicarse con el público. Y de esta forma, uno a uno, en torno a diez personas son elegidas "al azar" -asegura la organización-, de forma voluntaria, para mantener contacto con sus allegados. Las dotes de comunicación de Germain son infinitas, está capacitada para ello y lo sabe. Asegura que los mensajes que le llegan son muchos, que en ocasiones se pueden mezclar y por ello pide paciencia al público.
La médium, desconocida en su país, sigue una pauta de acción: el espíritu, la luz, se mueve por la sala hasta encontrar a la persona con la que quiere hablar, el elegido se pone de pie (con la cara blanca). "Hay una persona que quiere hablar contigo. Me llegan vibraciones de que es un tío tuyo, un padre o un tatarabuelo. Junto a él hay otras 'personas' que le acompañan. Incluso hacen cola y se dan pequeños empujones porque no quieren perder la oportunidad de hablar con ustedes'". Todo esto en inglés, con la ayuda de una traductora. Después da una serie de datos sobre la presencia del más allá para situar al elegido, que va dando pistas a la médium con la cabeza de forma involuntaria. "¿Sabes de quién de estoy hablando?", pregunta Germain. "Sí, de mi padre", contesta el espectador. A partir de ahí, llega una retahíla de obviedades, de mensajes desde el más allá que se van repitiendo a lo largo de las dos horas que dura la cita. Fotos en las que las presencias salen más jóvenes y que están en el salón, los deseos de que los hijos 'vivos' tengan nietos, bebés que nacieron muertos, la billetera favorita de un abuelo (de las dos que tiene), la puerta de un dormitorio o de un armario que se cierra sola, enfermedades que se los llevaron... Se atreve incluso a dar detalles de cómo murieron algunos de ellos, aunque no acierta en ocasiones. Fallos que el personal pasa por alto, lo entiende, los muertos "no quieren desvelar muchas veces cómo se fueron para que sus familiares no tengan que revivirlo".
Porque algunas de las "conexiones son fallidas". Al menos tres de las personas elegidas no identificaron al fallecido de quien les hablaba la médium. "Es lo que ellos -añade Anne- me dicen, no puedo cambiarlo. No te preocupes, si no entiendes lo que te digo, lo descubrirás cuando llegues a casa y hables con tu familia", sin derecho a réplica. Tanto es así, que uno de los espíritus, según Anne, se enfadó cuando su 'familiar' no le reconoció. "Me dicen que no digas que no con la cabeza y que me dejes terminar", le pidió a uno de los elegidos (que ella calificó de "escéptico" y "desafiante"). Este reconoció al final del espectáculo que la médium "no ha dado ni una conmigo".
Sin embargo, el otro tanto por ciento de los 'vivos' que se comunicaron aseguraron sentirse "relajados" después de haber recibido los mensajes. "Todo lo que me ha dicho es verdad. Mi hijo nació el mismo día que mi padre". "Dile a mamá que no hubo dolor, y dile que sí, que sé que el ordenador sigue sin funcionar bien, y que la impresora necesita tinta". Una señora reconoció entre las presencias a su hija fallecida de cáncer, aunque la elegida fue su amiga, con quien se comunicó la joven. Es un ejemplo de esos "fallos de conexión" a los que se refería Anne. Pero todos se llevaron una medalla de un ángel de recuerdo.
Un festival para los sociólogos y la búsqueda de respuestas a las preguntas existenciales por ejemplo ¿qué hacemos aquí? No faltaron desmayos, lágrimas e incontinencia de orina por los nervios en la misma butaca que el espectador del pase siguiente tomó como una señal positiva. Una 'presencia' humedad ajena que ya nunca olvidará.
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