No ficción vs. Internet
EDUCACIÓN
Como todos los años dedicamos una entrega a los libros de no ficción, expositivos, de consulta, de divulgación o como queramos llamarles, pero dirigidos al público infantil. Y, está claro, el libro tiene cada vez más perdida la batalla contra las posibilidades informativas de Internet.
Imaginemos un libro sobre el atractivo tema de los volcanes. Podrá ser un libro bien documentado: buena redacción en el texto, buena edición en cuerpo de letras y fuentes, buenas ilustraciones (fotografías, dibujos de cortes transversales, dibujos detalles, buen color,…), buen formato e incluso, si me apuran, buen precio para la calidad que ofrece. Pero Internet va a permitir "ver" los volcanes en erupción, un sinfín de fotografías, los dibujos esquemáticos presentados en 3D y rotando,… y gratis.
Además hay un hándicap en los libros de conocimientos de cara a los pequeños y es el ubicarlos en una franja de edad concreta: o pueden resultar muy complejos (mucho nivel) para unas edades o muy simple para otras. En Internet se pueden encontrar muchos niveles de información con páginas de marcado carácter escolar y otras generales para un amplio público. Eso sí, podemos entrar en alguna cuya calidad informativa deje mucho que desear e incluso podría tener aspectos "formativos" dudosos.
Sin embargo (sí, a pesar de todo lo dicho hay un "sin embargo"), niños y niñas tienen la pantalla incorporada a su ser como una prolongación de sus ojos y tal vez por ello, abrir un buen libro ilustrado les sigue resultando sorprendente. Pero es necesario algo más que esa sorpresa, ya que quienes compran los libros y emplean el dinero en ello son los adultos. En esa línea, y al margen de que se sigan produciendo magníficos libros informativos como los de toda la vida, tenemos la corriente de libros para interactuar con ellos, por sus elementos emergentes (pop-up) dentro de las mismas páginas o porque se puede sacar algo de ellos para manipularlos aparte.
Así, por ejemplo, en "El Espacio al dedillo" (Ed. Combel, 2010), con ilustraciones de Benjamin Bécue, se pueden levantar solapas para ver que hay dentro de una nave o para cambiar un escenario del día a la noche, además de pasar el dedo por distintas superficies con distintas texturas. Una buena primera aproximación para algo fascinante pero complicado para los pequeños.
O con "Juego a ser… profe", con textos de Cécile Jugla e ilustraciones de Laurent Richard (Ed. Anaya, 2010), tras leer y ver en viñetas el desarrollo de un bonito día de clase, se pueden desplegar los dos decorados y montar un aula y su pasillo exterior, sacar las 30 figuras troqueladas y las 20 pegatinas y ¡a jugar!
José García Oliva. Especialista en literatura infantil y juvenil.
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