Francos, calle de Jerez de palacios y jaramagos

La céntrica calle vive un momento de luces y sombras, con nuevas inversiones y aún con la presencia de inmuebles totalmente abandonados

Comercios emblemáticos como Deportes Ravelo, Anvemac y el bar Arriate son algunos de los establecimientos que se echan en falta

Jerez en tiempo real: vive un paseo por la ciudad desde la cámara oscura del Alcázar

Casas de la calle Francos con evidentes signos de abandono y otras en mejor estado.
Casas de la calle Francos con evidentes signos de abandono y otras en mejor estado. / Miguel Ángel González

Francos fue una de las calles principales del Jerez medieval. En 1310, como refleja el historiador Antonio Mariscal en su libro Paseo histórico por las calles del viejo Jerez, se asentaron en esta céntrica calle varias familias que gozaban de las mismas franquicias que las del barrio Franco de Sevilla, dadas también a Jerez para promover su comercio tras la Reconquista. De ahí su nombre.

Mariscal rescata en sus líneas que incluso José Bonaparte llegó a alojarse en el desaparecido palacio del conde de los Álamos del Guadalete de la calle Francos en los tiempos de la dominación francesa. Hoy el palacio es un bloque de pisos. 

Esta calle señorial, caracterizada por grandes casas e historia, es hoy un leve reflejo de lo que en su día fue

Pasear por Francos es encontrar viviendas rehabilitadas y cuidadas (muchas para el turismo) y otras totalmente abandonadas. Hay vecinos que dicen sentirse seguros, que “no está tan mal como hace unos años”, otros que mejor no pasear en ciertas horas del día solos. Luces y sombras, una calle de constraste. De limpios balcones a jaramagos colgando de los ventanales.

El bullicio del comercio se ha silenciado. La tienda de electrodomésticos Suinve que había entrando por Tornería, cerrada. La puerta de la administración de lotería, con candado. Aún hay quien recuerda Deportes Ravelo y sus escalones hasta llegar al mostrador. Ya no cuelgan los geranios en la entrada del bar Arriate ni se ponen más cafés en la barra del bar Moisés

Las máquinas de escribir de la tienda Anvemac se fueron para no volver y otros locales tapan sus escaparates con papeles ya quemados por el sol. Eso sí, otros comercios siguen en pie e incluso han llegado nuevos, como una tienda de artículos de flamenca, el mítico Damajuana que nunca duerme y la zapatería Tinoco. 

‘To entra por bulería’, se lee en una esquina. Grafitis y pintadas hay y muchas. Algunas con arte, la mayoría ensucian. ‘Escucha Camela’ parece invitar otro autor de la pintura callejera. 

Unos trabajadores de Aqualia se afanan por colocar un contador en el suelo a las puertas de una vivienda que parece que serán pisos turísticos. Trabajan a penas unos pasos de un inmueble del que se desprendió hace meses un trozo de cornisa

En unos balcones, un faldón de madera con lunares pintados quieren dar el toque de color. Precisamente estos días la calle luce más bonita gracias a la decoración azul y blanca por la salida procesional de la Divina Pastora de San Dionisio

El palacio de ‘oro’ no brilla. Más bien, es un inmueble oscuro y abandonado. Muy cerca, una puerta antiokupa blinda otra casa palaciega. “Hace poco unos vecinos pillaron a uno subiendo por la fachada para colarse por la ventana en una casa de más adelante”, cuentan señalando dirección Chancillería.

Pero en calle Francos hay aún pequeños ‘tesoros’, como la entrada de reja de una casa de vecinos de 1886 o la placa que recuerda al torno de la casa cuna de la pegada calle Carne. 

Hay tramos de la calle que aún habiendo pasado el mediodía su suelo sigue mojado. Sin embargo, al mirar al cielo, se entrevé unas cuidadas azoteas que seguro que regalan unas vistas privilegiadas de este rinconcito de Jerez

Lo dicho, Francos, calle de constrastes. 

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