La gran Feria de la pintura
Diario de las artes
La presente edición consolida a ESTAMPA como una Feria importante donde los artistas andaluces brillan con luz propia
VENGO comentando desde hace unos años que ESTAMPA es un feria de arte con todos los buenos aditamentos que debe tener un encuentro artístico de esta categoría. Las Ferias al uso, ARCO y BASEL, sobre todo, son concentraciones inabarcables donde muchísimas cosas pasan desapercibidas porque, aparte de lo esencialmente artístico, ellas se han convertido en proyecciones comerciales, a veces, muy ajenas, al propio sentido de lo que debería ser: el arte por el arte. En aquellas macro ferias se pierde muchas veces el rumbo; incluso, hay exuberancias y desmesuradas coheterías que no sirven nada más que para fomentar las vanidades de muchos, preocupados en asuntos tangentes a lo que, de verdad, debería ser. ESTAMPA, afortunadamente, no ha perdido los nortes y las extrañas circunstancias que se dan en otras situaciones parecen desterradas, en esta Feria del octubre madrileño. Se trata, sin duda, de una Feria que ha alcanzado mucha importancia; una feria que es fácil, abarcable, con mucha sensatez; muy rigurosa en los criterios selectivos y ajena a las alharacas que tanto abundan en otros acontecimientos parecidos a este.
ESTAMPA apareció hace poco más de treinta años de forma muy modesta, pretendiendo ser la feria del Grabado y de la Obra Seriada; algo que duró poco, estando como estaban los intereses del mercado artístico que exigía mucho más. Pronto fue una feria al uso que buscaba un sitio definitivo, que encontró tras años de búsqueda, para asentarse en uno de los pabellones de Ifema- algo lógico pues su recorrido ha ido creciendo en calidad y las estancias del Campo de las Naciones creemos que son el espacio ideal-. Tras el patente hundimiento de ARTMadrid y otras ferias satélites a ARCO, salvo URVANITY, hoy en día ESTAMPA es una feria de muchísimo interés, acogiendo una serie de galerías que son de las que más entusiasmo están demostrando en un contexto artístico con muchos condicionantes y que buscan horizontes más claros y con mayor sensatez que los que han existido en un estamento creativo con muchos registros no siempre deslumbrantes.
No obstante, hay que decir que ESTAMPA no es, absolutamente, una Feria de Arte con unos planteamientos artísticos que la hagan distinta a las demás. Es más, la linealidad con otras es aplastante y una vez que te enfrentas al dédalo de los stands de las diferentes galerías, observas que, en apariencia, es algo que no difiere de las demás; si bien, existe mayor claridad y la disposición es mucho más razonable que lo que se se ofrece en la inmensa mayoría, incluido ARCO. ESTAMPA es mucho más atractiva que casi todas de las satélites que orbitan alrededor de la gran Feria que Juana pusiera en marcha. Es, por tanto, una Feria para gozarla en toda su magnitud. Es, además una Feria de felices encuentros de artistas con los propios artistas, sin el agobio existente en otras, en las que todos están más pendientes de la presencia de las figuras, compradoras o no, y de los flashes de los medios de comunicación. ESTAMPA es una feria de artistas para que se sientan, de verdad, protagonistas de la absoluta realidad que ellos creans.
La presente edición, dedicada a la figura del gran Alberto García-Alix, ha contado con galerías de mucha importancia; galerías que son trabajadoras, que apuestan, con sentido, por el arte y sus artistas y que, además, están dando mucha dimensión a un arte contemporáneo que, afortunadamente, se va desprendiendo de muchas de las pamplinas desquiciantes que han existido en el arte de los últimos años.
Algo que me parece digno de ser mencionado es la selección de las galerías. Estas son galerías cercanas, las que están en el imaginario de los amantes del arte; aquellas que son el objetivo primero de la mayoría de los buenos artistas. No están los nombres estratosféricos que desvituaban el propio sentido de lo artístico; creo que para el arte normal no eran necesarias; sólo aportaban glamour y eran objetivo de miradas, sólo en la distancia. Las que componen el programa general de ESTAMPA son las galerías que casi todos conocen y de las que se sabe su manera de actuar. Así están, porque son totalmente necesarias, Helga de Alvear, Fernández-Braso, Cayón, Max Estrella, Rafael Pérez Hernando, Moisé Pérez de Albéniz, Fernando Pradilla, My name’s Lolita, Álvaro Alcázar, Veta o Gärna, todas de Madrid; así como Siboney y Juan Silió, de Santander; T20 y ArtNueve de Murcia; Leyendecker y Artizar, de Tenerife; además de las andaluzas Berlín y Di Gallery, de Sevilla y las malagueñas Isabel Hurley, Yusto/Giner e Isolina Urbulu. Son galerías que el mundo del arte sabe de ellas, conoce su funcionamiento y que están abiertas, más o menos, a los creadores que tienen mucho que decir.
Empezando el recorrido se observa nombres muy importantes que llenan, con buenas propuestas las paredes de unos stands bien provistos y con claridad en la exposición, sin la distribución a lo bazar de Marbella que nos encontramos en otras ferias. A primera vista se nota que es feria de mucha y buena pintura; está claro que este modo de expresión ha conquistado una parcela que nunca debió de perder. A lo largo de la feria los buenos planteamientos pictóricos aparecen con fuerza y a los clásicos eternos de la modernidad, los Guerrero, Rivera, Saura, Millares, Miró, Esteban Vicente, Miró... apadrinan a multitud de pintores de media carrera que garantizan una oferta sin lugar para la duda; artistas que comparten los espacios con muchos jóvenes que son, ya, solventes referencias y que abren las perspectivas a una pintura con proyección absoluta.
Mucho y de muchos se podía hablar en una edición donde la realidad pictórica está presente con determinación; si bien encontramos, poca pero muy buena fotografía y, como viene siendo habitual, escasa oferta escultórica. Las jocosas y esquivas ocurrencias experimentales, afortunadamente, han dejado paso a lo poderoso y sensato, desapareciendo de la escena. Como la tierra tira y, afortunadamente, el arte realizado por creadores andaluces es mucho y grande, empezamos nuestro recorrido accediendo a lo muy bueno que ellos ofrecían. Nada más entrar el espectador se encuentra con tres de las cinco galerías andaluzas presentes. DI Gallery apostaba por un sólo artista, el onubense afincado en Granada Agus Díaz Vázquez, que nos posicionaba en una realidad presentida que fundía muy buenas esquemas de naturaleza muy diversa, siempre con un caballo de connotaciones oníricas como protagonista. Justo en el stand de enfrente, BERLÍN, la galería de Jesús Barrera, con un soberbio programa, centralizado por la espectacularidad de Miki Leal que amparaba a artistas que son auténticas verdades: la fortaleza pictórica, llena de sensatez y lucidez pictórica de José Carlos Naranjo; la sabia contención expresiva llena de guiños de Sofía González; la rotundidad escultórica producto de una personal peregrinación del sevillano Manuel Zapata; la fuerza del grabado con los rotundos cubos del navarro Fernando Pagola y la rigurosa y estricta fotografía de salinas de Saleta Rosón. ISOLINA URBULU es una galería que mira desde lo alto a la costa marbellí; para esta edición de ESTAMPA ha confeccionado un programa de muy variada dimensión, con la pintura de Javier de Juan, Jaime Velázquez y Aixa Portero, que se yuxtaponen a la escultura textil de Nanon Morsink y Poirier Troyano.
Dentro de la sobriedad que caracteriza su trabajo como galerista, la malagueña ISABEL HURLEY presentaba un sobrio y muy buen stand, también con un solo artista, la conquense Victoria Iranzo que nos situaba ante esculturas y pinturas llenas de entusiasmo y un claro sentido surreal. Su trabajo es potente y a la vez de una gran sutileza. La galería YUSTO/GINER, empezó en Marbella y su buena andadura, la ha llevado hasta abrir, también, espacio en Madrid. En ESTAMPA, su stand mostraba la importancia de su trabajo: buena pintura de Fran Baena, festiva y transgresora; enigmática y contundente la de Magda Kirk; rotunda y de aplastante expresividad la del portuense Ramón Muñoz; enigmática y de sobria ejecución la de Miguel Scheroff; salida de un pop aplastante la de Madison Skriver; además, esa figuración rompedora de Daniel Núñez y la plasticidad actuante de Carlos Pesudo. Cerrando el completo stand, las festivas cajas llenas de guantes de Ant Hamlyn.
Si la oferta de galerías andaluzas sólo se reducía a cinco, los artistas de esta comunidad eran muchos y muy buenos. Destaco: dos extraordinarios Paco Pomet, sabio y en absoluta madurez y unos paisajes exultantes de cromatismo de la también granadina María Acuyo (My name’ Lolita); el paisaje justo y elegante de Gonzalo Sicre en Manuel Lumbreras de Bilbao; magnífico el pequeño Eduardo Millán, con una rompedora y fascinante pintura de reflejos que escondía, si se me permite la frase,n una figura casi abstracta en la galería Gärna de Madrid; en la misma se exponía la poderosa abstracción de Quique Sarzamora; muy bueno todo lo que se presentaba en T20 de Murcia; destacando una soberbia pintura de Julia Santa Olalla, cada vez más pintora; unos muy buenos Guillermo Velasco desde el poder de la materia pictórica y dos esculturas e Thimsam Harding, muy bien resueltas partiendo de un sabio concepto. Sobresaliente el Manolo Quejido en Helga de Alvear; extraordinarias las dos piezas de Rosa Brun en Fernández-Braso; stand este que se veía completado de manera espectacular con obras de Guillermo Pérez Villata y Soledad Sevilla. El granadino Pablo Capitán mostraba una pintura casi escultórica en Artnueve de Murcia, junto con la abstracción de Manuel M. Romero. El stand de la galería Veta ofrecía mucha buena ‘Andalucía’: magnífico el Santi Ydáñez a lo Santi Ydáñez; soberbios los Matías Sánchez, muy bueno el Cristina Lama y poderosísimos los Abraham Lacalle, llenos de nueva energía vivificante. En esa línea de magnífica sobriedad pictórica encontramos un Alejandro Botubol en la mallorquina Pep Llabrés y ofreciendo su espectacular pintura de absoluta jocosa intimidad, Pepe Baena, en María Porto de Madrid.
Mucho se queda en el tintero porque hemos asistido a un gran encuentro de arte con la pintura como gran protagonista. No cabe duda de que, en medio de tanta buena actividad artística, se colaban cosas de muy dudosa intención y poca claridad pero, se salía del pabellón 5 de Ifema con el regusto de haber vivido una feria importante, creo que muy importante; la feria de la sensatez, de la rigurosidad y, por dentro y por fuera, la gran Feria de la Pintura.
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