"A veces la guitarra tiene que provocar al cantaor para sacarle lo mejor"
Antonio Jero · Guitarrista
Una de las sonantas más señeras de Jerez regresa a los escenarios tras varios años "de reflexión" para defender una forma de entender el toque "que se está perdiendo".
Antonio Carrasco Romero ‘Antonio Jero’ (Jerez, 1957) es una de las guitarras más flamencas que ha dado Jerez. Después de un tiempo apartado de los escenarios “por cosas de la vida”, explica, ha regresado con fuerza y con un cometido primordial, “que no se pierda la manera de acompañar de nosotros, los jóvenes se están yendo por otros sitios”. Tras ocho años sin tocar en Jerez, el próximo 17 de abril volverá a la peña La Bulería para acompañar a Enrique Remache.
–¿Es esto como un volver a empezar?
–Es como un reencuentro porque como sabe todo el mundo he sido artista durante muchos años pero llegó un momento en que me retiré un poco. Ahora, como faltan muchos guitarristas de mi época creo que era el momento de volver. En los últimos años se nos ha ido Moraíto o Parrilla, y bueno, creo que necesitaba volver, porque de ese estilo así flamenquito quedamos pocos. Esa ha sido la razón.
–Han sido casi ocho años sin aparecer por los escenarios como antaño, ¿por algún motivo?
–Pues porque en la vida a veces se te presentan circunstancias que uno debe afrontar, ya sean separaciones, hijos de por medio, en fin, una serie de cosas que me hicieron retirarme y quitarme de todo. Me fui fuera, estuve un par de años en los países escandinavos, en Dinamarca, y también en Alemania. Era un cambio duro en mi vida y necesitaba meditar y reflexionar porque quizás mi vida no estaba yendo por el mejor camino.
–¿Y en qué consiste ese cambio?
–Pues que ahora no fumo, sólo bebo una copita pero no llego al límite de emborracharme, no suelo trasnochar...La vida artística te lleva a veces al exceso, más aún cuando uno es débil. Te lleva a probar cosas de drogas, gastarte los dineros inadecuadamente, en fin cosas nada positivas. Ahora llevo una vida sana, estoy establecido y fuerte mentalmente, por eso he decidido volver a dedicarme a la guitarra.
–¿Le está costando volver a ser el que era o nunca ha dejado de tocar pese a no estar trabajando?
–No, yo nunca he dejado la guitarra, por eso no podemos hablar de un parón guitarrístico, sólo de reflexión, de recuperar unos valores emocionales y de ética que perdí en su tiempo. Yo seguía tocando y estoy al día de todo, desde cómo se toca hoy hasta de quiénes son los jóvenes que están saliendo.
–O sea que el próximo día 17 de abril cuando toque en la Peña La Bulería con Enrique Remache será un nuevo Antonio Jero...
–El día 17 iré haciendo repaso de todas las cosas mías a las que añadiré las cositas nuevas que he ido sacando porque ahora estoy mucho mejor técnicamente y mucho más maduro y seguro de lo que hago. Además, será algo especial porque cuando yo empezaba toqué en la otra sede que tenía la peña La Bulería.
–Porque usted se ha destacado siempre por saber acompañar...
–Sí, eso seguro, y de hecho tengo que decir que eso que antes parecía como una cosa sin valor, el guitarrista de acompañamiento, porque hubo una época en la que la técnica superaba todo, ahora es algo fundamental.
–¿Tan difícil es acompañar bien?
–Claro que es difícil, tanto que se está perdiendo. Saber acompañar no es fácil, ese sentimiento de espera, esa conexión con el cante no lo hace cualquiera hoy día, porque a veces al cantaor hay que saber provocarlo para que saque lo mejor. De eso puedo presumir. Ahora hay algunos chavales que sí están luchando porque esto no se pierda, Manuel Valencia, si sobrino Jerito, mi hijo, pero no todo el mundo sabe acompañar. Es una pena que se esté perdiendo ese rollo que llevábamos mi hermano y yo, por ejemplo, o el Morao y Parrilla, los jóvenes están en otro rollo. Están entre la música fusión y el flamenco, porque les falta eso que nosotros sí hemos vivido pero ellos no. Por eso quiero volver, para que sea un punto de apoyo entre los jóvenes y no se pierda ese soniquete tan nuestro y la forma de acompañar que hay en Jerez.
–Es que usted vivió aquella época inolvidable, para bien y para mal, de los tabancos...
–Hombre, yo tuve la suerte de vivir la época de los cabales, de cuando se cantaba en los cuartos. Trabajé en Los Cuatro Muleros con aquellos señoritos y esos trabajadores a los que les gustaba el flamenco y cuando cobraban a fin de mes se iban allí, se gastaban dos mil pesetas, y luego llegaban a su casa y la mujer les formaba la bronca (risas). Allí se aprendía mucho, y a uno le servía para ganar dinero y poder llevarlo a casa o simplemente para darte un capricho.
–Ha hablado antes de a los jóvenes les falta un maestro para crecer. ¿Falta gente comoRafael del Águila, que fue su maestro?
–Claro que sí. Rafael fue alguien muy grande y creo que todavía no se le ha reconocido todo lo que hizo. Esa figura es la que falta, por eso digo que he vuelto para intentar servir de apoyo al que quiera. Decirle a los jóvenes, ‘mira, así se acompaña la soleá, la bulería, la granaína, que aunque no se hace por aquí mucho, es algo que hay que conocer, o simplemente un fandango de Huelva’. Ahora se abusa de los tonos transportados, y a veces cuando se va a acompañar por alegrías no se mete un Do o un tono clásico, los tonos negros que se llaman, y eso lo que hace es difuminar el cante. Eso no es bueno. Creo que para tocar bien hay que tener una base, y ya luego después hacer lo que quieras (toca tonos de bosanova con la guitarra). Eso es como querer ir a la universidad sin ir al colegio, eso ha pasado en la guitarra, por eso a muchos jóvenes les cuesta tocar por derecho, con un golpe en la madera o un rasgueado bonito.
–Ya que habla de esa época con Rafael, ¿qué recuerdos tiene de él?
–Rafael era un incomprendido, no creo que tuviera mal genio como dicen, y a nosotros nos inculcó una cosa por encima de todo, que nunca se acaba de aprender. Él tenía una filosofía propia y a mí me fascinaba la manera que tenía de explicar las cosas, era muy gráfico. Era muy culto y leía muchísimo.
–El otro día me decía Paco Cepero que actualmente es difícil escuchar una guitarra y diga ‘este es tal’ o ‘este es cual’ porque todas suenan igual. ¿Qué opina de eso?
–Que estoy de acuerdo. Hoy día se toca todo igual, se ha perdido la esencia del toque y eso antes no ocurría. Tú escuchas a Parrilla, a Cepero, a Morao o a mi hermano y a mí e incluso a Vicente Amigo y sabes quién es, pero hay muchos a los que no los puedes identificar.
–¿Sobra parte de técnica hoy día?
–No creo que sea eso, es que también estamos viviendo hoy día una época en la que los sentimientos están disminuyendo y claro, al no haber sentimientos la música no es la misma. Además, los chavalotes jóvenes de hoy día lo tienen todo, cuando empiezan a tocar tienen las mejores guitarras porque su padre se las compra. No luchan, ni lloran ni sufren por una guitarra mala para comprarse una guitarra buena. Yo recuerdo que antes teníamos un casette y cuando se rompía la cinta teníamos que pegarla y lo que faltaba había que inventárselo o intuirlo, pero ahora no, tienen las grabaciones que quieren con internet. Eso por una parte está bien porque se tiene mayor capacidad, pero por otra parte se pierde esa lucha, y la lucha es amor propio, aquello que quieres conseguir, y entonces no se le da el valor.
–Con lo que le costaría a usted comprarse su primera guitarra...
–Fíjate que yo empecé tocando una guitarra que me dio mi hermano, pero ya después no me venía bien y me tuve que ir a la viña del Majuelo con mi padre y echar quince días de trabajo. Vine con los dedos destrozados pero pude comprarle a mi maestro Rafael del Águila una guitarra de Eladio Fernández de Almería.
–A sus 58 años, su currículo discográfico es amplio pero nunca grabó en solitario. ¿Ha pensado en ello?
–Sí, es algo que tengo pendiente y quiero empezar a hacerlo pronto. Yo he acompañado a Tío Borrico, de Diego Rubichi, José El Mono, Fernando de la Morena, mi primoCurro de la Morena, María Soleá, a Los Agujetas, Fernanda de Utrera, Chano Lobato, Chocolate, Manuel Mairena, Adela la Chaqueta, El Sordera, la familia Montoya. Mira, mi última aparición en un disco fue con Lole y Manuel en ‘Una voz y una guitarra’, que fue un disco en directo que se grabó en el Teatro Monumental con la Orquesta de Radio Nacional de España. El disco solo me lo planteo como una obligación y quiero hacerlo con mi forma de tocar. De hecho mi hijo, que tiene un estudio en su casa, me ha propuesto que vaya grabando cositas. Me parece bien y si algún día me voy me gustaría que quedase algo de lo mío.
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