Un proyectil refuerza la existencia de un campamento militar cartaginés en Mesas de Asta

El investigador jerezano Francisco Jordi y la doctora en Filología Semítica Maria Josep Estanyol i Fuentes identifican la letra púnica mem de mehanat ‘campamento’ en un glande de plomo procedente de Asta Regia

La moneda militar cartaginesa de Asta

El glande de plomo con letra púnica mem retrógrada procedente de Mesas de Asta (Museo Arqueológico Municipal de Jerez de la Frontera).
El glande de plomo con letra púnica mem retrógrada procedente de Mesas de Asta (Museo Arqueológico Municipal de Jerez de la Frontera).

Nuevas evidencias indican la existencia de un meḥanat o campamento militar cartaginés en Mesas de Asta, “entre ellas, la similitud topográfica de Mesas de Asta (Jerez) con Mesa de El Gandul (Alcalá de Guadaira), consistente en dos mesas principales, separadas por una cañada, que constituyeron el asiento de la población y el campamento; los hallazgos de monedas militares cartaginesas en contexto de excavaciones arqueológicas; y, por último, un glande (proyectil) de plomo de tipo bicónico con letra púnica incierta, que nosotros hemos podido identificar con una mem (letra M del alfabeto fenicio-púnico) retrógrada en alusión a meḥanat. Nos alegra contar con la opinión unánime sobre la existencia de este campamento militar cartaginés por parte de la catedrática emérita en Arqueología por la Universidad de Sevilla Francisca Chaves Tristán, y del doctor en Arqueología por la Universidad de Extremadura Francisco Germán Rodríguez Martín”, apunta el investigador jerezano Francisco Jordi.

El glande de plomo de tipo bicónico con letra púnica, hasta ahora sin leer, hallado durante las campañas de excavaciones arqueológicas en Mesas de Asta (1942-43) realizadas por el arqueólogo Manuel Esteve Guerrero ha sido objeto de revisión en estos últimos meses por el investigador jerezano Francisco Jordi Páez y la doctora en Filología Semítica de la Universidad de Barcelona Maria Josep Estanyol i Fuentes. El estudio de esta pieza tan excepcional está enmarcado dentro de un trabajo de investigación sin precedentes que realizaron Francisco Jordi Páez y Eugenio José Vega Geán, aún pendiente de publicarse, titulado ‘La moneda hispano-cartaginesa de influencia indígena acuñada durante la estabilización de la conquista bárcida por el campamento militar cartaginés de Mesas de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz)’.

A la izquierda, glande de plomo de El Puerto de Santa María, (véase García Garrido y Lalana, 1991-93: p. 104, nº 14); a la derecha, letra púnica mem retrógrada inscrita en el molde.
A la izquierda, glande de plomo de El Puerto de Santa María, (véase García Garrido y Lalana, 1991-93: p. 104, nº 14); a la derecha, letra púnica mem retrógrada inscrita en el molde.

“La aparición de otra pieza con la misma inscripción púnica, procedente de El Puerto de Santa María, en un artículo de Manuel García Garrido y Luis Lalana titulado ‘Algunos glandes de plomo con inscripciones latinas y púnicas hallados en Hispania’, publicado en Acta Numismàtica, nº 21-23 (1991-93), en el que identificaron la letra púnica con una mem retrógrada, me llevó a poner esta evidencia en manos de la epigrafista Maria Josep Estanyol i Fuentes, que ha confirmado que lo ve muy plausible. En opinión de Estanyol, la posición retrógrada de la letra púnica nos estaría indicando un síntoma de dislexia, que ya pudimos constatar en la letra púnica ’aleph retrógrada de la moneda hispano-cartaginesa de arte iberizante que atribuimos a Mesas de Asta”, explica Jordi.

En este sentido, la letra púnica mem es conocida por aparecer inscrita debajo del prótomo de caballo en las monedas sículo-púnicas del siglo IV a.C. en alusión a mḥnt, que muestran, en sus series argénteas, la leyenda púnica ‘mmḥnt, compuesta por las palabras ‘m [am] ‘pueblo’ y mḥnt [meḥanat] ‘campamento’, que se podría interpretar como ‘población del campamento’, siendo mḥnt una palabra que deriva de la raíz ḥny que significa ‘acampar’. En el caso de las letras púnicas ‘aleph, beth o yod, distintas a mem, que aparecen delante del prótomo de caballo, con diferentes estilos artísticos, podrían indicar la existencia de distintos lugares de acuñación por parte de los campamentos militares cartagineses, siendo Mesas de Asta la posición A y Mesa de El Gandul la posición B, en concordancia con las monedas que portan dichas letras púnicas y que predominan en cada uno de estos dos enclaves, además de la análoga relación tipológica existente con las monedas de cada región.

“Estamos ante un arma arrojadiza propulsada, lo que viene siendo un proyectil de honda, que cuenta con un peso de 106 gr y unas dimensiones de 5,3 x 2,8 cm, realizado con un molde bivalvo del que se conservan las rebabas, mostrando también, fundido en el molde, la inscripción púnica mem retrógrada. Estos proyectiles de plomo surgen, probablemente, en Grecia, hacia el siglo V a.C., pues se impusieron en los ejércitos regulares (Jenofone, Anábasis III, 3, 17) por su mayor alcance y precisión, dada su composición de plomo en pesos muy estandarizados y de forma aerodinámica, aunque el alcance dependía de la forma, el peso y el tipo de honda, así como de la habilidad del propio hondero. El proyectil de honda es más peligroso que la flecha, pues viaja a mayor velocidad, con una trayectoria invisible (Onassandro, Estratégico XIX, 3), y su impacto puede inhabilitar por conmoción a la persona que lo recibe, aunque no llegue a penetrar un casco o una coraza, además de su sencilla fabricación por cada combatiente en condiciones de campaña militar”, desgranan Jordi y Vega.

Este nuevo hallazgo epigráfico, que se incluirá en uno de los capítulos del extenso trabajo de investigación de Jordi y Vega, viene a demostrar la existencia de un área campamental cartaginesa en Mesas de Asta, de ahí su cariz beligerante en el control cartaginés del territorio mediante Turres Hannibalis, como la servil lascutana, en Alcalá de los Gazules, que estuvo bajo el yugo cartaginés y la fundación de factorías agrícolas como la de Cerro Naranja en Los Garciagos. Tras la pérdida de sus dominios territoriales, durante la descapitalización de los centros comarcales a partir de la conquista romana, Asta decidió encabezar las sucesivas revueltas de los turdetanos contra los romanos, una soberbia que, al final, sería debelada.

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