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Un 'héroe' a los mandos del autobús

El conductor Francisco Caro le salvó la vida el pasado lunes a un hombre que se quedó sin respiración en la Línea 2 del transporte urbano "Uno nunca está preparado para esto", destaca

Francisco Caro posa ayer junto a uno de los autobuses urbanos que conduce normalmente.
Domingo Díaz Jerez

29 de junio 2016 - 01:00

No lleva capa y no tiene máscara. Tampoco vuela, ni tiene superpoderes. Eso sí: viste de uniforme y ya ha salvado más de una vida. En concreto, han sido cuatro. Francisco Caro es conductor de los autobuses urbanos, aunque cualquiera que conozca su historia pensará que es una especie de héroe. Con sus rápidas actuaciones de auxilio ha sacado de apuros a personas que se debatían entre la vida y la muerte. La última fue el pasado lunes, cuando un señor de avanzada edad se quedó paralizado sin poder respirar en la Línea 2 de Picadueñas, en plena calle Merced.

Una señora dio el grito de auxilio: "Chófer, chófer". Entonces, según relata este conductor de autobús convertido en héroe una vez más, "paré, puse al hombre en el suelo y empecé a darle un masaje cardíaco para intentar hacer que respirara. Luego le puse mi cojín en la cabeza y poco a poco fue cogiendo aire. Con un pañuelo le saqué la lengua y ya se puso mejor e iba respirando, hasta que llegó la Policía Local y la ambulancia se lo llevó".

Este tipo de situaciones "no son normales" en el transporte urbano, comenta Caro, que es la primera vez que se enfrenta a un suceso de este tipo mientras está al mando del autobús. De ahí el nerviosismo que manejaba tras lo ocurrido, que le cogió en una calle Merced atascada por el tráfico. "No sé ni cómo se llama el hombre. Sé que es una persona muy amable que utiliza frecuentemente el autobús y es simpatiquísimo con nosotros. Pero no sé nada más. La policía sí le cogió el nombre", relataba el chófer antes de poder hablar con él. Finalmente, tras buscarlo en el hospital y la comisaría, un compañero le dio la dirección de su casa y acudió en su búsqueda en la tarde de ayer. "Cuando lo he visto me ha dado las gracias. Le dieron el alta esa misma noche y, aunque los médicos no saben lo que tiene, parece que son ataques epilépticos porque ya le ha pasado más de una vez", explica.

La actuación fue prácticamente improvisada. "Son circunstancias y actúas como te sale en el momento", afirma este hombre que reconoce tener unos conocimientos elementales de primeros auxilios. "Hice un cursillo por la mutua con la empresa, y también en el Ejército -donde estuve diez años- te enseñan algo básico", explica antes de zanjar: "Uno nunca está preparado para una situación así".

Pero no es la primera vez que Francisco Caro salva una vida, aunque espera que no se vuelvan a repetir este tipo de situaciones nunca más. La primera ocasión en la que reaccionó fue con un menor de edad. "Estaba yo trabajando y la madre empezó a gritar porque el niño estaba morado. Lo sacudía nerviosa y yo acudí corriendo. Como la madre no reaccionaba, le tuve que quitar al niño de los brazos, le di en la espalda y empezó a vomitar. Entonces ya empezó a reaccionar. Se había tragado un plástico que había dentro del potito que le estaba dando la madre y se le había quedado en la garganta".

En las otras dos ocasiones no le cogió en el puesto de trabajo, pero también tuvo una pronta reacción y por suerte logró sacar del apuro a dos varones. "Estaba un domingo en La Vega y de repente le dio a un hombre un ataque epiléptico, cayó al suelo y se abrió la cabeza. Me pareció increíble porque nadie acudió a ayudarle y la brecha era bastante grande. Yo fui y le saqué la lengua, que se la estaba tragando", cuenta de uno de los sucesos. El otro ocurrió en un conocido bar de la ciudad: a un hombre le dio un infarto y "le hice un masaje cardíaco hasta que llegó la ambulancia".

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