Las hipotecas
Se limpiaba las lágrimas en un rincón del interior de una empresa financiera. Tendría algo más de treinta y cinco años. Le pregunté si le podía ayudar en algo. Contestó que solo un milagro podría ayudarla. ¿Qué le pasa?: es un problema de la hipoteca. Medio secó sus lágrimas y se marchó de la oficina de la calle Larga.
Es duro para los que lloran y para los que les ven. Porque en el interior de una entidad financiera, dejando aparte a los trabajadores, que también tienen sus problemas, se está en el corazón del sistema, en donde se generó la madre de todas las crisis.
En los antiguos Montes de Piedad, y ahora todavía en Cádiz, su función social consistía en conceder un préstamo a cambio de la posesión y conservación de una prenda de más valor. En la hipoteca no se entrega la vivienda, queda inscrita en el Registro de la Propiedad, funcionando desde 1861.
En la euforia ganadora de beneficios, se ofrecieron préstamos hipotecarios por encima del valor de la vivienda: “Para que lo amuebles y te puedas comprar el cochecito”. Algunos tasadores incrementaban el valor del inmueble a indicación del director de la entidad financiera.
Se pasó de poder pagar una hipoteca de 15 a 25 años. En un banco se ofrecieron hipotecas a casi cuarenta años. ¡Como si fuera un alquiler! Así en vez de un piso de tres habitaciones te compras uno de cuatro o un pareado.
En España se ha desarrollado más la compra de piso que el alquiler de vivienda. El afán de la propiedad fue incrementándose por la pobreza en el franquismo de no tener nada. Muchos emigraron para ahorrar y poder tener vivienda propia. Hace unos días en TVE, se proyectó la película “Un franco: 14 pesetas”, sobre un grupo de españoles emigrantes a Suiza.
El Partido Popular y el Partido Socialista han rechazado una proposición de ley de Izquierda Unida para que cuando exista un impagado de un determinado número de mensualidades, con la entrega de las llaves de la vivienda se diera por cancelada la deuda. También lo han pedido la Federación Española de Municipios y Provincias.
Actualmente si no pagas, a partir de tres atrasos se inicia un procedimiento judicial que termina en la subasta de la vivienda. Si el precio alcanzado en la subasta no llega a cancelar la deuda, tienes que seguir pagando la diferencia, además se tiene que buscar dónde vivir. Es la ruina total. El problema aumenta con el bajón en el precio de la vivienda. Están atrapados.
Claro que si esos partidos mayoritarios hubieran aceptado la proposición de ley, el valor de los activos de las entidades financieras hubieran disminuido, lo cual provocaría aún más el hundimiento de entidades financieras, sobre todo de algunas cajas de ahorros que los miembros de los partidos mayoritarios dirigen. ¿Quién piensa en el artículo 47 de la Constitución: el derecho a la vivienda?
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