...Y se hizo real
¿Qué ocurrió aquella tarde del 15 de octubre de 1987? · Una rápida ojeada a la historia del 'Recreo de Las Cadenas', sede de la Escuela Andaluza del Arte Ecuestre
Todo comenzó en un solar repleto de jaramagos. Tenía 49.370 metros cuadrados y lo formaban la Huerta de las Almencillas, tres casas de la calle Pozo del Olivar y cinco de la calle Pizarro. Érase una vez, hace muchos muchos años, Julián María Pemartín Laborde, hombre de abolengo, con buen ojo para los negocios, de raíces francesas y polifacético en sus ocupaciones laborales, pidió autorización al Ayuntamiento para levantar sobre esos terrenos un suntuoso palacio, atribuido a Garnier: Se le llamó el palacio de 'El Recreo de las Cadenas'.
La mala fortuna en los negocios pusieron a Julián María Pemartín al borde del precipicio. En octubre de 1879 se hace cargo del palacio la sociedad Sandeman, Buck y Cía. y el inglés Walter J. Buck Ckemp convirtió el palacio en su vivienda particular, que pisaban la nobleza jerezana y extranjera y que servía de centro de reunión y partida de muchas expediciones naturalistas y cinegéticas al Coto de Doñana. Junto al palacio, Julián María había levantado un enorme parque botánico con especies vegetales y exóticas plantas. Walter, un hombre apasionado por la naturaleza que, junto al escritor Abel Chapman, editó clásicos de la bibliografía naturalista y cinegética española, pobló el jardín de una variada fauna y grandes pajareras. Un jovencísimo Mauricio González-Gordon tuvo la oportunidad de conocerlos y es muy posible que de aquí, despertara su enorme afición por la defensa de la naturaleza y la ornitología.
Más cosas: Bertram y Ernesto Alberto Sandeman compran la finca en 1904 a la sociedad Sandeman, Buck y Cía. por 138.250 pesetas. Louis Mary Buck casó con Bertram y, ya viuda, vendió su parte del indiviso del palacio a Enrique Sandeman Fenwick, que compró a su primo la otra mitad del recreo. Y, por fin, en 1928 es Francisco de Borja Zuleta Reales quien accede a su propiedad tras su compra a la familia Sandeman. Francisco de Borja casó con María del Carmen de Carvajal Alcázar, hija del XI duque de Abrantes, que le dio once hijos.
Damos un salto en el tiempo hasta 1975: En el más absoluto abandono, el palacio sufre un importante deterioro y sus jardines pierden su esplendor. Fue entonces cuando Pío Cabanillas, a la sazón ministro de Información y Turismo, contacta con los hermanos Zuleta y el matrimonio Merello-Díez y registra la propiedad de la finca para ubicar la Escuela Andaluza de Equitación, que por entonces sólo disponía de una triste carpa en un lateral del González Hontoria para realizar sus exhibiciones. Aquella enorme e imponente parcela que serviría de escenario para películas como las de 'Cuba', 'Montoyas y Tarantos' o 'Volavérunt' o anuncios publicitarios de la General Motors, se convirtió en el germen de lo que hoy conocemos como la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.
José Luis Picardo Castellón, respetado arquitecto jerezano, se encargará en 1978 de levantar el picadero cubierto de estilo neobarroco andaluz para 1.600 personas y las cuadras y, más tarde, en 1984, Junta de Andalucía y Diputación procedieron a la restauración del palacio y de sus jardines de estilo francés.
En toda esta historia de blanco y negro, hay un hecho providencial que ocurre, cómo no, en plena feria. Era mayo de 1973: Los entonces Príncipes de Asturias otorgaron a Álvaro Domecq Romero, a propuesta del Ministerio de Información y Turismo, el galardón de 'Caballo de Oro' por su aportación al arte del rejoneo y su dedicación al caballo. Como agradecimiento, Alvarito ofreció en el Hontoria un espectáculo ecuestre que llevaba el nombre de 'Cómo bailan los caballos andaluces'. Alvarito lo recuerda ahora de esta manera: "Cuando acabamos el espectáculo, don Juan Carlos se me acercó, ilusionado, nos fundimos en un abrazo y me dijo: 'Alvarito, esto hay que mantenerlo, esto no puede perderse".
Álvaro asegura que, sin la mediación de los Reyes, jamás hubiera existido la Escuela. La relación del Rey con la ciudad no era nueva. La propia doña Sofía había pasado unos días en 'Los Alburejos' y la amistad de los monarcas con Álvaro padre llegó a ser muy estrecha. Juan Carlos de Borbón se había formado en Italia junto al político y Alcalde Perpetuo de Jerez Miguel Primo de Rivera y fueron los príncipes y el propio Franco quienes le propusieron que prolongara en un año su mandato al frente de la alcaldía para poder visitar la ciudad. Aquel éxito ante los príncipes recompensaba el esfuerzo de Alvarito Domecq, primer director técnico de la entidad, que contó con la ayuda de un grupo de amigos interesados en perfeccionar la doma y la Alta Escuela: Francisco García Romero, Antonio Moreno, Manuel Méndez, Antonio Diosdado, Luis Ramos Paúl y Manuel Vidrié. Don Álvaro tenía infinitos contactos, trabajaba en la 'cocina'; Alvarito actuaba.
La idea prosperó. En julio de 1986, la Escuela adquiere a la familia De la Riva treinta y cinco ejemplares de Pura Raza Española y diecinueve carruajes de incalculable valor histórico con sus arneses, algunos de ellos construidos en 1730 y que, con el tiempo, conformarían el anexo Museo del Enganche. Era junio de 1987: los miembros del patronato de la Escuela se desplazan a la Zarzuela para proponer a don Juan Carlos la presidencia de honor y la denominación de 'Real' a la institución. Como compensación, el 15 de octubre de ese año los Reyes presiden desde el palco de honor del picadero la exhibición de los actos inaugurales de la ya Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. De manera paralela, el siempre recordado Paco Toro exhibió sus soberbios caballos en tinta y acrílico.
Entretanto, la ciudad funcionaba. El PA de Pacheco gobernaba holgadamente en el hemiciclo municipal, los jerezanos seguían con avidez los avatares de la paisana Lola Flores ante Hacienda, la condena del autor del 'crimen de El Cuco' y se pirraban por la película 'El Lute, camina o revienta', que se exhibía en una de las tres salas con que, por entonces, contaba la ciudad.
¿Dónde estaba usted esa tarde del 15 de octubre de 1987? Recuerdo aquel empleado de banca que pasó dos horas en su vehículo por la falta de un plan organizado de tráfico ante este acontecimiento que produjo atascos kilométricos. La entrada a Jerez de los Reyes comprendía su paso por la avenida, Cruz Roja y Duque de Abrantes. Aquel hombre publicó en este periódico una carta de queja al ex jefe de la Policía Municipal, Víctor Comendador. A la mañana siguiente, funcionarios de la Policía se presentaron en su casa para proceder a su detención por orden del juez Núñez Ispa, que alegaba un delito de injurias a la autoridad. En el incidente intervino de inmediato el 'califa verde' y el caso fue archivado. Tampoco faltaron las disputas políticas por el acontecimiento. Los andalucistas acusaron a la Diputación de marginar al gobierno municipal en el acto. A modo de pataleta, Pacheco convocó a sus correligionarios y decidieron no acudir al evento. Finalmente, la intervención de la Casa Real y del presidente de la Diputación, el desaparecido Alfonso Perales, lograron convencerlo. Pacheco estaría junto a los Reyes, pero nadie más de su equipo municipal.
José Manuel Melero Pina era por entonces gerente de la Escuela: "Lo recordaré como un acto brillante, un día histórico para Jerez, que fue incluso emitido por la UHF (segundo canal de Televisión). Estuve en el cargo nueve años y logramos hacer de la Escuela una institución más abierta, para todos los jerezanos, creando paquetes turísticos y otras innovaciones".
Los años pasaron y la Real Escuela alcanzó fama internacional. Aquella enorme parcela que había servido de plató de películas y había acogido visitas de los más variopintos dirigentes y personajes del mundo entero es ahora el primer referente provincial del turismo y cumple con su vocación didáctica en forma de Universidad para jinetes. Si Julián María Pemartín lo hubiera imaginado...
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