El día que Jerez quedó incomunicada
Ciudad | Efeméride
Se cumplen 30 años del histórico incendio en el edificio de Telefónica de la Plaza del Banco
La ciudad estuvo tres meses sin servicio telefónico algo que afectó a la economía local
Jerez/¿Se imaginan estar sin teléfono durante tres meses? Pues sí. Ocurrió en Jerez hace ahora 30 años, tras un enorme incendio producido en la central de la Compañía Telefónica Nacional de España (posteriormente Telefónica) situada en la Alameda del Banco. La magnitud del siniestro fue tal que todavía hoy, tres décadas después, muchos ciudadanos recuerdan con estupor ya no lo acaecido una madrugada del 14 de noviembre de 1988, sino todo lo que vino después.
Para entender lo que sucedido, habría que imaginarse una situación similar. Es como si ahora, cuando apenas utilizamos los teléfonos fijos, nos quedásemos sin línea de móvil e incluso sin internet durante tres meses. Se hace difícil imaginarlo, ¿verdad?
Lo cierto es que Jerez se levantó aquel 14 de noviembre de 1988 sin teléfonos. Más de 25.000 abonados se quedaron sin servicio telefónico en la ciudad, inicialmente los que empezaban por 32, 33 y 34, pero también los que comenzaban por 30 y 31, que sólo se podían comunicar entre sí. Además, quedó interrumpido el servicio con poblaciones cercanas como La Barca, Torrecera, El Torno, Nueva Jarilla, aunque éstas quedaron resueltas al poco tiempo.
El incendio había destruido por completo las instalaciones del edificio, una construcción que comunicaba la calle Judería con la Alameda del Banco. Las investigaciones corroboraron posteriormente que se debió a un cortocircuito. Incluso pudo haber sido peor al encontrarse una caldera de gasoil a unos veinte metros.
El problema tocaba de lleno a toda una ciudad, ya no simplemente porque dejaba sin teléfono a miles de ciudadanos, sino porque afectaba a numerosos comercios y negocios, desde entidades bancarias a todo tipo de establecimientos del centro de la ciudad, en especial las que trabajaban con servicios como télex y telefax, caso de Diario de Jerez, algunos bancos, muchas bodegas, agencias de viajes e incluso las oficinas de Renfe.
El miedo al colapso
Los días posteriores al incendio fueron una carrera de fondo para Telefónica, que trataba de solucionar a marchas forzadas la situación. Entre las medidas adoptadas, de manera provisional, fueron las de trasladar muchas líneas a la centralita existente en Montealto. Sin embargo, el ‘fantasma’ del colapso se antojaba como la principal preocupación para los responsables de la compañía. Tanto que desde la empresa recomendó a los usuarios, a nivel nacional, que se abstuvieran de de intentar contactar con Jerez, y a los clientes que tenían números que empezaban por 30 y 31 se les ‘invitó’ a usar el teléfono lo menos posible.
La saturación, no obstante, se hizo notar en algunos enclaves específicos, ya que tanto los bancos como el hospital e incluso la Policía padecieron las consecuencias de esta falta de comunicaciones. Todo ello pese a que en los días posteriores al siniestro, Telefónica facilitó, como en el caso del hospital y la comisaría de Policía, al menos una línea provisional para no verse incomunicado. Aún así, en el hospital, por ejemplo, la comunicación interna fue casi nula, tanto a nivel de profesionales como a nivel de pacientes, sobre todo los foráneos, se quedaron sin poder hablar con sus familiares, pues la única vía de contacto entonces era el teléfono.
Remedios de urgencia
La solución provisional para las comunicaciones en Jerez fue la instalación de locutorios en diversos puntos de la ciudad, varios en el centro y otros tanto en barriadas. En total se colocaron diez locutorios por todo Jerez, primero en la Alameda del Banco (seis cabinas, dos teléfonos de monedas y un telefax) y en la calle Porvera (seis teléfonos de monedas).
Porteriormente, se hizo lo propio en barriadas como La Granja (que se retiró días después al dar línea a muchos de los usuarios de la zona, situándose en Las Angustias),Federico Mayo y Princijerez.
Hasta allí se desplazaban los ciudadanos para realizar las pertinentes llamadas (de carácter gratuito), formándose en torno a estos puntos largas colas, aunque según se reconocía en la prensa de entonces, sin ningún tipo de incidentes.
Eso sí, la demanda fue tal que semanas después de su puesta en funcionamiento, se optó por establecer un tiempo máximo de llamada, en concreto 3 minutos. Transcurrido ese tiempo, el usuario podía volver a hacer cola y llamar nuevamente hasta agotar otros tres minutos.
La mayoría de llamadas eran de carácter urbano e interurbano, si bien, muchos aprovecharon la ocasión para llamar al extranjero, que entonces costaba bastante.
Sin lugar a dudas, los más afectados por el incendio fueron las bodegas, en plena campaña navideña, pero sobre todo los hoteles y las agencias de viaje, que perdieron importantes cantidades económicas. También, en el día a día, sufrieron las farmacias, enfrentándose a serias dificultades para realizar pedidos con las distribuidoras, de ahí que durante algunos días la falta de ciertos medicamentos se hizo patente.
Evidentemente, la situación invitó a la promoción de los primeros teléfonos móviles que aparecían en España. Se trataba del denominado TMA-450 (de telefonía móvil automática y la banda de frecuencias en que operaba, 450 MHz). Sin embargo, esta opción sólo se la podían permitir personas de cierto estatus y rango económico, pues su coste rondaba el millón de pesetas. Para hacernos una idea, en aquella época, finales de los ochenta, el sueldo medio en la ciudad estaba en torno a las ochenta mil pesetas.
Mientras las obras comenzaban, Telefónica colocó en plena Alameda del Banco, a las puertas de la sede incenciada, dos centrales móviles que teóricamente acogerían a 300 abonados cada una, y que podrían ser ampliables a 700 más. La primera de ellas se puso en funcionamiento una semana después del accidente, pero la segunda no echó a andar hasta el día 28 de noviembre, quince días más tarde.
Asimismo, y tras varias reuniones con los empresarios de la ciudad y la Cámara de Comercio se completó un cupo de líneas telefónicas prioritarias.
Crispación en aumento
El paso de los días propició que la crispación de los jerezanos fuese en aumento, sobre todo porque veían que el arreglo, tal y como desde la empresa se vaticinó desde el primer momento, iba para largo.
En este sentido, el entonces alcalde, Pedro Pacheco, avisó días después del incidente sobre la urgencia de solucionar el asunto. Pacheco calificó el incencio como “una catástrofe sin víctimas”, para concluir diciendo que en el edificio “había más ratas que cables”, se recoge en Diario de Jerez del 17 de noviembre.
Días después, fueron los taxistas los que criticaron la actitud de Telefónica argumentando que pese a solicitarla, no había sido facilitada una nueva línea para el servicio y “así no podemos trabajar”, explicaba el presidente de Tele Taxi, entonces Manuel Sánchez. Como otros, dicho colectivo trataba de paliar este problema con varias emisoras con unos walkie talkies en determinados lugares, caso de hoteles. Afortunadamente para ellos, una semana después la compañía les habilitó dos líneas.
Pacheco instó a Telefónica cumplir los plazos preestablecidos, e incluso llegó a convocar un pleno extraordinario para analizar la situación. Por su parte, la compañía, con el objetivo de cumplir su compromiso, no dudó en desplazar hasta Jerez a técnicos y personal desde distintas partes del país.
Solución paulatina
Conforme fueron pasando los días, la Compañía Telefónica fue, lentamente, dando líneas a numerosos usuarios. Se hacía de manera provisional y con un número distinto. Para ello, se editaron cien mil suplementos de guías que se distribuyeron por toda la ciudad.
En la primera semana se devolvió el servicio a unos 1.000 abonados, y semanas después, se atendió a los calificados como prioritarios, unos 2.600.
A mediados de diciembre, a esa cifra se le sumaron 4.000 más, y a mediados de enero a diez mil más. Sucesivamente se fue solventando la incomunicación, ya incluso, a partir de enero de 1989, con la implantación de la tecnología.
De cualquier modo, la calidad del servicio dejaba mucho que desear con saturaciones en las líneas durante algunas horas concretas del día.
Pero no todas fueron malas noticias para Jerez, ya que el incendio propició que la ciudad se convirtiera, en los primeros meses de 1989, en una de las localidades españolas con centralita más moderna. Hilario Laguna, entonces director provincial de Telefónica, lo anunció días después del siniestro, confirmándose una semana después una inversión de 6.000 millones de pesetas. Meses más tarde, fue el jerezano Cándido Velázquez, flamante nuevo presidente de la compañía, quien hizo pública una inversión de 12.000 millones de pesetas.
A finales de enero de 1989, la compañía hablaba ya de un reestablecimiento del servicio en su totalidad. Así se lo avanzaba Luis Solana, presidente de Telefónica, a Pacheco en una reunión mantenida el 12 de enero de 1989 en Madrid, algo que posteriormente se confirmaría.
La digitalización total y la vuelta a la normalidad llegaría durante el transcurso de aquel año.
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