La increíble vida de Fortún Ximénez de Bertendona y su paso por Jerez
Los investigadores Pedro Dermitt Martínez (Bilbao) y los jerezanos Manuel Romero Bejarano y Francisco Pinto Puerto desgranan en una investigación la biografía de este cantero, que era además navegante y descubrió California
Ejemplo excepcional de los lazos entre artes como la arquitectura y cosmografía, fue también el arquitecto del puente de Cartuja en Jerez
"En el transcurso de los siglos XV y XVI se producen numerosos cambios de paradigmas, como la visión del mundo conocido y su representación; de un horizonte plano a uno curvo, del plano a la esfera. En este tránsito, los reinos de Castilla y Portugal tuvieron un protagonismo indiscutible que trasvasa los límites entre las técnicas y las ciencias, los saberes y los oficios. La representación del mundo conocido, así como la representación de elementos constructivos como las bóvedas son muestra de ello, como han dejado constancia tratados, manuscritos y otros documentos elaborados en aquel especial momento de cambio. Pero el tránsito de saberes y técnicas entre oficios va más allá de aquellos propios de la arquitectura".
Así presentan los investigadores Pedro Dermitt Martínez (Bilbao) y los jerezanos Manuel Romero Bejarano y Francisco Pinto Puerto la comunicación 'El tránsito de saberes y técnicas entre oficios: el maestro Fortún Ximénez de Bertendona, cantero y navegante', publicada en las actas del Décimo Tercer Congreso Nacional y Quinto Congreso Internacional Hispanoamericano de Historia de la construcción, Santo Domingo (Rep. Dominicana), 20 a 23 de marzo de 2024. La interesante biografía de un cantero, que era además navegante y descubrió California. Fue también el arquitecto del puente de Cartuja en Jerez.
Los documentos proponen su presencia activa en obras americanas, portuguesas y de la Baja Andalucía, y su participación excepcional en este ambiente de intercambios. "En una misma persona confluyen saberes que planteamos como convergentes ya en trabajos anteriores", señalan.
Cuentan los tres investigadores que hay pocos datos sobre los orígenes de este maestro. "Se ignora su fecha exacta de nacimiento ni su formación, si bien su trayectoria profesional se desarrolló en dos ámbitos demostrados: la navegación y la arquitectura. Sabemos que era natural de Bilbao y que su padre, Ximeno de Bertendona, provenía de una familia de pilotos navales. De hecho, su pericia le hizo ser uno de los pilotos contratados por Juan de Arbolancha para gobernar uno de los barcos que formaron parte de la denominada Armada de Flandes, flota que en 1496 fletaron los Reyes Católicos con el fin de llevar a su hija Juana a su matrimonio con Felipe el Hermoso y traer desde Flandes a la princesa Margarita para su desposorio con el príncipe Juan. La madre de Fortún Ximénez, María Sánchez de Arego, provenía de una dinastía de maestros canteros".
El 25 de mayo de 1510, los responsables de la Casa de Contratación de Sevilla firmaron un contrato con el jerezano Alonso Rodríguez, quien por entonces ocupaba el cargo de maestro mayor de obras de la Catedral Hispalense. Por el documento, Rodríguez se obligaba a dar las trazas de varias iglesias parroquiales que se tenían que levantar en la isla de La Española. Pese a que Alonso Rodríguez había firmado el contrato para trazar las primeras iglesias de la isla, no se movió de Sevilla, enviando a dos maestros y varios oficiales que inspeccionarían las condiciones del terreno, así como la disponibilidad de materiales de construcción. Los maestros elegidos para el viaje fueron el sevillano Juan de Herrera y Fortún Ximénez de Bertendona, acompañados de once oficiales obreros.
"Las condiciones del contrato eran muy ventajosas, pues además de un alto salario se le ofreció alojamiento gratuito en el destino, así como la dotación económica para la contratación de un aprendiz a cada uno. Esto puede deberse al prestigio de los maestros por aquel entonces, algo que desconocemos, o bien a que nadie quería marchar al Nuevo Mundo, dadas las penosas condiciones del viaje. En todo caso, Fortún Ximénez era el candidato ideal para esta misión, ya que además de dominar el arte de la cantería, era capaz de pilotar naves", relatan en la investigación.
Sin embargo, los planes iniciales se frustraron. Por problemas administrativos las obras de las iglesias no llegaron a realizarse y Alonso Rodríguez no envió ninguna traza al Caribe. Las autoridades de La Española, aprovechando la falta de trabajo de los maestros, les encargaron varios edificios civiles en Santo Domingo. Los maestros regresaron a España sin llevar a cabo las obras de los templos que se les habían encomendado. Fortún Ximénez se encontraba de vuelta en la Península Ibérica a finales de 1512, estando documentado como vecino de Bilbao algunos meses después y como vecino de Busturia, localidad vizcaína, un año más tarde.
Tras su paso por tierras lusas, encontramos a Fortún Ximénez en Jerez de la Frontera en 1526, dando trazas para el puente de Cartuja. "Ximénez de Bertendona permaneció en Jerez y su entorno apenas dos años antes de marchar de nuevo a las Indias. Es muy posible que en este tiempo interviniese en la obra de la parroquia de San Miguel, dirigida por Pedro Fernández de la Zarza, ya que algunos de los pilares del templo fueron reformados en este momento y presentan un aspecto nada habitual en la Baja Andalucía y presente en zonas de actividad de los maestros vascos del momento, como La Rioja".
Los investigadores apuntan en su comunicación además que en julio de 1527, Fortún se encontraba en Cádiz ocupado en el puente de Suazo, donde le «fueron librados a Fortún Ximénez de Bertendona, maestro cantero, por la costa que hizo en venir a esta ciudad e ir a ver la puente y hacer la muestra, 6.000 maravedís». Se trata de una cantidad considerable por hacer un dibujo o una maqueta, de lo que se puede deducir que se trataría de un proyecto de construcción integral del edificio. No obstante, la azarosa historia de su fábrica, en la que llegó a intervenir Alonso Rodríguez, hace imposible reconocer en el puente que ha llegado hasta nosotros la mano del maestro bilbaíno. Tras este breve periplo andaluz, Ximénez de Bertendona se embarca de nuevo para las Indias, llevando consigo una amplia experiencia no sólo en arquitectura, también en obras de ingeniería.
Un final funesto
Tal y como indica el registro de pasajeros a Indias de 27 de noviembre de 1527, Fortún Ximénez, su esposa Orchanda de Hugarana y su hermano Pedro Ximénez marcharon al Nuevo Mundo. "No sabemos si recalaron primero en La Española, pero hay certeza documental de que los hermanos Ximénez se encontraban en 1528 en Tenochtitlán (hoy Ciudad de México), pues el 22 de agosto del citado año Fortún Ximénez otorgó un poder general a favor de su hermano y de Sancho López de Agurto. A partir de aquí, se pierde la pista de ambos hasta 1533, cuando mueren en extrañas circunstancias. Pero hay que retroceder un poco en el tiempo para entender de qué manera sucedió el fin funesto de Fortún Ximénez".
El motivo de este nuevo viaje puede deberse al regreso a la península en 1527 de un Hernán Cortés triunfante tras la derrota del Imperio Azteca, donde obtuvo de La Corona el título de Marqués del Valle de Oaxaca, el rango de Capitán General de la Nueva España y unas capitulaciones para explorar y poblar islas y tierras de los Mares del Sur, hoy océano Pacífico. El horizonte de ricas tierras por descubrir en las que hacerse rico debió alentar a muchos profesionales con ambición. La primera expedición, capitaneada por Diego Hurtado de Mendoza, partió de Acapulco en 1532, pero fracasó por las inclemencias meteorológicas. La siguiente estaba al mando de Hernando de Grijalva y Diego de Becerra. El primero dirigía la nave 'San Lázaro' y el segundo la 'San Jerónimo'. El piloto de esta nave era Fortún Ximénez de Bertendona.
"Partieron del puerto de Tehuantepec (hoy Salina Cruz) el 30 de octubre de 1533, pero al poco, ambos barcos se separaron. Juan de Carasa, testigo de los hechos, cuenta lo que sucedido en ese viaje. Al perecer Fortún Ximénez participa en un motín, haciéndose con la capitanía de la nave tras dar muerte al capitán y hacer prisionera a la tripulación fiel al mismo, a la cual abandonó a su suerte en unas playas cercanas. Díaz del Castillo continúa la historia que Juan de Carasa termina cuando fue abandonado en la costa de Colima. El relato es digno de una novela de aventuras: «El Ortuño Ximénez dio vela, y fue a una isla que la puso nombre Santa Cruz, donde dijeron que había perlas y estaba poblada de indios como salvajes, y como saltó en tierra para tomar agua , y los naturales de aquella bahía o isla estaban de guerra, los mataron, que no más quedaron salvo los marineros que quedaban en el navío; y como vieron que todos eran muertos, se volvieron al puerto de Xalisco con el navío y dieron nuevas de lo acaecido, y certificaron que la tierra era buena y bien poblada y rica de perlas». Esa tierra hoy se llama California, por lo que a Ortuño Ximénez le cupo el honor de ser su descubridor poco antes de morir". No obstante, Bernal Díaz del Castillo, en su 'Historia verdadera de la conquista de Nueva España', ofrece una versión un tanto distinta de la de Carasa, en la que no deja en tan mal lugar al bilbaíno. Dice que por piloto mayor de la expedición iba “un vizcaíno que se decía Ortuño Ximénez, gran cosmógrafo”.
Héroe o villano, el prestigio de Fortún Ximénez en 1533 fue tal que fue nombrado piloto mayor de una expedición y tal vez hubiese realizado algunas incursiones por la costa con anterioridad, a tenor de las promesas de riqueza que hacía a los otros marineros. El caso es que Ximénez de Bertendona era un hombre que merecía la confianza de Hernán Cortés y de los otros conquistadores.
"Fortún de Bertendona -concluyen- es un ejemplo excepcional de los lazos entre oficios como la cantería y la navegación, o entre artes como la arquitectura y cosmografía, que adquieren verosimilitud al concurrir en una misma persona, del mismo modo de la presencia de formas y decisiones constructivas presentes en los lugares por los que este maestro circula, a veces como simple participante y otras como protagonista".
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