La industria que soñó Jerez

La agrociudad dormida

El desarrollo agroindustrial es la gran asignatura pendiente de una ciudad que reúne los mejores recursos y el clima, pero que no da con la clave para explotar su gran potencial

La industria que soñó Jerez
La industria que soñó Jerez
Á. Espejo Jerez

03 de marzo 2013 - 01:00

Si Jerez tiene las mejores tierras, el mejor clima, los mejores recursos... ¿por qué la agroindustria no termina de arrancar? ¿por qué naufragan los proyectos agroalimentarios de calado? ¿por qué desaparecen las grandes empresas del sector sin que haya alternativas? Se ha hablado hasta la saciedad del potencial agroindustrial de Jerez, el gigante dormido que no acaba de despertar, salvo contadas excepciones, por muchos intentos que se hayan hecho en las últimas décadas para buscar relevo a lo que en su día significaron para la ciudad y su comarca las bodegas y las azucareras, con toda su industria auxiliar a cuestas.

En los momentos difíciles, Jerez mira al campo como la solución a todos sus problemas, pero cuando las aguas vuelven a su cauce, pronto pasa al olvido. En estos tiempos de crisis, el sector agrario se convierte en foco de todas las miradas como una de las principales fuentes de generación de empleo y riqueza en una ciudad asolada por el desempleo que insiste, no obstante, en tocar todos los palos sin inclinarse por ninguno. Jerez quiere jugar a ser ciudad del motor, del flamenco, del transporte... y de la agroindustria, pero sigue dando tumbos sin que haya un modelo definido de ciudad, una apuesta clara por un modelo que aproveche los recursos propios, que la identifique y la diferencie. El estallido de la burbuja inmobiliaria, actividad estrechamente ligada a la cultura del pelotazo por la que apostó el municipio, ha dejado huérfana a la ciudad, que no encuentra alternativa como motor económico más allá de su excesiva dependencia del sector servicios y su servidumbre.

Pero la falta de un modelo y de una apuesta clara por el campo es sólo uno de los muchos factores que impiden el estallido agroindustrial, la industria que soñó Jerez y que se esfuma en cada despertar; la industria que vuelve a tener una oportunidad en momentos de especial necesidad que hay que aprovechar. Así lo entienden los agentes económicos y sociales, amen del gobierno local, que repasan en estas páginas lo que se quedó en el camino y lo que está por llegar.

Son muchas las oportunidades que se han dejado pasar. La más reciente, dentro de la dos últimas décadas, la que debía abanderar el parque tecnológico agroindustrial, a todas luces mal gestionado según coinciden en señalar responsables de las organizaciones agrarias, sindicatos y Ayuntamiento, que lamentan abiertamente que el macroproyecto soñado no pase de ser a día de hoy un polígono industrial más de la ciudad.

Los agentes económicos y sociales, de la mano del Ayuntamiento, protagonizaron hace ahora diez años el último intento fallido de iniciar la revolución agroindustrial de Jerez, tentativa en la que se encuadra la excursión organizada por el gobierno local, liderado entonces por la actual alcaldesa, María José García-Pelayo, para conocer sobre el terreno la experiencia del levante español, la huerta de Europa concentrada en Murcia y Almería. Aquella visita debía servir para sentar las bases del futuro agroalimentario de la ciudad.

Eran los albores de la modernización de la zona regable del Guadalcacín y del parque tecnológico agroindustrial (PTA de Jerez), que el Ministerio de Agricultura, en manos también por aquella fechas del actual titular de la cartera, Miguel Arias, había concebido como un todo unitario en el que el llamado inicialmente Centro Agroalimentario Integrado (CAI de Jerez) daría salida al mercado a la diversificación de los cultivos que nacería del regadío de última generación. El futuro pasaba por la comercialización de las nuevas producciones, previa transformación como alimentos de cuarta y quinta gama -alimentos frescos limpios y envasados con distintos cortes, en la cuarta gama, y los ya cocinados, en la quinta- para abarcar todo el proceso de producción en el que se requiere mucha mano de obra -cosecha, manipulación, transporte...- y que el valor añadido se quedara en la zona.

El PTA sería el trampolín para el salto cualitativo de las nuevas producciones de alimentos, una economía en escala llamada a convertirse en fuente de generación de empleo y riqueza en torno a la que se moverían fuertes inversiones locales y foráneas.

Pero el proyecto estrella acabó por estrellarse, o "se quedó en barbecho", como prefiere referirse la alcaldesa al devenir del parque tecnológico por su "mala gestión" en la anterior etapa en el gobierno local de los socialistas bajo mandato de Pilar Sánchez. "La agroindustria no termina de arrancar en Jerez porque el proyecto que tenía que impulsarla, el PTA, ha estado en barbecho, por utilizar un término agrario, en los últimos años", asegura Pelayo, quien lamenta el tiempo perdido y lo que, a su juicio, fue el principal "error" de su antecesora en el cargo, "quitar de en medio de un zapatazo a los que tenían que llevar las riendas", las organizaciones agrarias, empresarios y sindicatos que le acompañaron en la excursión a la costa levantina.

La patronal agraria Asaja, cuya opinión suscribe la Confederación de Empresarios de Cádiz (CEC) de la que forma parte, coincide plenamente con Pelayo en el enfoque erróneo del parque, cuyos gestores se han preocupado más hasta ahora de convertirlo en oficina de arrendamiento de locales que en contar con la opinión de las empresas ya instaladas. "En el PTA hay futuro, pero hay que recuperar el enfoque agroalimentario inicial, vinculado a la modernización de la zona regable, y contar con los establecidos", explica el secretario general de Asaja-Cádiz, Cristóbal Cantos, quien lamenta que el Ayuntamiento piense ahora en un gran polo industrial que agrupe desde el PTA y su ampliación al polo aeronáutico y la Ciudad del Transporte.

El ex secretario local de CCOO, José Manuel Trillo, no se explica por qué no se termina de aplicar la principal lección aprendida en aquella visita al Levante español y que, a su juicio, se resume en la necesidad de dejar la política a un lado para sumar los esfuerzos de todos en favor del gran proyecto agroindustrial jerezano. "Lo primero que hace falta es diálogo, pero en Jerez estamos en permanente estado de conflicto y el principal germen de esta conflictividad es la administración local, no sólo la actual, pues es un problema de los sucesivos gobiernos que sólo ponen trabas, por ejemplo con el tema de la ventanilla única para la instalación de empresas, que en la práctica es sólo de boquilla".

"Nada de lo que aprendimos en Murcia y Almería se ha hecho, ni siquiera se ha intentado", lamenta Trillo, quien no da crédito a que el parque tecnológico naciera sin suministro eléctrico y carezca aún de un directorio de calles y empresas que permita localizar a los que ya están instalados. "Además de un problema de las administraciones públicas, que no dan el impulso inicial, también falla la actitud", señala el responsable sindical.

La organización agraria Coag y las cooperativas de Aecovi sitúan en la comercialización, en este caso por su ausencia, la raíz del problema del PTA, poco vinculado al sector agroalimentario y en el que no se ha explotado la pata de la distribución de las producciones locales. Para el secretario de Coag-Cádiz, Miguel Pérez, sería un error que el Ayuntamiento renuncie al apellido agroindustrial en el PTA ahora que el sector está en auge otras zonas tras el batacazo de otras actividades productivas, en particular del ladrillo. "La alternativa es el campo, no hay que inventar nada nuevo, pero hay que hacer una apuesta decidida", asegura Pérez, mientras que la gerente de Aecovi, Carmen Romero, cita entre los factores en contra la falta de modelo de la ciudad, la excesiva conflictividad y el arraigo de la cultura del pelotazo.

Jerez sigue soñando con ser la gran potencia agroalimentaria del sur de Europa, la eterna promesa que, al margen del PTA y la modernización, oculta desde tiempos remotos una larga lista de inversiones perdidas, cierres traumáticos y proyectos que no llegaron a cuajar, entre ellos, por su proximidad, historia y alcance, el progresivo desmantelamiento de la industria azucarera y el portazo de la fábrica de botellas, claro signo de la decadencia del sector bodeguero local.

En los tiempos que corren es impensable, para Asaja, pensar en recuperar grandes industrias como las que se perdieron, por lo que cobran relevancia proyectos de menor tamaño que, unidos, pueden abrir la puerta a la transformación agroalimentaria. Pero hay mucho por hacer, empezando por las infraestructuras, el principal lastre para el salto agroindustrial que arrastran el municipio y la provincia, según Cristóbal Cantos, quien alude al problema cíclico de las inundaciones como la causa del aborto de muchas de las iniciativas que se quedaron en el camino.

A mediados de la década de los noventa, Jerez fue noticia nacional por las graves inundaciones registradas en el término municipal y frente a las que la entonces ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, anunció una serie de actuaciones tras recorrer la zona en helicóptero a fin de evitar que se repitiese la situación. Poco más de una década después, a principios de 2010, la campiña jerezana volvió a quedar sin embargo sepultada por el agua, un problema cíclico que movilizó a la cúpula de los gobiernos nacional y andaluz, liderados por el PSOE, cuyas fotos con el agua por la cintura ocuparon las portadas nacionales de los periódicos. El actual líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, por aquellos tiempos ministro del Interior, fue el encargado de prometer todo tipo de ayudas urgentes y soluciones que a día de hoy siguen sin llegar.

Cristóbal Cantos, el más crítico con la que considera la principal asignatura pendiente de las Administraciones públicas en Jerez, recuerda, por ejemplo, el escandaloso retraso que acumulan las obras del azud móvil de El Portal, supuestamente, el gran antídoto para las riadas y un seguro de vida para los vecinos de muchas barriadas rurales asentadas en las riberas del Guadalete y para las comunidades de regantes de la Costa Noroeste.

Para la alcaldesa, sin embargo, el problema de la última riada fue la mala coordinación entre las administraciones públicas, ya que la Agencia Andaluza del Agua decidió desembalsar agua en plena tormenta y con marea alta. En todo caso, Pelayo reconoce que el azud es una de las infraestructuras pendientes y para la que no hay fecha de culminación.

El secretario de Asaja-Cádiz reconoce que las administraciones sí han hecho los deberes para paliar los ciclos de sequía que alternan con las inundaciones, y la prueba está en la capacidad para embalsar agua que ha ganado la cuenca tras la faraónica obra del pantano de Guadalcacín, pero hay otras muchas actuaciones por hacer, como el prometido drenaje del río, las carreteras que actúan a modo de presa para impedir la evacuación del agua...

"Un cultivo puede estar 24 horas bajo agua, pero no hay cultivo que aguante una semana bajo agua", señala Cantos, quien al margen de las muchas cosechas perdidas, asegura que el problema de inundaciones espanta a los inversores de fuera y cierra la puerta a la exportación de las producciones locales por riesgo a que un mercado quede desabastecido.

Junto a la mejora de las infraestructuras, los responsables de Coag y CCOO echan en falta lo que José Manuel Trillo identifica como la deuda histórica del Estado con Jerez, el cacareado plan de reindustrialización que nunca vino a compensar la dura reconversión bodeguera con la que Jerez volvió a ser noticia de primera plana, en este caso internacional, a raíz de la huelga de la Vid de principios de los noventa.

Para el líder sindical, este episodio es la prueba palpable del castigo que sufre Jerez, que persiste hoy día por la ausencia de planes especiales de empleo en la que, según Trillo, es "la capital del paro" de España. "El propio Rajoy -presidente del Gobierno- anunció en la última campaña electoral que tenía un plan de reindustrialización para Jerez en el cajón, pero ahí sigue, ahora por la crisis, antes porque no había interés y mañana, vete a saber".

El factor humano es otra de las claves a la que apuntan agentes económicos y sociales, en unos casos como escollo del desarrollo agroalimentario, en otros, como aval de futuro, en particular gracias a la incorporación en los dos últimos años de jóvenes, el ansiado relevo generacional que se ha acelerado con la crisis, explica el responsable de Asaja. "Antes se decía que los tontos al campo, pero los listos están volviendo porque no funciona nada con la crisis y el campo es un valor seguro", dice Cantos, quien no comparte los argumentos de otros agentes económicos y sociales sobre el acomodamiento de los agricultores y su falta de iniciativa empresarial, de un espíritu emprendedor, aunque quizás si ha fallado la arraigada cultura y dependencia en la zona de los cultivos industriales.

La alcaldesa entiende que "una ciudad no se construye con proyectos aislados, sino que hay que diseñar una estrategia global en la que tengan cabida las iniciativas de los agricultores, que en ese sentido puede que en este tiempo se hayan sentido solos". Pelayo sostiene, no obstante, que eso es recuperable, sobre todo porque lo contrario "significaría arruinar muchas expectativas y tirar a la basura, cuanto menos, muchos millones de euros del PTA y la modernización de la zona regable", significa la regidora jerezana y sentencia: "Jerez vive de espaldas al campo y hay que empezar a mirar al campo".

Coag cree sin embargo que en Jerez hay un encasillamiento del sector por el arraigo de los cultivos industriales, una tradición histórica vinculada a la remolacha, el algodón y los cereales en la que apenas tienen cabida cultivos extensivos, salvo algunas producciones alternativas como la zanahoria y la patata, las más extendidas en la comarca. "El sector agrario ha tirado siempre por el camino más corto, el de las subvenciones, sin las que es imposible mantener los cultivos industriales por su falta de rentabilidad, y cualquier cambio en las estructuras agrarias para diversificar las producciones requiere un gran esfuerzo inversor, inalcanzable para muchos por la ruina que arrastra el sector", explica Miguel Pérez, quien comparte con la alcaldesa la idea de que hace falta una "planificación global y no que cada uno tire por su cuenta".

Más crítica, la gerente de Aecovi vincula el apalancamiento de la agricultura y la agroindustria jerezana en la falta de inversión en las personas, en otras palabras, también las de Romero, la falta de formación y de la profesionalización que caracteriza a los productores de Almería, que unido a un enfoque comercial erróneo impide el despegue del sector. No obstante, la responsable de las cooperativas alude a algunas iniciativas empresariales puestas en marcha o que se han modernizado en los últimos tiempos que empiezan a dar resultado, caso de empresas como Hortigades, Frutalia, Montesierra, Franjuba, La Ibense... El sector cooperativa, a excepción del vitivinícola al que representa, vive por contra sus horas más bajas con la caída de históricos como La Pequeña Holanda frente al auge de las empresas privadas.

En los primeros años de la democracia se desollaron algunas iniciativas en Jerez y la provincia que no llegaron a cuajar, proyectos como la innovadora siembra de melocotón que finalmente dejó las tierras de secano para asentarse en los regadíos del Guadalquivir o el de la almendra en la Sierra, que requirió una gran inversión sin que llegara a cuajar. Cristóbal Cantos cita estas dos experiencias como ejemplo de la inquietud de los agricultores de la zona, espíritu que, a su juicio, mantienen intacto y al que sólo hay que darle el empujón inicial para que aflore.

El gobierno de Pelayo se ha propuesto reconducir el PTA en su segunda etapa al frente del Ayuntamiento para convertirlo en referente de la agroindustria del arco mediterráneo y de toda su actividad auxiliar, no ya solo para transformar las producciones locales, sino la que entre de terceros países y, en particular, de los países del norte de África a través de la plataforma logística del sur de Europa. "Estamos jugando dentro y fuera de casa, pero tenemos que sumar espíritu emprendedor y la colaboración de otras administraciones, porque solos no podemos, pero necesitamos también que la ciudadanía se lo crea, que se convenza de que tenemos un diamante en bruto porque no hay nada similar en toda Andalucía".

Aunque la plataforma logística del sur de Europa pueda parecer un proyecto más vinculado al puerto de Cádiz o de Algeciras, la alcaldesa y los agentes económicos y sociales creen que Jerez puede ser la gran beneficiada, siempre que el canal de distribución funcione en las dos direcciones, indica Cristóbal Cantos, en alusión a la necesidad de abrir mercado para las producciones locales y no sólo dedicarse a la manipulación de lo que produzcan terceros países.

La alcaldesa es la principal defensora de este proyecto, con el que "vamos a jugar dentro y fuera de casa, pero tenemos que sumar el espíritu emprendedor y la colaboración de otras administraciones, porque solos no podemos, pero necesitamos también que el ciudadano se lo crea. Tenemos un diamante en bruto, porque no hay nada similar en toda Andalucía".

Es el último tren al que Jerez puede subirse, una nueva oportunidad para iniciar la revolución agroindustrial del término municipal, quien sabe si el paso definitivo para empezar a construir un modelo de ciudad, en la que la agroindustria sea revulsivo para la llegada de otras inversiones que permitan salir del profundo agujero en el que se asfixia Jerez.

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