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El “intrusismo” en el deporte base

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El “intrusismo” en el deporte base por Pablo Goicoechea Sancho - pablogoicoechea@saludmasdeporte.com

17 de febrero 2020 - 02:00

¿A qué padre o madre se le ocurriría entrar impaciente en un quirófano, desde la sala de espera de un Hospital, a quitarle al cirujano las pinzas de disección para afrontar la intervención de su hija?

Pablo Goicoechea Sancho - pablogoicoechea@saludmasdeporte.com / Pablo Goicoechea Sancho - pablogoicoechea@saludmasdeporte.com

En el entorno del deporte base, al igual que en otros ámbitos, nos encontramos frecuentemente con personas que lejos de ser ejemplo de buenas prácticas, lo que hacen es enturbiar situaciones en perjuicio de quienes les rodean.

¿Quién no conoce a algún maestro liendre?

Cuando estos personajes se otorgan el don de la sapiencia pongámonos a temblar. En cierto modo, podríamos hablar de “intrusismo” cuando padres y/o familiares de niños/as deportistas se atribuyen competencias o realizan determinados comentarios en los aledaños de los terrenos de juego (campos de fútbol, canchas de baloncesto, etc) sin conocimiento para ello.

Por desgracia estas situaciones tienden a normalizarse, aunque quiero pensar que, a veces, el silencio de quienes observan no necesariamente significa que den por buena la escena.

Prueba de ello es que, afortunadamente, tras el reciente intento de agresión de un padre a un árbitro en Gran Canaria, fueron muchas las personas que ´ipso facto´ denunciaron la actitud esperpéntica de semejante criatura.

Por favor, dejemos de jugar a ser protagonistas y permitamos a los profesionales hacer su trabajo.

Los entrenadores, por cierto, con una titulación que los habilita para serlo, dedican muchas horas a nuestros hijos como para que el día del partido llegué el papá de turno, se coloque en la grada, pegado a la banda, gesticulante y empiece a vociferar al niño dando indicaciones en la mayoría de los casos opuestas a las del míster. Esto solo provoca nerviosismo e inseguridad en el deportista, que no disfrute y que tienda a equivocarse.

Algo similar sucede cuando a un árbitro, que cuenta también con una acreditación, se le dan indicaciones de todo tipo desde el graderío y por parte de los espectadores, a gritar o insultar y en ocasiones a intentar agredir. ¿Nadie se ha parado a pensar que en muchos casos estos árbitros son menores, que poco les importará si gana el equipo local o el visitante y que con toda seguridad su único afán será ser justos y por tanto hacerlo bien?

Grave también cuando jugamos a hacer, con nuestros hijos, de médicos, fisioterapeutas, enfermeros y/o nutricionistas. Ojo, mucho cuidado en estos casos, aquí está en riesgo mucho más. Estos profesionales han tenido que dedicar años de estudio como para que unos legos en la materia se crean solventes para asesorar y en el peor de los casos actuar. Aquí las consecuencias pueden ser peores. Comentarios como… “¿Te duele?-ponte frío”, “Juegas en media hora: tómate una caña de chocolate, no vayas a ir con el estómago vacío”, “Mamá me duele la pierna. Cuando lleguemos a casa te hago un masaje en el gemelo”, “Tengo molestias en el abductor justo ahora que tengo que salir a correr, me tomaré un ibuprofeno”. Todas éstas son situaciones habituales, nada ejemplarizantes en cuanto a sus respuestas y que convendría revisar.

El papel de padre o madre es lo suficientemente sacrificado y absorbente (también gratificante) como para meternos donde no nos corresponde.

Disfrutemos de nuestros hijos, preocupémonos por su formación, de su desarrollo integral como personas, de que hagan realidad sus sueños con ilusión, trabajo y esfuerzo y demos un voto de confianza a todos aquellos (entrenadores, preparadores físicos, etc) que con cariño dedican y comparten su tiempo y conocimiento con los que más queremos.

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