Santiago Cordero
¡Allí empezó todo!
El Rebusco
En breve celebraremos las tradicionales fiestas navideñas, un acontecimiento que en la actualidad se vive intensamente en el mundo cristiano.
Un periodo que nos invita a brindar, aquí y fuera de nuestras fronteras, con una copa de jerez.
La Navidad es una fiesta hogareña, de familia y amigos más allegados, que nos reúne entorno a la mesa para disfrutar de las viandas propias del invierno.
Los británicos saben mucho de eso, y su Christmas pudding y su Sherry Trifle, bañados en jerez, se saborean en esos días.
Como diría la escritora británica de éxito, Milly Johson, en su libro ‘I wish it could be Christmas every day (2020): ‘Nada evoca tanto la anticipación de la cena navideña que se avecina como el aroma del jerez’.
Uno de sus poetas del XIX, Mathew Browne, ya lo dijo en su poema Liliput Land: ‘..and sherry at meals’.
Una estación donde la compañía Harveys difundía por todo el país el vino preferido de la reina, el Bristol Cream. Una intensa campaña promocional en todos los medios. En todas las casas de Inglaterra había una botella azul.
La investigadora Madeline Shanahan lo ha dejado bien documentado en su libro Christmas Food and Festivity (2019).
El jerez siempre tiene un momento y un lugar para disfrutarlo. Hoy contaremos algunas historias de este vino singular de excelentes propiedades conocido en todo el mundo.
A mediados de los años ‘ 50 del pasado la veterana institución inglesa conocida como Vitners Company organizó en su sede londinense una cata de vinos de Jerez, acompañada de una actuación de danza española a cargo de la artista Eva Montero.
Durante la cata de una gama especial de vinos de Jerez, que incluía una exposición muchas piezas asociadas con la elaboración del jerez, se mostraron antiguos chales y mantillas raros y otros productos representativos de la cultura andaluza.
La fotografía de la agencia Keystone se muestra a Renee Hellman ataviada con mantilla; al Marqués de Torre Soto, que voló desde Jerez para la ocasión; a Eva Montero, bailarina española, y a Arthur Humbert, a quien se le ve escanciando vino con una venencia de caña.
Asistieron más de 200 invitados, entre los que se encontraba el polémico periodista de la BBC, Gilbert Harding.
Y viajamos en el tiempo para saber lo que el periodista José Greses nos cuenta sobre la XXVII Fiesta de la Vendimia, dedicada a Japón. En el nº 1471-1472 de la revista “La Semana Vitivinícola” (19 y 26 de oct. de 1974) podemos conocer lo acontecido aquel septiembre de 1974.
La reina de la Fiesta fue Carolina Ruiz-Mateos y Pérez Luna; la alcaldía la ostentaba Manuel Cantos Ropero; la Comisaría de Fiesta de la Casa del Vino a cargo del eficaz Alberto Durán Tejera; el capataz de honor de la bodega San Ginés ese año fue Fernando T. de Terry.
Como invitado destacado el embajador de Japón en España, sr. Shoji Sato.
El primer encuentro oficial de Jerez con los invitados tuvo lugar en la Bodega de San Ginés, donde el alcalde de la ciudad dio la bienvenida a los invitados, con un saludo especial al Japón, país al que se dedicaba la Fiesta de 1974, siendo correspondido por el embajador señor Shoji Sato en términos de grandes elogios. ‘’Cuando los japoneses regresen a su país serán pregoneros de esta Fiesta y de su gran vino’’.
En la década de 1820, las tensiones sectarias en Inglaterra se habían aliviado y algunos escritores británicos comenzaron a preocuparse, pues la Navidad estaba en vías de desaparición. Dado que imaginaban la Navidad como un tiempo de celebración sincero, hicieron esfuerzos para revivir la fiesta.
El libro de Charles Dickens (1812-1870) Cuento de Navidad (Christmas Carol) publicado en 1843, desempeñó un importante papel en la reinvención de la fiesta de Navidad, haciendo hincapié en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración familiar.
El siglo XIX fue cuando la Navidad empieza a afianzarse con el carácter que tiene hoy día. Se popularizó la costumbre del intercambio de regalos y al personaje de Santa Claus, al que se le recibía con una copa de jerez y un trozo de mince pie.
Costumbres que con el tiempo la mercadotecnia (en especial la norteamericana) aprovecharía para expandir la Navidad por el mundo dándole un carácter distinto al religioso, y con temas que poco o nada tienen que ver con la tradicional celebración navideña. Cambiaron el jerez por la Coca-Cola.
Cuando Charles Dickens murió en 1870 a la edad de 58 años, era un icono de la literatura inglesa.
Dickens se encontraba en una situación económica bastante cómoda en el momento de su muerte. En consonancia con su posición social, Dickens tenía una bodega. No puedo llamarla propiamente una “bodega de vinos”, ya que en ella se almacenaba mucho más que vino, como era habitual en la época. Varios meses después de su muerte, se hizo un inventario del contenido de la bodega de Dickens y se vendió junto con muchos otros artículos de su casa de Gads Hill Place.
Esto demuestra que Dickens debió haber sido un anfitrión consumado para su época, su fama y su posición en la vida. Charles Dickens realizó casi todas sus compras de vino y licores a un solo proveedor, o más exactamente, a través de unos pocos proveedores relacionados a lo largo de los años. En 1843, Dickens realizaba compras a Joseph Ellis & Son, Wine Merchants.
La relación del jerez era esta: doce docenas de Brown Sherry (Dry Golden Sherry); 18 botellas de jerez ‘Solera’; una docena de ‘sherry very delicate’, old dry pale sherry ‘Preciosa’; una docena de jerez Amontillado, 13 Magnum Golden Sherry, muy añejo y de intenso sabor.
En el relato Mrs. Lirriper´s Lodging (1863), incluido en su serie New Christmas Story, leemos: ‘...with his chesnuts and his glass of brown sherry (really, a most excellent wine)’.
Estas seis escenas navideñas con las que ilustramos el Rebusco nos muestran que el jerez era un vino presente en las mesas bellamente adornadas por los anfitriones.
El artista Robert Seymour ilustró The Book of Christmas (1837) de Thomas Kibble Hervey, donde se recoge esta mención humorística: ‘And a cup of old sherry to comfort copper nose...’.
“Harper’s Weekly” y otras revistas populares fueron en gran medida responsables de introducirlas y convertirlas en características definidas de la Navidad americana.
“Harper’s” promovió la ahora ubicua imagen de Santa Claus publicando cientos de grabados del regordete y barbudo donador de regalos representado por el artista Thomas Nast.
Fundada en 1857, Harper’s Weekly se jactó de vender 120.000 ejemplares en 1860, convirtiéndose en una de las revistas más leídas e influyentes de la época.
Por su parte, la famosa revista gráfica londinense del periodo victoriano, The Illustrated London News, hizo lo mismo en Inglaterra.
En el número de fecha 23 de diciembre destaca el suplemento de Navidad 23 ilustrado por Charles Robinson, con el título de ‘A Christmas Holliday Lesson. The chorus to uncle Evered´s comic song’: además de The Bachelor´s Christmas Dinner, de John Templeton Lucas.
En la del 27 de diciembre de 1884 destaca el grabado Grantfather´s Christmas Dinner ‘The Ladies’, de Richard Coton Woodville.
Finalmente, la francesa La vie en Londres recoge en un volumen a color detalles de las calles, lugares de interés, clubes y celebraciones de Londres, incluida una navideña de la alta sociedad: ‘Sous l´influence du sherry capitieux, du pudding national, du mince pie...’.
Fue publicado en 1894 por Mars, seudónimo del belga Maurice Bonvoisin.
Se conocen pocas referencias gráficas producidas por las empresas vitivinícolas del Marco donde se haga mención a la fiesta de la zambomba. En otro de mis rebuscos publiqué un cartel de una del Puerto con una familia gitana ante un portal.
La que traemos ahora es una publicidad de una serie lanzada por Sánchez-Romate en los años ‘40. Una de ellas es la titulada Navidad en el hogar, los padres y dos hijos celebran la fiesta, uno de ellos sostiene una zambomba.
La agencia de publicidad madrileña, Los tiroleses, diseñaron parte de estos carteles con el logotipo de El españolito en todos ellos, un diseño del que aún descocemos quién lo creó y cuando.
La empresa jerezana Pinturas Gómez, sita en plaza San Marcos, 18, fue la encargada de pintar la publicidad de muchas bodegas jerezanas sobre las fachadas de estas empresas, como los que hubo en la Cuesta de la Chaparra, propiedad de Domecq.
Y los franceses poco dado a nuestros vinos si fueron unos adictos al cocktail que venía de Estados Unidos, el ‘Sherry Cobbler’, que ellos pronuncian ‘Sherry Gobbler’.
En uno de los números de la revista cómica Le Fro-frou, de 1912, hay un diálogo divertido entre el camarero (garçon), y una elegante señorita, cuando la pronunciación de ‘sherry’ en francés se confunde con ‘cherie’ (cariño, amor).
-Oiga, camarero, ‘mon sherry?’
-Madame es muy amable.
-Imbécil, mi ‘sherry-gobbler’, que le he pedido’.
Llamativo son las dos postales donde bellas enfermeras sirven jerez a jóvenes enfermos, acentuando los valores medicinales del jerez de mano de sus atractivas cuidadoras.
La de las bodegas Carrascos Hnos. años `20, tiene este breve texto: ‘Catecismo de la salud’,
La otra, una postal inglesa de 1915 indica: Not in prescription (no prescrito por el doctor), donde además de la copa de sherry baja su mascarilla para besarle.
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