"El jerezano ignora su entorno"

Un imaginario paseo por el patrimonio rural del término de Jerez

Una conversación con los hermanos Agustín y José Luis García Lázaro, autores del blog 'Entorno a Jerez'

"El jerezano ignora su entorno"
"El jerezano ignora su entorno"
Juan P. Simó

08 de abril 2012 - 08:19

Volvamos al campo. Lo hacemos de la mano de los hermanos Agustín y José Luis García Lázaro, dos maños del pequeño pueblo de Épila, que trajo hasta aquí, hace unos cuarenta y tres años, la caída de las azucareras del Valle del Ebro. Agustín no necesita de presentación. Diplomado en Magisterio y licenciado en Ciencias de la Educación, este apasionado de la ecología y la geografía ejerció con éxito como profesor en varios centros educativos de la ciudad y su trabajo como primer Defensor de la Ciudadanía le valió el reconocimiento del Premio Especial Ciudad de Jerez en 2008. Agustín sigue ejerciendo como orientador. Su hermano José Luis hizo Empresariales, pasó por la Escuela de Comercio de Jerez y, más tarde, tuvo responsabilidades en las universidades de Sevilla y Cádiz. Y de Cádiz, al Campus de Jerez, donde ha ejercido como administrador hasta su jubilación.

Desde hace años, ambos se curran el blog www.entornoajerez.com, un delicioso y ameno paseo por nuestros paisajes, su arquitectura, su historia y sus gentes porque, como escribió Borges, “ese tesoro que buscas puede estar en tu propio casa”. Agustín y José Luis siguen actualmente investigando y publicando sus trabajos en su página. Son, en fin, dos libros abiertos.

—Asómbrenme. Cuéntenme una pequeña historia.

— Vamos a lo sitios, nos encontramos a sus gentes, preguntamos, nos cuentan sus historias. El campo es de una desolación horrible y, al poco, siempre te encuentras con alguien, sobre todo vigilantes rurales. En principio, no se fían, preguntan si eres de la Junta, qué haces aquí y luego nos cuenta su historia, que le gusta el campo, que se crió en un cortijo de Algar, que cuando era niño a su padre le secuestró el maquis, que tuvo que pagar un rescate que no tenía, que pasó más calamidades… Son muchísimas esas pequeñas historias. Y después constatamos que lo que escribimos tiene repercusión y nos envían correos de personas emocionadas por alguna relación familiar a esos lugares que elegimos.

— Son muy curiosos.

— Somos curiosos, no sabemos de nada y nos gusta de todo y queremos ver en el paisaje esa capa cultural que es interdisciplinaria. En el paisaje no sólo hay historia y geología, hay también etnografía, y sobre todo trabajo, trabajo humano. A nosotros nos emociona mucho la gente humilde. También nosotros somos hijos de un obrero. Por ejemplo, el tema de las gañanías. Cuando ves un cortijo semiabandonado y su gañanía estás viendo las escenas que pasaron por allí, la gente que ha trabajado y sufrido en el campo… Por eso, nos gusta ver también ese paisaje humano.

— Dos maños que se ocupan de la historia de Jerez. ¿No es extraño?

— Llevamos muchos años aquí, desde el 69. Tras el cierre de las azucareras del Valle del Ebro, la alternativa era: ‘O te vas a la calle sin un duro, o te vas a otro ‘país’’. Porque esto estaba a unos mil kilómetros de nuestro pueblo. Y la frontera con Suiza quedaba más cerca. Al principio, cuando llegamos, para nosotros esto era otro mundo, recuerdo que no entendíamos ni a la gente hablar… Pero nos alegramos de haber venido. Vivimos también unos años en Jédula, donde trabajaba mi padre.

— ¿En el ‘bloque de los maños’?

— Bueno, había aquí en Jerez otro bloque. Vinimos más de doscientas familias sólo de mi pueblo. El desarraigo fue grande. Y los años en Jédula también nos sirvieron para apreciar el campo y el paisaje.

— ¿El jerezano no valora lo que es su entorno?

— Creemos que no, que ni lo conoce ni valora. El jerezano puede visitar los montes de Jimena o Ubrique y, hasta cuatro o cinco días, como quien dice, no ha podido visitar los Montes de Propios. No se entiende muy bien porqué. Entonces ahí llevamos un retraso de iniciativas de turismo rural, aprovechamiento económico… A nosotros, incluso, nos han escrito empresas de turismo rural interesadas en cortijos que se están poniendo en valor; les gusta lo que publicamos en el blog y nos preguntan si pueden ponerlo en su web. Pues claro. Es que estamos descubriendo muchas iniciativas de personas que consideran que esto o aquello es valioso. Otra cosa que hemos visto es algo que no se ve en otras zonas y es el abandono de los caminos rurales, que es una muestra más del poco interés. Hay cierta desidia.

— Un sitio para vivir...

— José Luis es más urbanita, pero de una ciudad mediana. Yo soy más del campo.

— Un lugar favorito.

— Desde que empezamos a salir, (contesta José Luis) y no teníamos zorra idea como el noventa y nueve por cien de los jerezanos, encuentro todo absolutamente interesante, no tengo un sitio preferente.

— ¿Y usted, Agustín?

— A mí me encanta todo. Tengo la enorme suerte de disfrutar donde hay un cortado y pasa un arroyo al lado. Yo eso lo vivo como el aficionado al flamenco que escucha el son de lejos y se descompone. Pues yo igual.

— Quien hoy no se divierte es porque es tonto.

— Eso es. Yo disfruto con casi todo. Y me gusta, incluso más que lo natural, lo rural.

— Un lugar para vivir...

—A mí me gusta siempre cerca de un río. Tengo mucha querencia por el río. Me gusta mucho, por ejemplo, el entorno de La Greduela, o La Ina, que tiene unas connotaciones históricas preciosas.

— La investigación que habéis hecho con más cariño, ¿cuál es?

— (José Luis:) La más cuidada es la de las viñas. Es la que más me ha gustado. Particularmente me ha gustado mucho.

(Agustín:) Yo le puse mucho cariño, porque además iba dedicado a nuestros padres, al artículo que titulamos con el nombre de ‘Azúcar amargo’, que coincidió con el cuarenta aniversario de la llegada de los maños a Jerez y, también, lamentable con el desmantelamiento de las azucareras de Jédula y la de Guadalcacín.

— La campiña, ¿qué tendrá la campiña?

— Hemos conocido a estudiosos de este paisaje rural de Jerez, que es una ciudad musulmana, entre comillas. De hecho, los musulmanes hicieron Jerez. Vale. Pero yo, especialmente la campiña en las cuevas del viñedo, creo que es Roma, esa es la Bética, ves a los romanos... Es un paisaje que está así de Roma. Eso se ve. Las vegas, sin embargo, son más árabes y tienen más presencia árabe. Los majares, antiguos cortijos árabes, dieron nombre a poblaciones como Majarromaque, Macharnudo…

— La toponimia nos delata.

— Es muy rica. Hemos hecho en nuestra página algunos artículos de toponimia, uno de ellos sobre la toponimia romana en la campiña y se ve cómo la presencia de Roma esta ahí: Romanina, Balbaína, Añina… unos treinta o cuarenta. Después, los árabes tienen más sustancia, están más cerca. Y luego los cristianos, topónimos de la conquista castellana y donde la religión está siempre presente. Son numerosos. Por ejemplo, en el pago de Balbaína, donde estaba la segunda Viña de Dios, que era el pago de San Julián, estaban San José, Santa Inés, San Cayetano… La zona de Balbaína y Añina es un paraíso, es la Toscana.

— Por último, una curiosidad: ¿Hubo lobos en Jerez?

— Sí. Hasta el siglo XIX estuvieron en las campiñas dando la lata. El último lobo del que se tiene constancia se cazó en los Montes de Propios, alrededor de 1920. También hubo osos y abundaron en la zona de Tempul, en San José del Valle, en Algar, en la sierra de Dos Hermanas… hasta el siglo XV o XVI. Este bosque ha estado muy animado.

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