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Caótico, desolador y a la vez, esperanzador por el movimiento solidario que ha provocado. Así describen voluntarios jerezanos lo vivido en los pueblos afectados por la DANA en Valencia. Del Parque de Bomberos de Jerez partió hacia la zona cero un grupo de efectivos para ayudar en las labores humanitarias y de limpieza y lo que se encontraron fue un escenario "caótico". José Manuel Rosso, subinspector del parque, explica que "la situación era desoladora. Calles destrozadas, acumulación de basura, muchísima gente lo ha perdido todo... Desde que llegamos nos pusimos en contacto con otros cuerpos de seguridad allí desplazados para coordinarnos e hicimos tareas como limpiar los accesos, ayudar a achicar agua de sótanos, búsqueda de posibles víctimas...".
"Lo que uno ve en la televisión es una mínima parte de lo que te encuentras allí. Creo que harán falta años para poder recuperar la normalidad en esa zona", declara Rosso, quien añade que lo que más sorprende es la solidaridad. "La gente se vuelca al completo, tanto los voluntarios, muchísima gente joven que estaba trabajando a destajo, como la gente de estos pueblos que lo han perdido absolutamente todo y que te ofrecen lo poco que tienen. De hecho, de mi experiencia lo que me quedo es que era imposible no aceptar lo que te daban estas familias, porque la forma en la que te ofrecían hasta un vaso de agua era desde el corazón", recuerda.
José Luis Barro fue con su amigo a llevar las donaciones que se recogieron en la tienda Cataleya Style. "Aquello es devastador, lo que te cuente es poco. Es como se ve en la televisión, pero multiplicado por cada pueblo, barrio, calle... Te vuelves con la sensación de que lo que has hecho no es suficiente. Yo digo que es como si fueras a Bolonia y volvieras con un grano de arena, ¿cuántos dejas allí?", reflexiona el jerezano.
Barro recuerda vivir momentos muy intensos, por eso cree que los voluntarios que acudan deben ser "fuertes". "Había una señora de unos 80 años que colgó del balcón de su piso, una tercera planta, un cartel en el que pedía agua y leche. Ella no podía bajar. Estando en uno de los sótanos de una casa quitando barro que nos llegaba a las rodillas, llegaron dos jóvenes holandesas que sin hablar, porque no sabían nuestro idioma, se pusieron a ayudar. Había muchísima gente voluntaria de verdad, pero es que es increíble cómo está todo...", cuenta. Al igual que otros voluntarios, Barro cree que falta mucho tiempo para que estos pueblos afectados recuperen la normalidad: "Ya no hablo de la limpieza, que será durante meses, sino que cuando ya no haya más barro en las calles hará falta muchísima gente de oficios, carpinteros, electricistas... Es que el temporal se lo ha llevado todo, absolutamente todo".
Pedro viajó junto a su cuñado la semana pasada para llevar un camión lleno de donaciones. Relata que se encontró con un "gran descontrol", tanto en el tráfico como en la recepción de las ayudas, puesto que hasta en dos naves no le pudieron recoger lo que llevaban por estar completos. "A la tercera dimos con un parque empresarial en el que había una nave con gente joven descargando y allí lo dejamos. Lo que vimos allí fue increíble. Todo lleno de fango, coches destrozados y apilados... Además, había tanta gente de fuera ayudando que cuando preguntabas por algún sitio no te sabían decir. Pero de verdad, increíble lo que están viviendo", añade Pedro.
Silvia García ha estado cinco días en los pueblos de La Torre y Sedaví. Eran sus últimos días de vacaciones del año. Este lunes volvió a Jerez y pocas horas después de estar en su casa reconocía que "me siento desubicada, confusa... Desde que he llegado tengo una sensación extraña. Poder volver a mi casa, a mi trabajo, a mi realidad... Y es que lo que he aprendido de esto es que todo lo que tienes lo puedes perder en cualquier momento, de la noche a la mañana como ha ocurrido en Valencia".
García es voluntaria desde hace más de 15 años de Cruz Roja y de la mano de esta institución ha prestado su ayuda ante la tragedia de la DANA. "Lo he que visto era lo que queda de una guerra. Y ya no hablo sólo de las imágenes, sino de las sensaciones. Me ha impactado mucho las caras, el ambiente lleno de polvo", describe la jerezana, quien añade que era como vivir en una foto color sepia. "Es muy fuerte. Pisar continuamente barro, los zapatos te pesaban mucho, al final acababas como arrastrando... Y me ha llamado mucho la atención la solidaridad de la juventud, ¡no sé de dónde han salido tantos niños!", cuenta García.
La voluntaria ha estado en estos días tanto en puestos de curas y medicamentos, como en la asistencia a domicilio a personas mayores, además de labores de limpieza. "Iba casa por casa de los abuelitos preguntando qué necesitaban. Había una señora muy mayor que estaba sola y su afán era que cuando le llevara la medicación le pusiera si era de mañana, tarde o noche... Se sentían desamparados y así, mil casas. Es que había abuelitos que han estado días y días durmiendo en sillas de playa porque no quedaba nada en su casa", relata García.
"He estado cinco días sólo, pero me hubiera quedado muchos más. Ojalá me tocara la primitiva y pudiera irme corriendo para allí. Las primeras casas en las que entraba yo las veía como muy diáfanas, 'espacios abiertos' y es que la fuerza del agua ha arrancado paredes, puertas... Hay viviendas que sólo tienen cuatro paredes. Hay otro matrimonio mayor que su vivienda tenía puertas a dos calles diferentes y el señor me decía que había visto pasar su coche por el salón de su casa porque ambas entradas se rompieron y era un río... Otro hombre mayor con la mirada perdida me contó que 'menos mal' que su mujer, de más de 80 años, sabía nadar, porque tuvo que salvarlo en su propia casa... Todo muy impactante", continúa explicando la jerezana, que trabaja en el servicio de ayuda a domicilio.
El pasado jueves, la Iniciativa Solidaria Policial, una caravana conformada por profesionales de la Policía Nacional, Policía Local, Guardia Civil, Armada, Ejército, Protección Civil, enfermería y medicina del SAS, además de voluntarios de la sociedad civil, partía con rumbo a Valencia. En total, la expedición estuvo conformada por dos autobuses de profesionales, que llevaban a 126 personas, varias furgonetas y cuatro camiones de grandes dimensiones que transportaban unos 43.000 kilos de material, principalmente de limpieza, protección y medicinas.
Pedro Tenorio ha formado parte de esta caravana solidaria. Ya en Jerez cuenta que lo que vio era un escenario de una guerra, pueblos arrasados en los que no se veía el asfalto. "Estuvimos en una casa sacando escombros y a mi lado había un chico que por el acento sabía que no era andaluz. ¿La casa es tuya? Le pregunté. Me contestó que no, que era de sus abuelos. No me estaba dando cuenta de la marca del agua en la pared y me interesé por el estado de salud de sus familiares. Los abuelos del chico murieron ahogados en esa casa. La altura de la casa era de 2,40 y la marca del agua estaba en 2,20", cuenta el jerezano.
Es uno de los muchos momentos que ha vivido el policía nacional en la zona cero de la catástrofe. "Por primera vez en mi vida he estado trabajando llorando. Se me caían las lágrimas. Es que la planta baja de todo el pueblo de Paiporta es que no existe, el agua lo ha arrasado todo. En las puertas de las casas donde han muerto vecinos hay escrito 'DEP' y pintado un corazón, y tú vas viendo eso a tu paso...", subraya el agente.
Como el resto de los testimonios, Tenorio destaca la marea de jóvenes voluntarios y el agradecimiento de la población local ante la llegada de la ayuda humanitaria: "Por las calles hay puestos ambulantes y te van ofreciendo café, por ejemplo, e incluso te pintan un corazón cuando te lo dan. Es que vas por la calle y te aplauden. Increíble. Desde los balcones se escucha continuamente la canción Mi héroe de Antonio Orozco y los médicos van llamando a los vecinos más mayores para llevarles la medicación. Había niñas de unos 7-8 años que te ofrecían calcetines... Es que es una barbaridad".
El policía ha visto cómo la fuerza del agua ha doblado completamente coches, "no hay palabras para describirlo. "Parece que no estás en España. Es una catástrofe, un estado de alarma total".
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