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“Si a otros movimientos se les pusiera la lupa como a las cofradías a ver cuánto aguantaban”

Fray José Anido Rodríguez — Religioso de la Orden de la Merced

El sacerdote mercedario ha predicado de la novena dedicada a la Patrona

El padre José Anido Rodríguez. / Manuel Aranda
Manuel Sotelino

24 de septiembre 2020 - 05:00

Jerez/—Ha sido una novena distinta por aquello de la crisis sanitaria pero siempre hay un mensaje que el predicador quiere transmitir ¿Cuál ha sido esa recomendación en estos días del padre José?

—Siempre me gusta cuando predico un quinario, triduo o novena tener un hilo conductor. En esta ocasión he querido tomar la oración de la Salve que es un rezo que todos conocemos. He pretendido detenerme cada día en una parte de esta plegaria para meditar y conocer mejor el mensaje. Las oraciones que hacemos no deben de ser palabras vacías y sí oraciones vivas que salen del corazón y que recobran sentido.

—¿Qué le ha parecido Jerez? Una ciudad tan unida a la advocación de la Merced y teniéndola incluso como Patrona.

—Una ciudad muy hermosa y señorial. He estado en visitas cortas y breves. Apenas la conocía. Estos días me están permitiendo recorrer la ciudad y es verdaderamente hermosa.

—Y una ciudad mariana.

—Yo creo que sí. Jerez ama a la Virgen de una forma muy especial. El cuidado con el que se prepara esta novena así lo indica, con independencia de que haya sido un año distinto. Se ve que es un hogar común de los jerezanos. Es una muestra de cómo la ciudad se entrega con nuestra Madre. Fue muy significativo el momento de bajar a la Santísima Virgen de su camarín. Muy emotivo al ver que había personas de todas las edades ayudando en lo que pudiera hacer falta. Un pueblo entero en definitiva alrededor de su Madre con independencia de condición o edad.

—En cualquier caso ha sido una novena singular. Con menos personas y con una liturgia más adecuada a los tiempos ¿Cuándo fue nombrado predicador se sabía ya que sería todo distinto?

—No se sabía nada. El padre Felipe Ortuno me llamó el pasado año tras la festividad de la Merced para hacerme el encargo. Acepté encantado pero con responsabilidad. Las homilías he tenido que recortarlas para ajustarnos al tiempo que teníamos previsto. Pero en cualquier caso ha sido un novena que nos ha ayudado a todos.

—¿Qué le ha parecido la imagen bella y enigmática de la Virgen?

—Muy hermosa. Con una mirada que llega al alma. Y un ofrecimiento como es el de su propio hijo que sale desde su corazón. Siempre en la procesión de entrada me he emocionado conforme íbamos acercándonos al altar y Ella nos esperaba con esa mirada suya. Me ha sobrecogido cada día ese momento.

—Hemos podido saber que es usted un cura cofrade.

—Yo soy de Ferrol. Allí se vive la Semana Santa con mucho fervor por sus peculiaridades. Desde pequeño ya entré en la hermandad de los Dolores y siempre he estado ligado a las cofradías. Después pasé a la sección del Cristo de la Misericordia de la misma cofradía. En el año 2000 recuperamos la procesión a la Virgen de la Merced que desde los años setenta no se organizaba. Estudiando en Salamanca también me hice hermano de la cofradía de Jesús Despojado. Este hecho favoreció que esta cofradía y la Orden de la Merced tuvieran un acercamiento y una gran unión. El mundo cofrade ha tenido incluso un valor vocacional. Me gustaría destacar que en la noche del Jueves Santo que es cuando sale mi cofradía de la Misericordia, durante años, parte de la oración en la procesión siempre le preguntaba al Santísimo Cristo el lugar donde Él me quería. Esa oración, repetida año tras año, acabó decidiendo mi vocación sacerdotal y de religioso. Por eso las cofradías son también una herramienta importante para encontrar tu vocación en la vida. Estoy convencido. Uno de los grandes dramas que ha habido en las últimas décadas en muchas partes de España ha sido ese olvido por las hermandades. Ahora, afortunadamente, se está recuperando y dará frutos buenos para la vida de la Iglesia.

—Ha sido destinado usted al convento de San Gregorio, en el centroneurálgico de las cofradías sevillanas. Un destino deseado por cualquier cofrade.

—Pues el destino lo acojo con mucha ilusión. Voy con ganas de trabajar. Hay mucho que se puede hacer allí. Todos los años siempre he intentado estar en Semana Santa en el Ferrol pero este año ya les he adelantado que me quedo en Sevilla (risas).

—También las cofradías tienen sus problemas y sus cuitas.

—Claro. Y es normal que así sea. Nada es perfecto y también las hermandades tienen su cara menos amable. Pero hay que trabajar para intentar paliar esa parte menos grata. Son instituciones humanas y no pueden estar exentas de errores. No podemos pensar en que las cofradías pueden ser un lugar utópico o un paraíso. Es un lugar real. Ahora bien, también a las cofradías se les exige mucho más que otras asociaciones religiosas. Si a otros movimientos se les pusiera la lupa como se les ha puesto a las hermandades a ver cuánto resistían. Esto tampoco es excusa para dormirnos pero una de las grandes riquezas de las hermandades es lo heterogéneas que pueden llegar a ser. Incluso hasta puede haber personas creyentes y otras que no lo son pero lo viven desde el respeto. Y entran y forman parte de las hermandades. Eso es muy importante porque las cofradías se convierten en un lugar de encuentro de todos. Déjeme que en esta entrevista también defienda la figura del ‘cofrade ateo’. Porque está aquí, siente algo y es la hermandad el hilo conductor de una persona alejada a la Iglesia.

—Como mercedario, querría preguntarle sobre la vitalidad del carisma de los ‘redentores de cautivos’ en la sociedad actual.

—Hoy en día no hay cautivos como en los momentos de la fundación de nuestra orden. Nosotros estamos continuamente actualizándonos en esas nuevas cautividades. Cada provincia tiene sus propias formas de vivirlas y de encarnar nuestro carisma. En Castilla hemos optado por aquellas personas que vienen a nuestro país buscando sustento. Tenemos la fundación ‘La Merced Migraciones’ con pisos de acogida, se les regulariza y se les da una formación. Con el fin de que puedan encontrar una nueva vida. Son cautivos de su situación y están atados a unas nuevas cadenas. Por eso es necesaria la redención para ellos y que se puedan romper esas ataduras y les devolvamos esa dignidad que merecen como hijos de Dios. Por otro lado tenemos una gran labor misional en África y que tan bien ha quedado plasmada en la película ‘Redentores de Cautivos’. Un trabajo realizado aquí en Jerez. Esa otra parte de nuestra labor debe de darse a conocer porque es muy importante.

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