Un juramento de ilusión con la mejor de las sonrisas
"Cuando se manifieste el principio de su advenimiento, grandes prodigios se producirán en el firmamento. Aparecerá una estrella brillante en el cielo y su luz se impondrá sobre la del sol...". Cientos de niños escuchaban muy atentos la voz solemne del periodista Andrés Cañadas, encargado ayer de conducir el acto de coronación de los Reyes Magos en el patio del Alcázar, envuelto en una música para la ocasión. Belén de Pelsmaeker, Sebastián Peña y Antonio Valderas, Sus Majestades del año pasado, tomaron asiento en el escenario preparado para el acto donde en breves momentos delegarían sus todavía entonces, títulos reales, a sus sucesores de Oriente.
"Llegan a nuestra ciudad, en este día jubiloso, víspera de la Epifanía (por ayer), quienes fueron llamados Melkon, que reinaba sobre los persas; Baltasar, que lo hacía sobre los indios, y Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes", dijo Cañadas a modo de presentación de los Reyes, ante la expectación de los más pequeños. Y de esta forma, "recibamos a Mel-Ur, Rey de la Luz, anciano y canoso de poblada barba que ofreció a Jesús el oro como símbolo de realeza universal. ¡Paso al Rey Melchor, del Reino de la Ilusión!". Acompañado de dos pajes, Su Majestad, José Ravelo, ocupó su trono. La misma operación se procedió minutos más tarde para dar paso a Gaspar, "el Rey asiático Kansbar, llamado 'el administrador del tesoro' joven y rubio, que hizo una ofrenda de incienso, digna de honrar a Dios". Una emocionada Carmen Romero se dirigió con sus pajes hasta el escenario. El patio se volcó especialmente con "Belt-Sha-Ssar, Eduardo Gómez, 'al que Dios proteja su vida', negro barbado que llevó hasta el Portal en Belén su ofrenda de mirra, el bálsamo de los limpios de corazón".
También hubo un sitio especial para el emisario real de Sus Majestades, el Gran Visir, Jesús Sánchez Linero, quien ha estado guardando el Alcázar a la espera de la llegada de la realeza de Oriente mientras recogía las cartas de todos los niños jerezanos que se han acercado a conocerlo.
Los tres Reyes juraron "no guardar para los suyos la mejor de las sonrisas y repartir alegría por igual entre todos los que hoy les ven como quienes según las Sagradas Escrituras, vinieron de Oriente para adorar al Niños Dios y poner a sus pies las ofrendas". Tras el juramento, recibieron los atributos de su realeza para que, tras recorrer las calles de la ciudad, "acudan a la imagen del Niño, y con la humildad, generosidad y alegría que sintieron hace 2013 años, los sabios que siguieron la Estrella, depositen a sus pies los destinos de nuestro pueblo".
Una vez finalizada la coronación, los pequeños hacían cola para fotografiarse y saludar a Sus Majestades de Oriente, que sin duda se llevaron también de este día el mejor de los regalos: la sonrisa de un niño.
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