Gastronomía
'Croqueteando' por Jerez

1.285 kilómetros contra el cáncer

Juan Pedro Orellana y su primo Francisco Lucena hacen el Camino de Santiago en bicicleta desde La Barca para reivindicar más ayudas a la investigación contra esta enfermedad, una experiencia que repetirían

María Valero / Jerez

09 de mayo 2010 - 09:12

Juan Pedro Orellana Martín tiene 43 años, no bebe, ni fuma, hace desde años deporte y le ha ganado la batalla a un cáncer. Ésa es su presentación, que no es poco, aunque se le podría añadir que además de ganar la gran lucha contra la enfermedad, lidia todos los días en un particular combate, reivindicar más dinero para las investigaciones contra el cáncer.

De ahí nace su periplo desde La Barca hasta Santiago de Compostela. Juan Pedro decidió subirse a la bici, con su primo José Francisco Lucena, y lanzarse a la aventura de hacer el Camino por la causa reivindicativa. "Es necesario más ayudas y aportar más dinero a las investigaciones, para que se avance y no se tengan que ir los profesionales españoles a otros países", declara Juan Pedro.

Días después de que le operaran en Cádiz fue a recoger los resultados. No sabían exactamente qué le habían quitado, si era bueno o no tan bueno, y la respuesta del médico fue clara, era cáncer. "En ese momento crees que te mueres, me faltaba la respiración. Me aconsejaron que fuera a un psicólogo, pero decidí que mi 'tratamiento' sería irme todos los días a montar en bici". Poco a poco se le quitó el miedo, porque como él dice "al toro hay que cogerlo por los cuernos, llamar las cosas por su nombre y no huir cuando te dan esta mala noticia".

El 12 de abril salió de su casa en bici con el objetivo de llegar a la ciudad compostelana por la vía de La Plata. Su estado físico era bueno - "siempre he hecho mucho deporte", señala el aventurero- aunque el camino no ha sido del todo fácil. "Lo hemos pasado mal, porque es un gran sacrificio, pero sin duda vale la pena, tanto por la causa como por un compromiso personal". En catorce días pisó tierras gallegas, besó a Santiago y hizo memoria de esta gran historia contra el cáncer.

1.285 kilómetros pedaleando. "Todo ha merecido la pena, es una experiencia muy bonita", reconoce Juan Pedro. Pero la cosa no ha sido fácil. Lluvia, barro, frío, dormir a la intemperie, contratiempos con la bicicleta... "Ha sido un verdadero palizón", señala entre risas el peregrino, pero lo malo se queda en un segundo lugar cuando le viene a la memoria el encuentro con un matrimonio de Almendralejo. Llegaron con la bici rota, llenos de barro y en el pueblo no había albergue y el hostal estaba lleno. Un policía local encontró a un chico que estuvo arreglándoles las bicis hasta las once, y mientras fueron a cenar a un bar. Allí, un matrimonio se interesó por ellos al verlos llenos de fango, les contaron que estaban haciendo el camino con un objetivo contra el cáncer y el caballero al escuchar la historia se sacó unas llaves del bolsillo y les dijo que durmieran en su casa. "Le llegó lo que contamos porque él también había pasado un cáncer. No se me cayeron las lágrimas de milagro porque nunca te esperas cosas así", declara Juan Pedro.

"Cuando superas el cáncer no ves nada imposible, tienes la mente de hierro. Yo disfruto mucho más la vida y me fijo en detalles que antes pasaban desapercibidos", apunta Orellana, quien recalca que "hay que concienciarse sobre la causa, porque parece que nunca irá contigo hasta que te toca". Juan Pedro se operó en 2004 y pasó los meses más duros de su vida. Entre prueba y prueba y radioterapia, le dijo a su mujer que si salía de la enfermedad haría El Rocío todos los años en bicicleta. Ya lleva varias ediciones saliendo de su casa de La Barca pedaleando para ver a la Blanca Paloma, "y cada vez se unen más personas a esta ruta". "Estamos intentando hacer una ruta para que todo lo que se recaude vaya para la investigación contra el cáncer. Sé que con esto no voy a solucionar el problema, pero sí pongo un granito más". El 25 de abril pisó la plaza del Obradoiro. "Cuando llegas, ves la catedral y escuchas a las gaitas... La verdad es que me emocioné muchísimo", recuerda Juan Pedro, y desea que "los enfermos de cáncer no se vengan a abajo. Se puede superar, yo no soy ningún supermán". Pues no, Juan Pedro no es ningún personaje de ficción, pero sí es un héroe, por lo menos para su pequeño.

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