“La lectura es el medio más expeditivo y directo para ser culto”
CONTENIDO OFRECIDO POR ALBERTO VILLAGRAN CONSULTORA DE PROPIEDADES
Entrevista de Marco A. Velo con el académico, miembro del CEHJ y filólogo Francisco Antonio García Romero
Miguel de Unamuno nos dejó dicho que “la lengua no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo”. ¿Qué opina un filólogo como usted a propósito de esta afirmación?
Estoy con mi colega Unamuno… Y con lo de Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Para que reconozcan la importancia de “saber hablar” (y escribir) me gusta ver en clase con mi alumnado algunas secuencias de la preciosa My fair Lady de Rex Harrison y Audrey Hepburn, basada en Pigmalión de Bernard Shaw.
¿Piensa que la economía del lenguaje que exigen los formatos de comunicación de las nuevas tecnologías se está confundiendo con el desdén, la ligereza o la desidia de su uso?
Una cosa es la economía, a la que tiende todo, incluso el lenguaje, y otra muy distinta la ignorancia voluntaria o, peor, la dejadez. Acuérdate de El dardo en la palabra de Lázaro Carreter. Lo que importa es que nuestro glorioso y fecundo idioma no se degrade por mera pereza. Y callaremos hoy sobre las reformas educativas, que nos están mandando (si no lo han hecho ya) a la cuneta.
¿Cómo logra que alumnos de diferentes generaciones siempre hablen de usted con alegría y entusiasmo?
Te agradezco tus palabras nacidas de nuestra amistad, aunque no sé si te estarás refiriendo a otro que se llame como yo y a quien quisiera parecerme. Después de 37 años dedicados a estos menesteres lo que he intentado y seguiré, por ahora, intentando es aquella “triple vía, sana y sencilla”, que me enseñó un artículo del eminente profesor Fernández-Galiano: “la convicción propia, el ejemplo ilusionado y los razonamientos intelectuales”, con desarrollos muy enjundiosos que aquí omitiré.
¿Qué reporta la lectura a quien la cultiva?
Creo que el secreto está en ese verbo que empleas. La lectura es sembradora. Ya alguna otra vez hablábamos de que cultura es “cultivo” en latín. Su raíz indoeuropea es *kwel‐ / *kwol‐, que también está en “ciclón”, porque la cultura lo revuelve todo: “revolver” es el sentido primario de dicha raíz. Y la lectura es el medio más expeditivo y directo para ser culto, es decir “sembrado”, por supuesto junto con la palabra hablada, para la que hoy por desgracia en esta sociedad nuestra parece que carecemos de tiempo.
Hablando de libros, acaba de sumar otro título más a su fecunda producción de obras publicadas. ¿De qué se trata?
Pues resulta que la prestigiosa Biblioteca de Autores Cristianos acaba de publicarnos la traducción con introducción, comentarios, notas e índices de los Sermones de Adviento, una de las más trascendentes obras latinas del franciscano Juan de Fidanza, luego llamado Buenaventura de Bagnoregio, San Buenaventura, gran figura de la teología y filosofía del siglo XIII. Fue contemporáneo y conocido del dominico Santo Tomás de Aquino. Para este trabajo he tenido la dicha de colaborar con Alejandro Holgado Ramírez, Pbro., director del jerezano Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Asidonense” y doctor en Teología por el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Roma. A San Buenaventura le dedicó Alejandro su tesis doctoral, lo que me supuso una guía muy segura por el riquísimo tesoro de la filosofía franciscana medieval, en la que pocos años después de Buenaventura descollarán Duns Escoto y Guillermo de Ockham. Esta traducción la dedicamos a todas las víctimas de la fatídica Covid-19 y esperamos haber podido trasladar fielmente el contenido de estos profundos y penetrantes sermones, algunos de ellos pronunciados ante la corte francesa y el propio rey Luis IX (que era hijo de Blanca de Castilla). Hemos querido, además, anotarlos ampliamente con apuntes filosóficos, teológicos y filológicos. Y ya que hablabas de recomendación de lectura, te diré que la Conferencia Episcopal recomienda la obra en la revista Ecclesia.
¿Qué destacaría de San Buenaventura? ¿Quizá un ejemplarizante concepto de la humildad que predicaba en sí mismo?
Humildad en su sabiduría y exultante alegría. El Dr. Holgado lo resume perfectamente en las primeras páginas de la introducción cuando nos informa de que el propio Ratzinger invitaba a leer esos sermones bonaventurianos, porque eran y son “verdadera joya de una teología y espiritualidad de la esperanza”. Se ha llamado al doctor seráfico “el teólogo de la perfecta alegría”, lo que no viene mal, de nuevo, en nuestros momentos. San Buenaventura es el teólogo de san Francisco y es, por encima del platonismo, del neoplatonismo y del aristotelismo, sabiduría de Francisco en ese siglo XIII del “humanismo medieval”, época de apertura y búsqueda de la luz, como pone de manifiesto el paso al arte gótico.
¿Qué desea añadir?
Quizá lo que siempre hemos hablado, Marco Antonio. La cultura grecolatina clásica, medieval o renacentista nos ayuda a trascender el presente para poderlo afrontar mejor. Y la mejor manera es leer a los grandes autores cuyas palabras no han muerto, sino que están vivas e incluso nos siguen interpelando. Desde Homero o Safo a San Basilio o Santo Tomás, la actualidad de su mensaje es perenne y enérgica e influyente en todos, porque estas palabras constituyen la paideia, la humanitas, que es al fin y al cabo lo que nos identifica.
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