"No soy de los de la letra medida, prefiero bailarle al cante"
Juan Tejero. Bailaor
El jerezano triunfa en Sevilla con su propia academia de baile, un pequeño rincón en el Arenal en el que "estoy dan do a conocer el cante de La Plazuela".
Como ya hicieron Manuel Torre, Antonio Chacón y un sinfín de artistas jerezanos, Juan Antonio Tejero puso hace cinco años rumbo a Sevilla para dar un paso más en su dilatada carrera. Aquel chiquillo que despuntaba con Cristóbal El Jerezano y que posteriormente curtieron Ana María López, Manuel Morao y Paco Cepero, es en la actualidad uno de los bailaores más solicitados en la capital hispalense, donde su academia se ha convertido en un lugar de tránsito casi ineludible.
-O está que va usted a caballo entre Sevilla y Jerez...
-Sí, llevo cinco años en Sevilla y aunque me siento jerezano y defiendo mi tierra a capa y espada, no dejo de reconocer que después de tanto tiempo me siento muy identificado con Sevilla, la verdad es que me tratan muy bien allí, no me puedo quejar.
-¿Y cómo decidió poner su estudio en Sevilla?
-Pues fue casi por casualidad. Fui a dar un curso a Sevilla y me propusieron dar clases. Empecé casi sin querer y bueno, afortunadamente hoy por hoy he conseguido hacerme con un alumnado muy numeroso. Además, y te voy a contar una curiosidad, el 95% de los alumnos vienen a aprender bulerías de Jerez. Sevilla me ha atrapado de tal manera que casi no salgo de allí porque tengo clases desde por la mañana y por la tarde. No me puedo quejar.
-Por lo que veo es usted ahora una persona distinta tras esta experiencia...
-La verdad es que sí. El cambio más importante que ha dado mi vida ha sido a nivel de concepto, y me explico, lo que creía que era no es y lo que es, es. He crecido como bailaor y como persona, y cada día tengo más claro quién soy, lo que quiero hacer y cómo lo quiero hacer.
-¿Y cuál es el secreto de su éxito allí?
-Para mí es muy importante la formación a todos los niveles, pero también la improvisación y el cante. Soy de los que pienso que se baila con el oído, por eso cuando a esas personas que estaban acostumbradas a bailar con una estructura académica les pongo bulerías de La Plazuela, los tercios de los Moneo o Los Mijita, por ejemplo, se dan cuenta que no pueden hacerlo así, que tienen que bailar al cante, y eso es un reto para ellos. Con sólo eso he creado mi propio sello en el Arenal, donde incluso me llaman 'El gitanito de Jerez' y eso que les digo que soy gachó (risas).
-De todas formas, aunque por su tierra se le vea poco, no ha dejado de trabajar, ¿verdad?
-Hombre claro, yo hago muchas cosas en el extranjero, con Paco Cepero, con el que llevo trabajando muchos años, en fin, que no me puedo quejar. No soy de esos que se apalancan con la academia y ya no quieren saber nada, todo lo contrario creo que a mis 35 años todavía me quedan muchas cosas por hacer en el baile. En todo este tiempo he tenido buenos momentos, por ejemplo que te toque la guitarra Moraíto, que me cantara Terremotito hijo, que me cante Rancapino por soleá con Cepero, o el mero hecho de haber cerrado la última etapa de Manuel Morao como productor, todo eso lo he vivido yo. Los bailaores tenemos la suerte de poder intercalar actuaciones con la formación y por ahí voy a seguir.
-Después de todas esas experiencias, ¿sigue teniendo Jerez un peso específico fuera?
-Jerez sigue siendo Jerez, y por desgracia se valora más lo nuestro fuera de aquí. El potencial de Jerez está ahí, a la vista está que siguen pasando las generaciones y siguen saliendo cantaores, guitarristas y bailaores que mantienen esa pureza, que tienen ese sello jerezano. Lo único que hace falta es que nos creamos que puede ser un motor para esta ciudad. Eso sí, siempre sin creernos que somos los mejores ni los únicos, porque esa es una de nuestras equivocaciones.
-Ha hablado antes de Paco Cepero, un artista que siempre ha confiado en usted, de hecho sigue siendo un habitual en sus espectáculos. ¿Qué le ha aportado Paco?
-Paco es ya como de la familia. La primera gira la hice con él en el 96 y desde entonces siempre ha confiado en mí. Cuando empecé venía de Madrid y a mí me infundía mucho respeto. Con él he hecho las mejores giras por toda Europa, y encima rodeado de un elenco artístico inimaginable. Lo mismo me pasa con Manuel Morao, una persona de la que he aprendido muchísimo, ya sea a nivel de espectáculo, a nivel de visión artística y sobre todo por su defensa a ultranza de Jerez y sus tradiciones. Recuerdo que yo hacía una escobilla larga y decía 'eso lo recortas y me la haces así, y además quiero que levantes el teatro con esto'. Y yo le decía, 'pero si me han enseñado cuarenta pasos...'. A los dos les debo mucho.
-Cambiando de tema, este año volverá a impartir clases en el Área Formativa del Festival. Son ya muchos años....
-La verdad es que llevo ya casi quince años. Eso es algo que llevo con orgullo y a gala, porque cuando entré a dar las primeras clases, lo hice junto a maestros y grandes figuras, y que me llamaran a mí para estar ahí también fue algo extraordinario. Lo bueno es que sigo ahí, siguen contando conmigo. También supongo que el hecho de que mi curso salga y a los dos meses ya no haya plazas supondrá algo.
-Su presencia en los cursos es habitual, pero ¿no cree que ya es hora de volver a la programación porque desde 2006 no actúa?
-Sí, es algo que tengo ahí pendiente. La última vez, como dices, fue en 2006 en la Sala Compañía y desde entonces no he vuelto. Este año estuvimos a punto de cerrar una cosa, pero al final no pudo ser, ojalá el año que viene sí pueda regresar a mi Festival, como yo digo.
-¿Y en Jerez, desde cuándo no baila?
-En Jerez no trabajo desde 2007 en una cosa que hicimos en la Plaza de la Asunción Irene y yo, y en la que estaban Andrés Peña y Pilar Ogalla. Con eso te lo digo todo.
-Si en vez de Jerez fuese de otro sitio, ¿cree que tendría más protagonismo por aquí?
-No lo sé, no es algo que me planteo. Lo único que creo es que formo parte de una generación que está como en el limbo. Trabajamos mucho fuera, tenemos una gran formación y sin embargo nos hemos quedado ahí en un segundo plano. O se cuenta con los que tienen un gran nombre o con las jóvenes promesas, pero a nosotros parece que Jerez nos ha dado de lado, y es una pena.
-En los últimos años el baile lo marcaba la investigación y la variedad de estilos, y sin embargo ahora parece haber cambiado esa dinámica. ¿Cree que se está volviendo a lo clásico?
-Yo creo que sí. Una vez me dijo un amigo que todos los bailaores éramos unos frustrados y al principio no lo entendí. Luego me he dado cuenta que tenía razón porque si uno da dos vueltas, el otro quiere dar seis, y así con todo. Antes los bailaores se regían por un estilo, unos eran más clásicos, otros más flamencos, otras manejaban la bata de cola, otras no, y por eso no eran menos que otros. Sin embargo, llegó un momento en que para ser una gran figura había que tocarlo todo. Ahí se perdió la personalidad del bailaor porque se bailaba todo de la misma forma. Ahora todo ha vuelto al origen y se busca al cantaor de raíz o al bailaor de corte clásico, que no quiere decir que sea mejor o peor, es cuestión de etapas.
-Usted siempre ha defendido el baile varonil, ¿cuesta mantener esa línea en los tiempos que corren con tanta búsqueda?
-Un poco sí, esa búsqueda de la que tanto se ha hablado quizás ha hecho perder cosas, pero tanto a bailaores como a bailaoras. Está claro que el baile siempre ha sido ambiguo porque ha habido bailaores que han tocado la parte más femenina para sentir y bailaoras que han tenido que utilizar la fuerza, caso de Carmen Amaya o Manuela Carrasco. En esa fusión por ejemplo, las bailaoras han perdido la sutileza, se ha perdido el sabor. Sí hay muy buena técnica en giros y en colocación de las manos, porque eso te lo da el clásico contemporáneo, pero no hay sabor. Eso es como el torero que sale a la plaza, por mucho que haya ensayado en el campo, si el toro se va para la derecha, tiene que tirar para la derecha, si no ya sabes...
-O sea que usted es de los que defienden la improvisación...
-Mira, en toda mi vida el 75% de mi baile ha sido improvisación, sobre todo cuando bailo al cante. Es lo que he aprendido desde pequeño y me encanta que el cantaor se desgarre y me cambie, me encanta que el cantaor me busque para yo buscarme. No soy de los de la letra medida (risas).
-Comenzó muy joven en el baile y desde entonces el flamenco ha cambiado mucho. ¿Para bien o para mal?
-Según se mire. En mi caso puedo decir que disfruto de mi profesión y lo que empezó como un juego a los cinco años es hoy día un trabajo. Sí que es verdad que como en todo en la vida la suerte importa, y yo he visto a mucha gente que se ha quedado en el camino valiendo muchísimo en todos los aspectos. Por eso digo que las instituciones deberían velar más por este Coto Doñana, como yo digo.
-En estos tiempos en los que algunos artistas critican que otros vayan a cantar por poco dinero, ¿cuesta decir no a alguna propuesta?
-Claro que cuesta, porque cada persona es un mundo y en casa de cada uno manda el hambre de cada uno. Es cierto que muchas veces, yo he dicho a compañeros, 'no vayas por ese dinero que nos perjudica a todos a la larga', pero también entiendo que el que tiene que comer va por lo que sea. En mi caso, tengo claro que a veces hay que decir no porque si no nunca te dan tu sitio. Yo por ejemplo he rechazado estar en los Viernes Flamencos en los últimos años porque lo que me querían ofrecer no era justo. Lo peor es que te dicen 'es que tenemos que colaborar con el Ayuntamiento'... Y digo yo, ¿quién colabora con nosotros? Si hay que colaborar con el Ayuntamiento no entiendo por qué gestiona los Viernes una empresa privada. Así los dineros nunca llegarán al artista.
-Ahora que pasa tanto tiempo en Sevilla, ¿qué echa más de menos de su tierra?
-Lo que más añoro son las reuniones de artistas en las peñas. Yo me he criado en Los Cernícalos y La Bulería y allí nunca había espectáculos, éramos los propios artistas los que formábamos la fiesta ya fuese en Navidad u otra fecha y eso se ha perdido. Eso lo echo de menos.
-Mirando al futuro, veo que ha creado su empresa. ¿A qué aspira a partir de ahora?
-Bueno, he creado mi empresa hace unos días, Tejero Arte Jerez SL, y para mí esto es un gran paso. Con 35 años quiero ir día a día, disfrutar del presente pero con los sueños intactos. Tengo las inquietudes ahí y espero seguir creciendo en el futuro. A mí para que me quiten del escenario me tienen que dejar cojo (risas).
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