Maestros de la venencia
Un estilo único de servir el jerez
El oficio tradicional que despierta admiración en el mundo

Para tratar este aspecto del mundo nuestra viticultura es necesario consultar dos libros donde se nos instruye sobre tan humilde, pero singular, instrumento: La venencia.
Nos referimos a la que se considera la ‘Biblia’ de los vinos del Marco, es decir la obra de Manuel María González Gordon, Jerez-Xeres-Sherish (1935), y El libro de los vinos de Jerez (2022), de César Saldaña, en concreto el capítulo titulado ‘El arte de la venencia’.
El oficio de venenciador es uno de los más antiguos, tradicionales y genuinos del Marco de Jerez. Desde que el vino empezó a ser objeto de transacciones, lo que equivale a decir desde que el vino empezó a ser elaborado y apreciado, siempre ha sido necesario establecer su calidad y precio mediante la toma de una muestra y la cata de la misma.
A partir del comienzo de la utilización de las botas de madera para el almacenamiento, envejecimiento y transporte de los vinos, la obtención de esas muestras empezó a verse rodeada de unos condicionantes que requerían una maestría especial. La bota jerezana dispone de un orificio en el centro de una de las duelas, que es la que se sitúa en la parte superior una vez que la barrica queda colocada en la “andana” o hilera de botas, dentro de una bodega. Por ahí -por el llamado “bojo” de la bota- es por donde se extrae la muestra para catar el contenido de una bota.
Además de en las operaciones de compraventa de vinos la extracción de muestras es una práctica muy frecuente en el propio proceso de elaboración de los vinos. Desde la primera clasificación de los mostos hasta el largo proceso de envejecimiento en las criaderas, el bodeguero necesita obtener y catar muestras del contenido de las botas de forma casi constante. Desde hace siglos, en las bodegas de Jerez, de Sanlúcar o El Puerto, los venenciadores ayudan a capataces y catadores a obtener esas muestras. Introduciendo sus venencias a través del bojo de las botas, extraen el vino del interior de la vasija y lo depositan hábilmente en los catavinos, para que los catadores puedan apreciar todos sus aromas y matices.
Sólo utilizando la venencia puede accederse a la parte central de la bota, muy por debajo de la superficie, pero también por encima de la parte inferior. La venencia nos permitirá extraer una pequeña cantidad de vino totalmente limpio y brillante y escanciarlo en los catavinos desde una cierta distancia, lo que ayuda a que el vino se “abra” en la copa, permitiendo a los catadores apreciar todos sus matices. No se trata por tanto de una simple maestría o una forma espectacular de servir el vino, sino de una tarea que se realiza a diario en las bodegas y que resulta totalmente insustituible.
La venencia es el instrumento que da nombre al oficio de venenciador. Aunque su origen no está claro, algunos autores lo sitúan en la antigüedad.
El nombre de este instrumento está directamente relacionado con su tradicional función en las compra-ventas de vino, en las que era siempre necesario sacar una muestra del producto objeto de la transacción para llegar a una “avenencia” o acuerdo sobre su precio. La venencia es un instrumento formado por un largo vástago flexible, con una especie de vaso o cubilete en un extremo y un gancho en el otro.
La venencia debe introducirse en la bota lo más verticalmente posible, de forma que se produzca la mínima alteración en el vino y muy especialmente en el velo de flor que cubre las botas de fino y de manzanilla en la bodega. La recuperación, una vez que el cubilete está lleno, ha de hacerse igualmente de forma vertical. Una vez fuera de la bota y con el cubilete lleno, se hará oscilar la venencia hasta situarla horizontal al suelo. A media que el vino empiece a caer a chorro, éste se hará caer en el catavino, procurando que no salpique su contenido fuera del mismo.
Habitualmente, los venenciadores van aumentando la distancia entre la copa y el cubilete de la venencia a medida que el vino va cayendo, bien levantando la venencia o bajando ligeramente la mano que sujeta el catavinos.
Con la venencia
La imagen más curiosa, por inédita, es la del actor británico Peter O´Toole en su intento de manejar la vanencia. Foto tomada en Williams&Humbert en marzo de 1962. Una joya gráfica que agradezco a Alfonso Roldán.
Con motivo del rodaje del film Lawrence de Arabia en Sevilla, parte del equipo artístico fue agasajado en la bodega.
En otra, la etiqueta de los vinos de Espinosa de los Monteros se representa al venenciador Joaquín Eslava Lara ‘Barringola’.
No menos interesante es el anuncio de Harveys, para el mercado británico, con la figura de Zoilo Ruiz-Mateos, como la llamativa publicidad del sherry bar de Tokio, Venencia, al igual que la del directivo de Domecq con la característica venencia de caña, propia de las bodegas sanluqueñas.
Aportamos, igualmente, el dibujo creado por Luis Pérez Solero en 1936; y la bella estampa de Tomoko Kimura, vestida con su elegane kimono en el marco del castillo de San Diego, en Sanlúcar de Barrameda.
Tanto González Byass como Domecq, fueron las que más proyección internacional tuvieron con sus venenciadores ‘estrellas’.
El mismo Pepe Ortega viajaría a Japón en 1981, siendo entrevistado por una cadena televisiva, y vistiendo el atuendo tradicional de aquel pais. Años más tarde daría paso a su discípulo aventajado, Genaro Benítez Gil.
Genaro, nacido en 1955, comenzó a trabajar en González Byass con 14 años. En la imagen lo vemos con 22 años.
La elegante figura de Alfonso Orbello Toribio, representando a Domecq, está tomada en Los Ángeles.
Los periodistas locales Rodrigo Molina y Juan de la Plata fueron responsables de diversos artículos sobre los venenciadores jereezanos,tanto en la prensa local como nacional.
La revista Fotos, de 14 de septiembre de 1957, publicaba un artículo de Rodrigo Molina titulado Venenciar es, también, un arte. En la portada Julio Delgado fotografiado por Eduardo Pereiras.
Ese mismo año, Juan de la Plata lo haría en Dígame con Las venencias de Jerez; y en Diario de Jerez con Los venenciadores, un arte y un lujo, el 8 de octubre 2007.
Listado de venenciadores
Para la ocasión he elaborado un listado de venenciadores de diferentes bodegas del Marco a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI.
En Domecq hay que destacar a Julio Delgado Soto y Alfonso Orbello Toribio y José Morales ‘Tirlón’, así como a José Alpresa y Pepe Fernández.
Los venenciadores estrella de González Byass fueron Pepe Ortega, que dio la ‘alternativa’ a Genaro Benítez Gil, y Paco Gandón, este último jubilado en el 2020.
Otros nombres de esta bodega, que incluso llegaron a aparecer en postales fueron: Manuel Romero Postigo, Domingo Alba Pedrosa, Manuel Piñero Aguilar, Juan Labrador Picaso y Francisco Herrera ‘Paquetin’.
El más popular en Williams&Humbert sería ‘Niño’ López Alberti, sucediéndole su hijo, Manuel (Niño) López Forte. En años posteriores ejercerían esas funciones Francisco Salas, Sandro Salas Nieto (hijo de Francisco), Antonio Rey y Pedro Galisteo.
Continuamos con Sandeman, donde mi primo, Vicente Sánchez García, fue reconocido como habilidoso venenciador y excelente catador, junto a otros compañeros como Juan Garrido, Juan Galindo, Vicente Sánchez García y Juan Arboleda.
De Bobadilla, Juan Quintanilla, y en Varela y Croft; Juan López Ruiz-Herrera ‘El Quija’. De Croft era Manuel Morales ‘Tirlón’, que venía de Páez.
Agustín Coro y Ángel Sánchez Martínez trabajaron en Sánchez Romate.
De las varias bodegas reunidas por Rumasa, Juan Arboleda (Díez Mérito y Rumasa), Manuel Montes de Oca (Rumasa), Rafael España y Joaquín Eslava Lara ‘Barringola’ (Zoilo Ruiz-Mateos), Sebastián Rivero (BISA), Manuel Aguilar (Bodegas Soto).
En las bodegas de Osborne los nombres de José Gómez Ariza y Javier Beuzón.
A partir de los años 90, con la crisis del sector bodeguero, algunos de las nuevas generaciones de venenciadores crearán sus propias empresas, como la de Jesús Delgado Rey, hijo de Julio Delgado, la de Jesús Rubiales López (Venenciadores de Jerez), o la de Arsenio Estévez Cuéllar.
Poema De Rebusco
No me gustaría terminar esta entrega del Rebusco sin este poema del escritor José María Pemán, el titulado ‘De Rebusco’, incluido en su ‘De cuatro canciones místicas’.
Sugerencia, que agradezco a mi buen amigo, y compañero académico, Francisco Garrido.
De rebusco va el Amor,
desnudo el pie por las viñas.
(Con gritos de alondra
lo saluda el día.)
De rebusco va el Amor
por entre las esmeraldas.
(Con cuñas de oro
lo saluda el agua.)
De rebusco va el Amor
por la gloria del viñedo.
(Con voces desnudas
lo saluda el viento.)
Por entre mis desamores
de rebusco va el Amor.
(Con risas y lágrimas
lo saludo yo.)
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