Malos tiempos para la sequía en el campo y en la ciudad
Toca apretarse el cinturón con una situación que va para largo y que hará mella en el bolsillo de los agricultores y los consumidores
El sector agrícola, que esperaba restricciones aún mayores por la gravedad de la situación, cree que se ha reaccionado tarde
"Hasta la lechuga está cara", señala COAG-Cádiz, que da por sentado que seguirá la escalada de precios de los alimentos
Este sábado entran en vigor las restricciones en el uso del agua por la sequía en Jerez
Los embalses de la cuenca del Guadalete, en mínimos históricos
La entrada en vigor de las restricciones en el uso del agua tras la declaración oficial de "situación excepcional de sequía" en la demarcación hidrográfica del Guadalete-Barbate únicamente afecta a a la reducción de la presión del 20% para uso urbano e industrial. En el campo, que ha visto reducida la dotación de agua para riego a la mitad, es decir, 50% frente a la limitación anterior del 25%, los propios agricultores deciden cuándo y cómo aplicarla, en función de las necesidades, con tal de ajustarse al límite al cierre del año hidrológico.
Pese a la ampliación de lo que los responsables autonómicos prefieren denominar medidas de ahorro, los regantes se pueden dar con un canto en los dientes, toda vez que el sector temía una restricción aún mayor, en concreto de hasta el 75%, confiesa Eloy Rocha, presidente de la Comunidad de Regantes del Guadalcacín, la principal de la provincia con unos dos mil comuneros y 12.000 hectáreas de superficie.
Los agricultores no se explican, no obstante, por qué se ha tardado tanto tiempo en reaccionar para aplicar restricciones al "uso de boca", que además del consumo humano comprende también el riego de parques y jardines, baldeo de calles y otros usos urbanos. "Vamos tarde, siempre vamos tarde", señalan fuentes del sector, que echa en falta una mayor prevención en estos usos frente a la limitación del 25% de la dotación en la última campaña de riegos. "En verano no se ha hecho nada en las ciudades, hemos estado gastando como si nada", indican las mismas fuentes, que tampoco tienen claro cuánto se va a ahorrar con la bajada de la presión del 20% para el uso urbano industrial anunciada por el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana, en la que se incluye Jerez.
Aunque esta medida puede parecer más política que técnica, otras fuentes señalan que los cortes del suministro, generalmente de madrugada, tienen un efecto boomerang que dispara el consumo, ya que la gente hace acopio de agua que luego no necesitan por la psicosis de la población ante los anuncios de cierre del grifo.
La declaración oficial de la sequía hidrológica excepcional, el nivel de riesgo más elevado por encima de la moderada, la severa y la extrema, se corresponde con la disminución alarmante de las reservas de agua disponibles en los embalses de la cuenca de la provincia, con un 15,4% (unos 250 hectómetros cúbicos) que viene a ser menos de un tercio de la media de los últimos diez años. En el caso del Guadalete, cuya red está integrada por los embalses de Zahara, Hurones, Guadalcación, Bornos y la presa de regulación de Arcos, el panorama es todavía peor, pues el agua embalsada ronda el 13%, con un volumen de 181 hectómetros cúbicos sobre una capacidad total de algo más de 1.373 hectómetros.
A diferencia de la sequía meteorológica y la agrícola, la hidrológica requiere de más tiempo para recuperarse, por lo que las restricciones aprobadas en la última comisión de gestión de la sequía en la demarcación hidrográfica del Gudadalete-Barbate, salvo vuelco inesperado de los pronósticos, van para largo.
Y los pronósticos para el año hidrológico no son nada halagüeños, por lo que dado que las obras en infraestructuras hídricas requieren grandes inversiones y siempre son a largo plazo, Pérez recomienda armarse de paciencia ante las restricciones, que podrían ir incluso a más.
"Son tiempos muy malos y toca apretarse el cinturón, y mucho", explica el secretario general de COAG-Cádiz, Miguel Pérez, quien describe que en el escenario actual, con las reservas de agua por los suelos, se necesitaría un año de muchas precipitaciones, por encima de los mil litros por metro cuadrado, para que la tierra se empape y se creen las escorrentías de las que se nutren principalmente los embalses de la cuenca.
Lo ocurrido en San José del Valle hará cuestión de un mes sirve para ilustrar las palabras de Pérez. Una tormenta descargó sobre el municipio vallense una tromba de 200 litros por metro cuadrado en unas horas, pero el embalse del Guadalcacín ni lo notó; la tierra se tragó el agua en cuestión de minutos y al día siguiente fue como si no hubiera llovido.
Guadalcacín II, el gigante de los embalses del Guadalete con 800 hectómetros cúbicos de capacidad (el 60% del total) baja ya del 18% de ocupación. Hace un año, también en sequía aunque moderada en la cuenca, estaba al 25%. El responsable provincial de COAG subraya que esta infraestructura hídrica vital para la provincia ha permitido que los últimos meses sean más llevaderos a diferencia de lo que ocurrió en la sequía de los años noventa, justo antes de su construcción.
Merma en los cultivos y en los bolsillos de los consumidores
Llueve sobre mojado, es un decir, porque a los efectos de la sequía prolongada, ahora en situación excepcional, se unen los daños devastadores de la borrasca Bernard sobre el campo de la provincia, en general, y los invernaderos de Costa Noroeste, en particular.
Sin apenas margen de maniobra, los agricultores no pueden demorar la toma de decisiones conforme a una planificación distinta de la campaña, condicionada por las restricciones de la sequía.
El maíz ha desaparecido prácticamente en la campiña de Jerez y en el resto de la provincia, donde también se sacrificarán algunas hortícolas y el aguacate, cultivo con una presencia aún testimonial, pero que requiere grandes cantidades de agua, por lo que "se va a ver trastornado". "O compras derechos de agua de otros agricultores o dejar el árbol sin producción este año", indica Pérez, quien asegura que muchos cultivadores se inclinarán por los herbáceos, como el trigo y el girasol, "y poco más porque no hay mucho donde elegir".
La otra alternativa, apunta, es dejar parte de la tierra en barbecho para intentar tirar con la cosecha de la que se cultive, pero "las rentas de los agricultores se va a ver sensiblemente mermada, y la merma de la producción es merma para el bolsillo de los consumidores".
"Hasta la lechuga está cara", desliza el responsable agrario, que da por segura la subida de alimentos sobre la que ya acumulan por la espiral inflacionista iniciada con la guerra de Ucrania y que ha provocado un cambio sustancial en la dieta de los españoles.
Por buscar el lado positivo, aunque parezca imposible en el actual escenario, Pérez esgrime que la actual situación sirve, al menos, para reivindicar la importancia de la agricultura, de mantener la capacidad productiva y no renunciar a la soberanía alimentaria, frente a la deriva en Europa en favor de una mayor dependencia de terceros países. "Hay que comer tres veces al día, eso no hay quien lo mueva".
Lluvia de millones
La consejera de Agricultura, Carmen Crespo, ha anunciado una lluvia de millones para paliar los efectos de la sequía en el campo, en concreto 128 millones para las Organizacionies de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH) -en la provincia hay una en Sanlúcar y otra en Conil-, a las que se unirá el paquete que estudia la Comisión Europea equivalente a la Medida 22, las ayudas excepcionales aprobadas por Bruselas para hacer frente a los efectos de la guerra de Ucrania en el campo.
Aunque la titular andaluza de Agricultura ha afirmado que “estamos muy animados con esta medida”, en el sector hay cierto recelo con estos anuncios, ya que según Miguel Pérez, "no hay ayudas para compensar la bajada de rentas de los agricultores, encima con el recorte de la PAC".
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