El Marco de Jerez teme una nueva vendimia corta y extratemprana
Bodegas
El anticipo de la brotación del viñedo, con más de un mes de antelación, descoloca al sector
Preocupa la ausencia de precipitaciones en una campaña que podría adelantarse de forma insólita al mes de julio
Si el labrador pensase en la sequía, no labraría El viñedo del Marco de Jerez afronta otro año difícil y atípico, marcado por la sequedad y por temperaturas muy suaves que hacen temer una vendimia muy temprana y escasa de producción.
Los temores del sector se sustentan en el inicio de la brotación de las viñas, el ‘lloro’ de la vid con el que aparecen las primeras yemas y que generalmente se produce entre marzo y abril, en plena primavera, pero que esta campaña se ha adelantado a mediados de febrero, es decir, más de un mes antes de las fechas habituales (un fenómeno similar puede apreciarse en los naranjos en flor, repletos de azahar, que pueblan el casco urbano de Jerez).
“Aún es pronto para hacer predicciones, pero también es muy pronto para que broten las viñas”, apunta César Saldaña, director general del Consejo Regulador, quien admite por una parte estar sorprendido por esta brotación temprana y, por otra, no tanto “porque las condiciones meteorológicas son las que son”.
Cambio climático, calentamiento global... El caso es que los viticultores se enfrentan a una nueva campaña en la que las precipitaciones brillan por su ausencia, la segunda consecutiva, y sin atisbos de que la situación vaya a cambiar en las próximas semanas, por lo que las reservas en el subsuelo también son muy escasas.
“Tenemos un déficit hídrico brutal, no hay perspectivas de lluvia y, en ese sentido, la preocupación es doble: por la posible anticipación de la vendimia y por una cosecha corta, que se uniría a la cosecha corta que también hubo el año pasado”, indica Saldaña.
Con las debidas reservas, pues “aún es pronto y no me atrevo a hacer ningún tipo de predicción”, el responsable del Consejo reconoce, no obstante, que “los hechos son esos y no tienen discusión”, si bien emplaza al próximo pleno del vino, que se celebrará a finales de marzo, en el que los vocales abordará los asuntos de campaña, entre otros motivos, porque en enero, cuando se celebró la última sesión plenaria, todo el mundo está con la poda y no se piensa aún en brotación y cosecha.
En sus veinte años en el Consejo y en los treintaytantos que lleva vinculado al sector, Saldaña recuerda como vendimia más temprana la de hace tres o cuatro campañas, en la que “empezamos a recoger la uva de vinificación para el jerez el 1 de agosto, pero me temo que este años nos podamos meter en julio”.
Un hecho sin precedentes en el Marco pese al adelanto generalizado del comienzo de la recolección de la uva a la segunda mitad de agosto, cuando antaño solía realizarse en los primeros días de septiembre.
En 2007, sin embargo, el Marco de Jerez se topó con otro hecho insólito, una brotación otoñal de la vid, con casos incluso de floración, episodio registrado entre finales de noviembre y principios de diciembre de aquel año, y al que puso fin la bajada de la temperatura, con la llegada de los primeros fríos.
A diferencia de entonces, que quedó en casi una anécdota, el viñedo tiene ahora escaso margen de recuperación, y de mantenerse las temperaturas primaverales y la ausencia de lluvias, todo apunta a que la cosecha se verá sensiblemente mermada.
“Año seco y brotación temprana y dispar... el tema está muy feo”, asegura Francisco Guerrero, presidente de los viñistas independientes de Asevi-Asaja, que atraviesan momentos muy difíciles por los bajos precios de la uva que arrastran desde hace tiempo.
En su análisis sobre la situación del viñedo, el responsable de Asevi explica que la brotación se pararía por completo con dos días de frío, pero llegado el momento de rebrotar, “muchas yemas se quedan dormidas, sobre todo en la poda de vara y pulgar, por lo que tendríamos otro año de baja producción, que puede ser incluso peor que la anterior porque no hay nada de reservas de agua” –la vendimia de 2018 se saldó con poco más de 57 millones de kilos y una caída del 30% respecto a la campaña anterior–.
La brotación se ha pisado con el remate de la poda invernal y, según Luis Mateos, de la empresa especializada en asesoramiento de viñas Vara y Pulgar, está más extendida entre las variedades de uva blanca distintas a la palomino, situación que considera hasta cierto punto “normal” a tenor de las temperaturas registradas en febrero.
Mateos confía en la llegada de algunas precipitaciones en primavera para reconducir la situación. “Si caen 30 litros bien caídos, en una semana y con cielos nublados para que la tierra absorba, habría una cosecha decente”, y apostilla, “no sería un año bueno, pero salvaría la cosecha”.
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