Al otro lado de la máquina de coser
Jerez | Crisis del coronavirus
Luisa Sambruno García, costurera de 83 años, es una de las muchas personas que estos días colabora desinteresadamente con Acoje en la elaboración de mascarillas
La asociación de comerciantes ha donado ya más de 3.900 mascarillas y 250 batas
Jerez/En las últimas semanas los jerezanos se han volcado para ayudar a los sanitarios y a los cuerpos de seguridad de la ciudad, así como a las personas más vulnerables. En plena crisis sanitaria por el coronavirus, las donaciones se han convertido en un gesto diario de muchos ciudadanos. Uno de los colectivos que está trabajando intensamente estos días es la asociación de comerciantes del centro Acoje, donde se han unido “más de 500 personas para ayudar a combatir el Covid-19”.
En total, según publicó la asociación este mismo sábado en su Facebook, ya han repartido más de 3.900 mascarillas y 250 batas. Un material que han distribuido entre el hospital de Jerez, Ayuntamiento, Asilo San José, Hogar San Juan, Residencia de Mayores Vitalia (La Marquesa), Hermanas de la Cruz, Siloé, Proyecto Hombre, Afanas, Autismo Jerez, Policía Nacional, Guardia Civil, transportistas, mercado de abastos y comercios de servicios básicos como taxistas, además de a la población general que lo va necesitando.
Detrás de estas donaciones hay muchos voluntarios que colaboran desinteresadamente en la elaboración y reparto de las mascarillas. Además, Acoje ha facilitado un número de cuenta (ES96 0049 4975 42 2517995203) para recaudar fondos con los que adquirir más material para poder mantener la producción.
Una de las muchas personas que está trabajando en la elaboración de las mascarillas es Luisa Sambruno García. A sus 83 años no ha dudado en ponerse manos a la obra. “Estoy encerrada en casa, así que si me han pedido ayuda pues la doy”, cuenta a través del teléfono. Costurera de toda la vida, Luisa Sambruno cuenta orgullosa que ha dejado listas “cincuenta mascarillas en cuatro días y ahora empezaré con otras cincuenta”.
Esta jerezana reconoce “nunca había conocido una situación así” y asegura que el coronavirus “está siendo como una guerra en silencio con todo el mundo encerrado sin poder salir para nada”, dice en alusión al confinamiento. De hecho, lo único que recuerda haber vivido similar “es que cuando yo era joven había tuberculosis, que también era una enfermedad muy contagiosa, aunque no teníamos que encerrarnos. Lo único era que nuestras madres tenían la precaución de decir no te vayas a ir a tal casa. Pero ahora es que tenemos una ruina encima muy grande, esperemos que acabe pronto”.
A pesar de la situación actual por el estado de alarma, ella reconoce que está tranquila “porque con mis cuatro hijos no me falta de nada, me traen hasta la comida”. Además, “tengo unos vecinos muy buenos también y si necesito algo sólo tengo que llamar por teléfono y me lo traen. No tengo ni que salir a tirar la basura”. Aun así, reconoce con nostalgia que “aunque tengo 83 años yo salía todos los días para ir a casa de uno y de otro y me distraía pero ahora estoy aquí encerrada”.
Por eso, para Luisa Sambruno la elaboración de las mascarillas se ha convertido en una distracción diaria. “Me levanto por la mañana, me ducho, tomo mi cafelito, hago mi cama y me pongo con las faenitas de casa. Me dicen que tengo la casa como un jaspe porque ya he lavado visillos, cortinas...”, cuenta entre risas. Y el resto del tiempo lo dedicada a la costura: “Me siento y me pongo a coser las mascarillas. Ahora estoy haciendo un trajecito para una bisnieta que voy a tener y, cuando acabe, seguiré con las mascarillas”, explica orgullosa.
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