Maugham y su leve paso por Cádiz y Jerez

Lectores sin remedio

Maugham y su leve paso por Cádiz y Jerez
Maugham y su leve paso por Cádiz y Jerez
Ramón Clavijo Provencio y José López Romero

10 de enero 2025 - 06:30

El recién finalizado 2024 pasó sin un leve recuerdo para el escritor británico William Somerset Maugham, a los 150 años de su nacimiento. Es cierto que en literatura es leve la línea que separa la gloria del olvido, y es este uno de esos casos ya que conviene recordar que Maugham pasó de ser uno de los escritores más aclamados en vida a evaporarse su recuerdo tras su muerte.

La primera vez que me topé con la obra de este escritor fue al contemplar en el escaparate de una librería gaditana ya desaparecida situada en la calle San Francisco, los tres volúmenes de sus obras completas editados primorosamente por Plaza y Janés en una colección (Clásicos del siglo XX), cuyo diseño recordaba mucho a la mítica de Aguilar en papel biblia y encuadernación en piel. En sus páginas descubrí historias fascinantes luego llevadas al cine como ‘El filo de la navaja’, pero sobre todo relatos cortos en los que era un maestro a la altura de Capote, como se puede comprobar leyendo ‘La lluvia’ (‘Rain’) entre otros.

Al tiempo que me adentraba en la obra de Maugham, iba conociendo a la par aspectos de su fascinante vida. Personaje controvertido, amante de la buena vida que atesoró una fortuna con la literatura y de irrefrenable pulsión sexual que se deja traslucir muy levemente en sus libros. Gran viajero, que no aventurero, pues a diferencia de otros este escritor británico gustaba del viaje siempre que estuviera acompañado de todas las comodidades posibles. Esa pasión por el viaje, y que le llevó a nuestro país en 1898, la trasladó a sus escritos, algunos muestra de la mejor literatura viajera como el excelente ‘En los mares del Sur’ (Seis Delfines, Barcelona, 1942).

Maugham, agente del SIS (antecesor del M16) la agencia británica de espionaje durante la Gran Guerra, realizó reiteradas visitas a Sevilla, Cádiz y Jerez durante la década de los cuarenta del pasado siglo, lo que ha llevado a algunos a pensar que aún no se había desprendido de su perfil de informante en esa época donde por cierto publicó ‘El agente secreto’. En 2005 se editaba por vez primera en España su libro sobre Andalucía (‘Andalusia. Skettchess and Impressions’, 1930, aunque la primera edición castellana es la argentina de Caribe, de la que se reproduce la imagen). En el mencionado libro dedica a Cádiz dos capítulos y a Jerez uno (ver 'Miradas sobre el jerez', José Luis Jiménez. Diario de Jerez). Si de Cádiz lo que más le atrae, más allá de su historia o urbanismo, es la visión del mar lamiendo sus alamedas; de Jerez recuerda, además de sus viñas y bodegas, los atardeceres y esos paseos nocturnos en soledad por sus calles de los que llegó a afirmar que esa “ soledad era más embriagadora que todos los vinos que en la ciudad se añejaban”. Ramón Clavijo Provencio

El abuelo

La noticia corrió como la pólvora, como diría un amante de las frases hechas. “El abuelo está enfermo. Pero enfermo de verdad”. Y todos los miembros de aquella familia “del tuvo” (que diría mi amigo Paco), empezaron a soñar un futuro lleno de “tengos”. Porque el abuelo (era fama transmitida de generación en generación) poseía un manuscrito. En la enorme biblioteca en la que solo quedaban las colecciones baratas, pues se había ido vendiendo todo lo que de valor contenía, aún se conservaba y brillaba una joya única en la que todos habían depositado sus legítimas esperanzas de vivir del cuento. “Es de Juan Ramón”, murmuraban algunos mientras se impacientaban ante el retraso del inevitable desenlace, como le habían pronosticado los médicos, “cuestión de horas”, pero ¡esas horas se dilataban tanto! “Y tiene que valer una fortuna”, apostillaban otros que miraban con ansiedad hacia el cuarto donde agonizaba el que los iba a sacar de la ruina.

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí abandonaron España el 22 de agosto de 1936 con “dos maletitas, con unas mudas de ropa interior, un traje, unas medicinas, que yo estaba bastante enfermo, y nuestros anillos de boda” (A. Trapiello, ‘Las armas y las letras, p. 103). Atrás dejan su casa de Madrid que muy pronto es saqueada. Era conocido por íntimos y allegados la procedencia del manuscrito: fruto de aquel expolio en casa del poeta, porque el bisabuelo había participado activamente en aquel y en otros muchos abusos y tropelías por aquellos días en los que Madrid se había convertido en una ciudad sin ley, sin respeto y sin escrúpulos. Pero para estos casos siempre podemos acudir a la justicia poética (para aquellos que gustan de los tópicos). El sobrino-nieto inteligente, ese que rompe con las mejores tradiciones de las grandes familias, ya se había informado. En cuanto sacaran al mercado el dichoso manuscrito, de inmediato caería sobre él todo el peso de los derechos de los herederos del poeta, si no de la Fundación que lleva su nombre. Cuando salió el médico para informar del fallecimiento del abuelo, nadie quedaba ya en el pasillo. José López Romero.  

Reseñas

Una chica en invierno

Philip Larkin. Impedimenta, 2015.

Philip Larkin (Coventry, 9 de agosto de 1922-Hull, 2 de diciembre de 1985) quizá sea más conocido como poeta, gran enemigo de las vanguardias y uno de los más influyentes de la poesía figurativa. A su labor poética hay que añadir una corta producción narrativa compuesta por tres novelas que la editorial Impedimenta se ha encargado de publicar en español. ‘Una chica en invierno’ relata la historia de Katherine en dos momentos distintos: en el pasado, cuando fue invitada por Robin, el hijo de los Fennel, para pasar unas vacaciones en Inglaterra; y en el presente, cuando, instalada de nuevo en Inglaterra después de varios años, decide retomar el contacto con aquel muchacho del que aún no sabe si estuvo alguna vez enamorada. Relato muy inglés. J.L.R. 

Una chica en invierno.
Una chica en invierno.

Moravia

Marcelo Luján. Salto de página, 2017.

Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973) forma parte de esa inabarcable lista de escritores hispanoamericanos, pertenecientes a generaciones posteriores al famoso boom, que en nada desmerecen en calidad literaria de sus maestros y referentes. Buenos descendientes de tan excelentes e ilustres antepasados. En ‘Moravia’ Luján nos relata la historia de Juan Kosic, famoso bandoneonista, que emprende con su mujer y su hija un viaje a la Argentina profunda, con el único fin de ajustar cuentas con su pasado: para echarles en cara a su madre y a su hermana el éxito y la fortuna que ha alcanzado y así cobrarse todas las humillaciones y los malos tratos sufridos. Un propósito con el que no está de acuerdo su mujer, la bella Lidia Estefanía Míclav, quien no tiene de todo ello buenos presentimientos. J.L.R.

Moravia
Moravia

Me piden que regrese

Andrés Trapiello, Destino, 2024.

Muchos son los libros que tras unos inicios prometedores terminan enredándose y acabando con la paciencia de ese lector que se las prometía muy felices. No es este uno de ellos. Sí, también aquí las primeras páginas son promesa de buena literatura, pero en este caso la historia fascinante a la que nos precipita Trapiello mediante su prosa magistral, lejos de decaer nos envuelve y nos lleva a conocer unos personajes memorables como Benjamin Smith, o Cortés, según se tercie o la impresionante Sol Neville. Personajes estos y otros, que se mueven por dispares motivos en el poco conocido Madrid de 1945, cuando se intuye el fin de la II Guerra Mundial y las autoridades franquistas temen un futuro donde los vientos empiezan a rolar en contra. Es esta novela un regalo para los buenos lectores, una rara avis en estos tiempos confusos para la literatura. R.C.P.

La Frontera invisible. Un viaje a Oriente

Javier Reverte, Plaza y Janés, 2022.

No ha sido nuestro país lugar donde proliferaran históricamente autores de literatura viajera, a diferencia de los países anglosajones o nuestros vecinos franceses, pese que aquí, como en los países mencionados, también son legión los seguidores de este subgénero literario. Por ello es de admirar la trayectoria del recientemente desaparecido Javier Reverte, escritor y aventurero a la altura de los mejores, como Theroux o Chatwin, y que como los de estos sus libros también han traspasado fronteras. Es el suyo un legado que no podemos permitir que caiga en el olvido, y qué mejor para mantener viva la llama de su impresionante obra que leer su último libro de viajes, aquel en el que materializó, ya enfermo y con 75 años a las espaldas, su último desafío viajero que le llevaría desde Estambul hasta Mascate, capital de Orán. R.C.P.

La frontera invisible
La frontera invisible
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