El poder máximo de la materia
Diario de las Artes

DAVID SABORIDO.
Galería O_LUMEN y Galería KRAMER.
MADRID y VIENA
La pintura no imitativa, aquella que revierte los elementos propios de lo que se representa en toda suerte de posiciones ajenas por completo a cuanto, de alguna u otra forma, ilustra lo real, manifiesta una difícil dimensión que debe estar muy bien sustentada para que su estructura compositiva no sea nada más que algo azaroso sin realidad artística alguna. Por eso vemos tanta pintura, que se hace llamar abstracta, con muy mala ejecución que se nos quiere vender como excelsos planteamientos no figurativos con desarrollos afectos a la nada; incluso, ahora, con las nuevas tecnologías, se buscan desenlaces cromáticos automáticos pretendiendo interactuaciones de color, más o menos, conjuntadas. Errores que sólo convencen a pobres espíritus sin causa. La obra no imitativa ha de estar determinantemente bien sustentada, con conciencia plástica, acertados y abiertos postulados matéricos y jugosas fórmulas coloristas; si no es así, sólo nos encontraremos con proyectos con poca enjundia donde se quiere empatizar con una abstracción que, casi siempre, deja mucho que desear. Por eso, David Saborido es pintor abstracto convencido y convincente; avalado por una pintura bien concebida en contenido y continente.
Es un artista de Jerez; artista en plena joven madurez, que ha sido, que es, además, conocido promotor de muchos que han abrazado el credo artístico fomentado por unas enseñanzas y una motivación entusiastas. Es pintor que lleva bastante tiempo en activo y dando buenos resultados. Forma parte de esa pléyade de pintores jerezanos de solvencia absoluta y que mantienen muy alto el estamento creativo actual, haciendo posible una realidad que no tiene vuelta de hoja y que es valorada -al menos fuera de las fronteras locales- por su capacidad y fortaleza y que mantienen las mejores constantes del arte que se realiza en España. Ahora su nombre va a protagonizar dos exposiciones, en la capital de España y en Viena, galerías O_lumen y Kramer, respectivamente, que ponen en evidencia la dimensión creativa de un artista con lenguaje e ideas propias y un contrastado entusiasmo.
Desde siempre, ha estado preocupado por la no figuración, por una obra que fuerza la mirada del espectador para que quede supeditada a la propia naturaleza del color. Su pintura ha encontrado en la más pura materia plástica la fórmula mágica para adentrarse por espacios mediatos donde la realidad matérica posiciona sus organismos más contundentes y especiales para que oferten su poderoso sentido formal. Él utiliza el color en su más absoluta pureza; el pigmento como germen sustancial y motivador para intervenir en un proceso creativo interviniente sobre la luz, consiguiendo estamentos plásticos de fuerza y luminosidad aplastantes. La pintura de David Saborido se nos presenta como cascadas de luz y color que yuxtaponen sus límites compositivos introduciéndonos en los postulados de la gran pintura abstracta, esa que impone la suma potestad de la forma, reduciendo la fronteras del objeto pictórico a la esencia conformadora de la luz y del color en una disposición actuante que magnifica la materia y desencadena las infinitas posiciones de la emoción plástica.
En la pintura de David Saborido lo sensorial marca todo el sistema creativo. Manipula todos los argumentos de los pigmentos para que éstos sean meras fuentes generadores de luz que se manifiestan en un horizonte expresivo lleno de intensidad y vibrante naturaleza material. Su obra impacta, crea inquietud, plantea contundencia material con objeto de que la forma imponga su poder estructural y, desde ella, alcanzar territorios donde una suma espiritualidad marca distancias y nos transporta a los apasionantes territorios donde anida el absoluto concepto del arte por el arte.
En la carrera de David Saborido la materia ha constituido un modo y un medio de expresión. Los registros del abstracto son los elementos propios de una pintura donde la forma queda supeditada a los desenlaces plásticos de un color que él somete hasta extraerle sus infinitos esquemas expresivos.
Colores azules, rojos, verdes... grises, siempre esos grises que han sido santo y seña en su pintura, adquiriendo suprema potestad y provocando una contundente emoción plástica en el espectador que se siente invadido por la potencia visual del color en estado casi puro. En su obra la abstracción ejerce su función no representativa más determinante. Todo queda supeditado a la potencia de los pigmentos, a la emoción generadora de sensaciones que crean unos colores que envuelven de expectación, que hacen olvidar cualquier situación real evocada y que invaden los espacios del espíritu para desencadenar las más infinitas emociones. Es el universo plástico de un artista especial, que ha seguido una línea propia, buscando la fuerza de un color que posibilita la más íntima esencia de la pureza plástica.
Estas dos exposiciones ponen en valor el exigente patrimonio de un artista que, desde un primer momento, se ha trazado un propio estamento, posicionándose en los máximos esquemas de un arte abstracto al que David Saborido rinde suma pleitesía.
También te puede interesar
Lo último