¿Se mejora la lectura con la LOMCE?
Política educativa
SIN duda es una pregunta retórica porque todos los que estamos en esto de la Educación sabemos que la respuesta es no. Y no solamente esta ley, sino la mayoría de las leyes de Educación. ¿Nos merece la pena un pequeño repaso? Intentémoslo aunque, aun queriendo ser preciso, algunos datos me pueden bailar, que este tema no es mi fuerte (como tantísimos otros, claro).
Un gran número de personas pensará que esto de las leyes sobre la educación, al menos sobre la instrucción, vienen de muy lejos. Lo más lejos que nos podemos ir es a la Ley Moyano, 1857, para hacer frente al elevadísimo analfabetismo del país. Ya en esa fecha en algunos lugares de Escandinavia se exigía saber leer y escribir para poder casarse. Luego vienen las comparaciones, como si los pasados no importaran.
Hasta el bienio progresista (1931-33) de la II República no encontramos una ley que haga un ordenamiento considerable del sistema educativo, con todas las bases sobre lo que se ha construido después. De la ley de entonces me llama la atención eso de que el docente debía de estar convencido del programa pedagógico, necesitando concienciación y preparación adecuadas. Del bienio conservador (1934-36) lo que más me llama la atención es que se prohíbe expresamente la educación mixta, segregándose los centros por sexo.
Tras la guerra, esa guerra que algunos modernos achacan a diferencias políticas y no a un golpe de estado, vino lo que vino (qué miedo indagar en ello) y en 1945 aparece la Ley de Educación Primaria y en 1953 la Ley de Enseñanzas Medias. Ojo que con estas leyes estudiamos muchos maestros y maestras que aún estamos en activo. Allí estaban la prueba de ingreso para Bachillerato (a los diez años) y las reválidas de 4º y 6º.
Hasta que no llega la Ley General de Educación (1970) no se empieza a hablar de pedagogía pero todo, claro, bajo el signo de los tiempos. Cuando llega la Democracia, empieza la batalla de leyes y siglas donde la preocupación principal son los idearios, el peso enorme o moderado de la religión, los dineros pública-privada, las titulaciones... y la participación en la gestión de los centros: 1980 LOECE, 1985 LODE, 1990 LOGSE, 1995 LOPEGCE, 2002 LOCE, 2006 LOE y 2013 LOMCE (algunas son leyes nuevas y otras modificaciones de las anteriores).
De todas ellas, solo la LOGSE supone un planteamiento realmente educativo al hablar de diseño curricular y no de programaciones cerradas. Su espíritu se alimenta de los movimientos de renovación pedagógica de los ochenta y posibilita un gran cambio en el currículo. Además, el mensaje es claro: no se trata de que los docentes enseñen sino de que consigan que el alumnado aprenda. Esto pone en cuestión las metodologías en general, las de la lectoescritura entre ellas.
Los Centros de Profesorado se vuelcan en el perfeccionamiento del profesorado para el cambio, la actualización,... pero mayoritariamente se realiza como ejercicio voluntario e individual, por lo que los cambios no siempre llegan hasta donde se pretendían. Además las alternancias políticas con mayoría impiden un pacto educativo (mucha soberbia, ¿no?) y las leyes solo van a cuidar lo ideológico, negándose unas a otras y acarreando consigo cambios innecesarios del currículo.
Por ejemplo, el último cambio donde de unas competencias básicas se pasa a otras, solo evidencia que cada partido político podría proponer "sus" competencias básicas. En nuestro terreno, la lectura, hemos pasado de una orden de media hora de lectura diaria, a una hora de lectura diaria a... si hoy no se lee no importa (aunque eso sea casi imposible).
Un cambio de ley supone un cambio de documentos del centro, entre ellos de las programaciones. Ahora hay una urgencia por renovarlas antes del 30 de marzo, con un gobierno sin formar donde pesan unos compromisos de eliminación de la LOMCE por buena parte de los presidenciables. Y si se miran los decretos, para hacer esas programaciones hay que empezar por los criterios de evaluación y llegar a los estándares de aprendizaje, que no son más que los antiguos objetivos generales y los objetivos específicos (o didácticos), respectivamente. Eso sí, luego hay que casarlo todo con las competencias para que no parezca lo que es: todo una vuelta a... ¿los 70?
Pues para la lectura los mismos criterios de toda la vida, contenidos y objetivos, no tenemos nada nuevo. Y es que si se quieren cambios hay que hablar de metodología y las leyes, por lo visto, no tienen pensado en nada para ello.
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