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Un misionero, traductor en el Kiko Narváez

inmigración

Fray Juan Carlos Mancebo, párroco en Picadueñas, durante años estuvo de misión en países africanos y ahora acude al polideportivo gestionado por Cruz Roja como voluntario

Juan Carlos Mancebo, ayer, junto algunos de los inmigrantes que se encontraban en el polideportivo Kiko Narváez. / Pascual
M. Valero

26 de julio 2018 - 10:09

Jerez/Fray Juan Carlos Mancebo, natural de Navaluenga (Ávila), y hoy párroco del Corpus Christi en Picadueñas, conoce muy bien la realidad de África. Religioso mercedario comenzó en 1983 su misión en Burundi, dos años después fue expulsado del país y junto a otros misioneros llegaron a Ruanda. Allí estuvieron nueve años, aguantaron incluso cuando empezó la guerra, pero en 1994 tuvieron que salir. "Fuimos saltando de país en país" y durante un par de años estuvo acompañando a los refugiados ruandeses en la República Democrática del Congo: "Atacaron los campos de refugiados y tuvimos que volver. Después, nos fuimos a Camerún...".

La vida del misionero está llena de dramas, luchas, perseverancia y solidaridad en países africanos. Y desde hace unas semanas hay que sumarle más historias. En esta ocasión no ha tenido que cruzar el charco, sino que ha sido una de las voces en Jerez de los que se han jugado la vida en el mar.

"La imagen nos la están poniendo continuamente en la televisión, no sorprende. Pero desde el mes de junio son centenares de personas y cuando comenzó todo me presenté como voluntario de Cruz Roja, yo y muchas personas más", relata Mancebo. Fue uno de los muchos que se levantaron y acudieron al polideportivo Kiko Narváez para prestarse como voluntario, en su caso, como traductor, al conocer bien el francés e incluso el burundi.

"La experiencia ha sido muy interesante. El primer día estuve con una enfermera y yo le iba traduciendo el malestar de cada persona. Ese día atendí a unas 30 personas", cuenta. "Es interesante porque se ve la ilusión y el drama. La ilusión de unos chavales que querían ser futbolistas, otros vienen buscando el paraíso de Europa, el trabajo, la mayoría llega para encontrarse con sus familiares que están en España o en países europeos... Recuerdo a un chico con una ilusión tremenda de ser futbolista pero llegó con los pies desechos...", rememora el mercedario.

"El flujo migratorio viene de la costa occidental, Guinea-Bisáu, Costa de Marfil, Senegal... Yo pensaba que venían bordeando el Océano y me dijeron que no, que por ahí no pueden ir porque los tienen controlados. Así que atraviesan por Mauritania, Argelia hasta llegar a Marruecos, algunos en autobús, andando... Y desde Marruecos esperan la ocasión para pasar el charco", declara el voluntario, quien pone en valor la "la cadena de ayuda" que se ve a diario en el pabellón que gestiona Cruz Roja. Precisamente, el último dato de la organización es que en el Kiko Narváez hay acogidas 240 personas a la espera de ser trasladadas a otros recursos de la entidad o reencontrarse con sus contactos en este país o en el extranjero.

"El primer día les saludé en árabe y noté que se relajaban un poco. En este pabellón se toca la humanidad de las personas porque te interesas por cuestiones cómo de dónde vienes, si te encuentras bien... No sólo es darles una ficha que rellenar", subraya el mercedario. Cabe recordar que en septiembre, el Teatro Villamarta será el escenario de la presentación de la película-documental Redentores de cautivos. La cinta ofrece imágenes inéditas de las misiones mercedarias en Burundi, Ruanda y Camerún, y Mancebo es uno de los protagonistas.

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