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La monja que encontró en Dios el auxilio de su vida

Sor María Auxiliadora ha celebrado los setenta y cinco años de la profesión de los votos en el convento de Santa María de Gracia

Momento de la celebración del pasado martes en la que sor María Auxiliadora renueva los votos de castidad y obediencia.
Manuel Sotelino

02 de septiembre 2018 - 01:32

Jerez/Todo ocurrió hace setenta y siete años. María Auxiliadora -que adoptó este nombre al ingresar en el convento de agustinas de Santa María de Gracia- tenía apenas dieciséis años. Las hermanas salesianas de la calle Cabezas llevaron a las niñas al convento de rigurosa observancia de las reglas de San Agustín, obispo de Hipona y Padre de la Iglesia. Una observancia que se centraba en la oración y la clausura.

Allí, la chica que después adquiriría el nombre de Auxiliadora, conoció a la comunidad de hermanas y decidió ingresar como postulante en el monasterio de clausura. Todo aquello ocurrió en el año 1943. 'Manolete' era una figura del toreo en aquel momento del que nadie hubiera podido imaginar que se le cruzaría un toro de Miura que le sesgaría la vida en Linares cuatro años más tarde. Precisamente el día de San Agustín fue todo aquello. Un veintiocho de agosto.

Sor María Auxiliadora es feliz tras setenta y cinco años sirviendo al Señor con la oración

Setenta y siete años más tarde -el pasado martes que era 28 de agosto- sor María Auxiliadora Ruiz Valenzuela, a sus noventa y tres años de edad, celebraba las bodas de diamantes. Setenta y cinco años de vida dedicada a la oración y a la acción de gracias a Dios. Las fotografías que ilustran este reportaje y que han sido cedidas por la fotógrafa Edith Nije así lo atestiguan. "Tres cuartos de siglo desde la profesión de los votos simples. Además habría que añadir dos años más de postulantado y noviciado", señala sor Fátima Román, madre priora del cenobio agustino de Santa María de Gracia.

La celebración estuvo enmarcado en la Eucaristía. Así, se procedió al momento en el que sor María Auxiliadora era reconocida por su comunidad por la perseverancia en la Fe. "Para nosotros es un referente. Un ejemplo a seguir tras una vida dedicada al Señor", afirma la madre priora de la comunidad de clausura.

La veteranía es un grado y sor María Auxiliadora es la más antigua de todas las religiosas del convento. "Eran tiempos duros cuando ella ingresó en el monasterio. Recuerda que había muchas necesidades. Las celdas de las hermanas no tenían ni techumbre. Había que poner plásticos para que en las noches de lluvia no se mojaran. Lo refiere mucho y nos dice que ahora sí que tenemos calidad de vida", asegura sor Fátima Román.

Para esta religiosa que se encuentra en buen estado de salud, la obra de Dios está plasmada en su vida. Siempre agradece al Señor estos años de vida en el convento. Sintiéndose tan alegre como el primer día en el que con dieciséis años decidió unirse a la comunidad de las madres agustinas del convento conocido por los jerezanos como el de 'Santa Rita'. "Dios no me ha abandonado en todos estos años de vida contemplativa", asegura la hija de San Agustín.

El convento, situado en la zona intramuros de la ciudad, se funda el 3 de octubre de 1526. Desde entonces, ininterrumpidamente, se ha venido ofreciendo a Dios la dulce música de la oración con la liturgia de las horas. "Nuestras reglas se centran en Oficio Divino y en la hospitalidad. Tratando a todos los que se acercan a nuestra casa como si fueran el mismo Jesucristo quien nos visitara", afirma sor Fátima.

Sor María Auxiliadora es feliz después de toda una vida dedicada a la contemplación. Como buena hija de San Agustín, también al estudio y a la pobreza. Setenta y cinco años sin interrupción. Sin crisis de Fe y sin abismos que hicieran retumbar su creencia en la fuerza de Cristo, con el que se ha sentido acompañada durante todos estos años. Manolete todavía toreaba cuando ella ingresó en el convento. Posteriormente, siendo ella una guapa jovencita adornada por la toca agustina, llegaría la noticia de su fallecimiento. Ocurrió en Linares el día de San Agustín. Cuando nuestra protagonista ya intimaba desde la oración callada con el Señor al que siempre ha seguido con alegría.

Una comunidad interracial

Actualmente la comunidad agustina del convento de Santa María de Gracia está formada por 22 hermanas religiosas. Dos de ellas son postulantes -son chicas que sienten la llamada pero no han jurado los votos-. Además, hay una hermana con los votos simples. En esta comunidad habitan 16 hermanas provenientes de África. Son de Tanzania y Kenia. "Se han adaptado perfectamente a nuestra forma de vivir", afirma sor Fátima Román. Las labores de estas hermanas son el obrador para las fiestas de Navidad y el resto de año un taller de costura donde se hacen ornamentos religiosos y túnicas para todas las hermandades. También hacen servicio de planchado de cualquier prenda. "Ora et Labora", decía el antiguo lema de San Benito. Y para las agustinas de Jerez la labor es necesaria para mantener su vida dedicada a la oración.

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