"La música puede ser también un negocio"
Camilo Garidou, el gitano francés, mantiene que la crisis puede ofrecer nuevas posibilidades
Crecen grandes nubarrones sobre la música, la cenicienta de las artes escénicas. La crisis no hace distingos y los que viven de este oficio afrontan como pueden la encrucijada que se les presenta: El número de actuaciones musicales ha descendido en un cuarenta por ciento, los músicos cobran tarde o no cobran nunca, muchas discográficas pegan el cerrojazo y, por si fuera poco, se topan en esa carrera por la supervivencia con un incómodo enemigo. Son los ayuntamientos, los primeros promotores de conciertos, que le han vuelto la espalda a la música en su obligada política de recortes. Hoy día, ese dicho de 'irse con la música a otra parte' cambia por la realidad del 'apaga y vámonos'.
Y, como todo el mundo cuenta la feria como le va, hemos hablado con Camilo Garidou (Tours, Francia, 1975), un polifacético músico que toca todas las teclas y palos y que ya forma parte del paisaje urbano de la ciudad. Y lo hemos escogido porque Camilo 'el francés' es un gitano rubio de orígenes africanos, químico de profesión y artista de vocación. Porque es hombre claro, correcto y educado y su mensaje es coherente y positivo. Buena gente. Porque allá donde va por nuestras calles el hombre asombra con su música y fusiones flamencas y llena plazas y bares. Y porque, en fin, es un tipo que cae bien, un alegre enamorado del flamenco, la ciudad y sus gentes. Aquí vino con 400 euros en el bolsillo y una guitarra y aquí se ha quedado con su mujer gitana, Purificación Fernández, y sus dos hijos tras recorrer toda España en una intensísima trayectoria musical.
- ¡Un químico metido a flamenco! Jamás lo he visto.
- Bueno, yo es que tengo cierta herencia cultural. Con tan sólo doce años, ya me entusiasmaba la guitarra. Tenía un tío que tocaba la guitarra flamenca. Aprendí con él. Y luego tuve un profesor de guitarra clásica. Creo que hago como una fusión de culturas, me gusta lo antiguo, los antiguos cantares y los cantes de Jerez.
- ¿La música puede ser hoy día un negocio?
- Sí, ¿por qué no? Tú podrías vender un espectáculo más barato para que esa gente que no puedan ir puedan hacerlo... Y todavía más flamenco, porque estamos viviendo un momento difícil y el flamenco ha salido de un mundo difícil. Llámale, si quieres, una forma de consuelo a todo lo malo.
- ¿Llega bien a fin de mes?
- La palabra no es 'bien'. Yo no tengo un sueldo que me caiga a final de mes, yo no tengo final de mes. El principio es igual que el final, es como una rueda y cada día hay que darle la vuelta por Jerez. Para mí, hoy, mañana o pasado es el mismo problema. Día trabajado, día que vives. Tengo la misma guitarra desde hace años. Pero tengo la impresión de que aquí me apoyan. Y yo tengo que demostrar que si me apoyan es por algo. Es que veo a gente que te ve y parece que no quiere que tú lo pases mal. El mal nadie te lo desea.
- El ministro Wert ha dicho que los músicos deben de adaptarse a la crisis como todo hijo de vecino, que deben cobrar menos...
- Pues, ¡vaya adaptación la que estoy yo haciendo!
- Pero la situación es muy complicada.
- Mira, yo estoy actuando en la plaza Rivero. Tengo un repertorio adaptado. Intento una progresión con el laúd de diferentes palos... alegrías, soleás, para llenar la plaza. Lo mismo me ha propuesto también Faustino en Pescadería Vieja. Entonces, se ve que hay una evolución, la crisis no tiene porqué agobiar al flamenco. El flamenco es algo más fuerte que eso: es supervivencia, como la de los gitanos del pueblo andaluz.
- ¿Es tan difícil cobrar como dicen?
- Bueno, la crisis siempre va a estar ahí. Desde que nací, siempre he conocido la crisis. Pero nunca trabajo si no me pagan. Porque luego hay quien se emborracha... y se olvida. Por éso, antes de actuar, yo les digo: 'Mira, nada más llegar yo, me colocas el dinero en el bolsillo y yo me pongo a cantar . Y no encontrarte con todo el mundo 'ciego' en el suelo y yo esperando a ver si me van a pagar. Pues muchas veces me ha funcionado eso. Es verdad que antes ibas a trabajar a Madrid o a Bilbao y te ganabas tus quinientos euros sin problemas. Ahora, la verdad, es que no parece tan fácil.
- Decía un músico que no cobraba que se sentía más un instrumento que un músico. Acaba la actuación, colocas el instrumento en su sitio y no lo sacas hasta la siguiente, pero el músico es el que tiene que sostener un hogar, dar de comer a sus hijos, pagar la hipoteca...
- No hay dinero, vale, de acuerdo. Pero búscame un cordero, un saco de patatas de diez kilos, dos o tres pollos, me los buscas y ya no me hace falta el dinero. Y yo te puedo compensar eso con algo que no podrías comprar, como una actuación de noche en tu casa con la familia y amigos, por ejemplo. Trabajo a cambio de trabajo. Yo creo que la crisis hay que combatirla en su punto débil: unirnos, aportar ideas nuevas... Lo que no entiendo a algunos que se sientan en el sillón y dicen: 'Me rindo ante la crisis'. Yo no, yo no me rindo, yo salgo de inmediato a la calle con mi guitarra.
- ¿Cómo es la música callejera?
- Bueno, yo en principio no recomendaría a nadie que se lanzara a la música callejera, porque es algo muy duro y hay que ser muy humilde. En la música callejera, hay dos tipos de personas que tocan en la calle: el que viene exclusivamente a coger dinero y aquel que lleva la alegría al público, del que lo siente e intercambia emociones, pueda o no pagar con dinero. Perdemos algunas cosas pero ganamos otras. La calle siempre te mejora, te exige más. Para mí es necesaria para no volverme loco en mi casa; por lo menos, estoy haciendo algo, cualquier persona lo necesita.
- Fíjese: Hace días, un músico y su madre saltaron en Grecia al vacío desde un quinto piso. El hombre dejó una carta diciendo que no tenía ni para comer.
- Gracias a dios aquí no se muere uno de hambre, ¿no? No creo que si no ganara dinero me dejaran en este país sin comer. Yo ya no soy un hombre, soy un padre y eso es muy distinto. Y encima, tuve a mis dos hijos durante la crisis. A mí, si me echaran de mi trabajo de químicas, siempre tendré este recurso. Y en Andalucía, donde nació el flamenco, tengo que estar. ¿Cómo voy a mejorar si no?, ¿estando en Francia? Pienso que Jerez me exige más que otros sitios.
- ¿Ha pensado trabajar en otra ciudad, caso de Madrid o Barcelona?
- Bueno, es que yo ya soy jerezano. Madrid es una ciudad complicada y no he visto nunca una ciudad tan flamenca como Jerez, que preserve su cultura.
- ¿Los jerezanos somos generosos con el dinero?
- Hombre, cada uno tiene hoy día sus problemas, pero considero que son bastante generosos. Yo me encuentro muy bien entre ellos. Y creo que todos los gitanos me quieren aquí, me llaman, me respetan.
1 Comentario