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Sin necesidad de libro de instrucciones

Paqui García. Espacio Abierto. JEREZ

Obra de Paqui García.

He escrito en infinidad de ocasiones que uno de los males endémicos del arte contemporáneo es el excesivo intelectualismo que encierra. En la creación actual, algo tan simple como plasmar la realidad no adquiere carta de naturaleza artística si no se encuentra aderezado de un altísimo estamento conceptual. Desgraciadamente en los últimos tiempos esa corriente de suma complejidad ha ido en aumento y a los encriptados desarrollos de una expresión que necesita al lado de un manual de instrucciones o de un prospecto explicativo hay que sumar los planteamientos del arte conceptual con nulas o escasísimas formulaciones plásticas, dejándolo todo a los sistemas referenciales de una idea que, la mayoría de las veces, se queda en una mera descripción de intenciones sin correlación alguna con un adecuado desenlace plástico. Todo esto redunda negativamente en el interés artístico de la inmensa mayoría que observa atónita la ausencia sistemática de elementos formales; algo que sólo sirve para que los observantes en general muestren un absoluto rechazo por una obra vacía, ininteligible y dudosa y que les lleva a una deserción casi generalizada hacia este tipo de manifestación plástica. Lo artístico debe poseer un sentido; que existan unos códigos claros para que la cadena comunicativa se realice por completo y emisor y receptor se adecúen a los registros de ese código totalmente necesario.

No comprendo ese interés por encontrar un laberinto de imposibles salidas y hacer posible una realidad artística incomprensible para casi todos. La buena expresión artística tiene otros caminos y, creo, que ellos son mucho más fáciles. Las ocurrencias de dudosa comprensión no son más que brindis al sol que a nada conducen. ¡Así nos va! Jugar a ser moderno es un argumento desfasado, absurdo y sólo patrimonio de los que nada tienen que decir. Por eso es interesante la pintura que se ofrece en el Espacio Abierto de la calle Alvar López. Hay pintura; por tanto un mensaje artístico de una autora comprometida que quiere transmitir su planteamiento creativo a un espectador expectante; en definitiva, un proceso comunicativo que mantiene una identidad que, además, es comprensible. Dejémonos, pues, de historias para no dormir por culpa de esas pesadillas artísticas que sólo interesan a unos pocos impulsados por los equivocados santones de lo artístico.

Paqui García es granadina. En la ciudad de los Cármenes estudio Bellas Artes en una de las Facultades más completas del panorama artístico español; esa que dio a la luz artistas tan trascendentes como Paco Pomet, Jesús Zurita, Santi Ydáñez, Ángeles Agrela, José Piñar, Chico López, Marisa Mancilla, Belén Mazuecos, Pedro Cuadra, Simón Zábell, Mari Ángeles Díaz Barbado, Aixa Portero, Marina Vargas, Julia Santa Olalla y un larguísimo etcétera en el que se encuentra gran parte de un espacio creativo que tiene mucha significación en el panorama artístico nacional. De Granada llega a Jerez donde vive y trabaja. Para esta muestra nos sitúa en esos parámetros diáfanos que ilustran una realidad artística sin concesiones a lo oscuro e imposible. Su obra es clara y contundente; ajena a los elitismos y conceptualismos inabarcables. Pinta lo que tiene a mano, lo que considera útil a su inmediato concepto artístico, sin disquisiciones ni argumentos oscurecidos por intereses espurios afectos a modas y a maneras poco lógicas. Una galería variada de jarras y jarrones cerámicos de muy amplia consideración formal y muy bien estructurados, sabiendo cómo llevarlos a los soportes para que expandan su amplia dimensión plástica y estética, sirve para acoger ramos de flores, también con gran profusión de formas y colores, ejecutados desde el difícil planteamiento de la acuarela. El resultado, no por escueto, deja de ser importante. La representación, mínima en ejecución pero con acertadísimos sistemas compositivos que maximizan el argumento ilustrado, queda sujeto al poderoso juego plástico que oferta el medio acuarelístico.

Obra de Paqui García.

La exposición nos conduce por los parámetros de una pintura que sigue la conciencia estética clásica, sin aditamentos que desvirtúan un relato construido sólo para argumentar un hecho simple pero noble, bien compuesto para que desentrañe los juegos formales de una pintura sin reveses. Los jarrones florales de Paqui García nos llevan a una pintura amable, cercana, realizada para convencer a casi todos y para mantener los elementos de esa pintura que no necesita mucho que explicar para convencer.

Otra muestra en Espacio Abierto que sigue los postulados de un arte que llega a muchas miradas y que, además, proviene de ese segmento creativo donde se encuentran los autores apasionados por una pintura sin complejos.

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