“Necesitamos una unidad para tratar los trastornos alimentarios”
Un colectivo de familias de la provincia se movilizan para lograr una unidad específica en Cádiz que aborde enfermedades como la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón
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En mayo de 2019, Patricia Cervera, madre de una joven con anorexia nerviosa, consiguió llevar al Parlamento 314.000 firmas con la intención de conseguir en Granada una Unidad para abordar en la zona los Trastornos de Conducta Alimentaria, objetivo que logró un año después.
En 2022, la Junta amplió su red inaugurando en Málaga una segunda unidad, en teoría para “dar cobertura a la zona occidental”. Sin embargo, lejos de esta ‘utopía’, porque no es comprensible que un hospital de Málaga dé cobertura a pacientes de Cádiz, Huelva o Sevilla, encontramos la realidad de las familias a las que afecta esta silenciosa enfermedad, que ahora unen sus esfuerzos en la provincia para tratar de conseguir que la Junta abra una nueva unidad en Cádiz.
A través de la Asociación TCA, con sede en Granada, este colectivo de padres ha comenzado a moverse para lograr el respaldo por parte de la administración, ya que entienden que se trata de “trastornos muy complicados, que requieren de psiquiatra, de psicólogo, de nutricionista, de endocrino, es decir, necesitan una atención multidisciplinar”, apunta Pepe.
Para todas estas familias “la vida cambió desde el momento en que la bulimia, la anorexia o el trastorno por atracón entró en casa”, destaca Carmen, otra de las madres, por eso piden a la Junta “un centro de referencia donde se esté atendiendo los trastornos de la conducta alimentaria como se debe, esa es nuestra lucha, nuestra inquietud es intentar conseguir que se abra una unidad aquí en la provincia de Cádiz y en eso estamos básicamente”.
Entre sus reivindicaciones está la necesidad de abrir unidades con carácter público, ya que a día de hoy “sí existen centros privados, pero son centros que no todo el mundo se puede permitir, son muy costosos”.
Las enfermedades del trastorno por conducta alimentaria son cada vez más comunes en nuestra sociedad, donde las redes sociales e incluso la pandemia, como ocurrió en el caso de Carmen, están haciendo que el número de jóvenes afectados sea cada vez mayor. “La media está entre 15 y 20 años, pero cada vez baja más la edad y ya hay más casos con menos de 12 años, incluso y también adultos”.
Sin un perfil claro
Uno de los problemas con los que se encuentran estas familias cuando aparecen estas enfermedades es “la falta de información a la que te enfrentas”, apunta Pepe. “Te encuentras con esto de sopetón, y no sabes cómo abordarlo porque no hay un perfil claro”.
Además, “no existe preparación en Atención Primaria y suelen derivarte a Salud Mental, pero claro, esto no es sólo un problema de psiquitaría o endocrinología, va más allá”.
“En Salud Mental, por ejemplo, te dan visitas, pero muy espaciadas en el tiempo y hay jóvenes que necesitan un control constante. Se trata de intentar cambiar la manera de pensar de los chavales y de las chavalas, de cambiar la arquitectura mental que tienen y eso, no se logra con consultas cada tres semanas”.
Por esta razón, la falta de recursos, “el 25% de los casos se cronifican y en muchas ocasiones, al menos cuando los jóvenes superan los 18 años, la situación se complica aún más”.
“Las personas que sufren trastornos alimenticios tienen que tener mucho control, y necesitan sus terapias individuales, sus terapias grupales, actividades de muchos tipos y para eso, se necesita un grupo de profesionales concretos, que es lo que aportan las unidades que existen en Granada y Málaga”.
Muchas familias, las que pueden afrontar el coste económico, optan por derivar a sus hijos a centros especializados, pero “el coste es alto, no todo el mundo se lo puede permitir”.
Si la persona afectada se encuentra en edad escolar, “los costes los cubre en parte el seguro escolar durante dos años, pero a partir de los 16 años, ya no. Hay personas que necesitan ser ingresadas y el tratamiento es lento, al final, todo eso tiene un coste. Además, hay que tener en cuenta que el segmento de edad es de 16 a 28 años".
“En mi caso, apunta Carmen, estoy pagando 2.000 euros al mes y además, los tratamientos suelen ser largos, la media mínima son 4 o 5 años, y eso es un esfuerzo que hay muchísimas familias que no pueden atenderlo”.
“Es muy duro ver cómo tu hijo o tu hija se te va de las manos porque es que hay casos verdaderamente dramáticos, de chiquillos que dejan de comer automáticamente y es que se les va la vida. O que están desnutridos y se van a correr 70 kilómetros al día”, interrumpe Pepe.
Para todas estas familias, donde la mayoría de ellos llevan luchando ya varios años, “es fundamental una unidad concreta, porque profesionales hay, es una cuestión más de recursos, de que no se doten los hospitales o los centros”, añade Pepe.
El día a día de las familias “es muy duro, porque son enfermedades que rompen por completo tu vida familiar, y a diario hay discusiones, problemas que a veces llegan a desembocar en divorcios”.
Cuenta Pepe que “yo, por ejemplo, en un momento de desesperación pensé en irme a Málaga, pero claro, ¿qué haces?, ¿trasladas tu casa? Si tú tienes trabajo, ¿qué haces?, ¿cómo lo haces? Ellos mismos me hicieron ver la inviabilidad de la situación. Llega un momento en que la desesperación es tal, que uno busca lo que sea”.
“Mi hija ha tenido que estar seis meses ingresada en Sevilla, y allí había gente de todos los sitios, y hasta lista de esperas”, continúa.
En la provincia de Cádiz, uno de los centros más reconocidos está en Jerez, aunque es de carácter privado, hasta aquí llega “gente de Algeciras, de Chiclana, de El Puerto...”.
Falta de información
Para muchos padres y madres, enfrentarse a la enfermedad no es fácil. “Nosotros podemos ayudar y ponemos todo de nuestra parte, pero ellos necesitan un equipo concreto para sanarlos. Llega un momento en que no entiendes las cosas, es difícil, por eso se necesita también mucha terapia de padres”.
“Date cuenta que los pacientes tienden también a aislarse y ante eso necesitas recursos”, señala Pepe.
“Lo primero que se te pasa por la cabeza cuando llega esta enfermedad a casa es ¿por qué a mí? Porque además, eso suele pasar en entornos socioeconómicos a veces medio alto, niños muy aplicados, muy responsables, padres que intentan atender a sus hijos lo mejor posible como cualquier padre”.
A la hora de analizar las causas por las que suelen aparecer estas enfermedades, las familias no encuentran un origen concreto. “Evidentemente, un factor muy importante es la presión de la sociedad, esa presión que por ejemplo, en las redes sociales se le da al físico y al hecho de tener un cuerpo ideal”.
“Ahora hay más información, y al final podemos hablar que es algo multicausal. Por un lado está el tema biológico, ya que hay niños o niñas muy perfeccionistas o de rigidez mental por naturaleza, pero por otro está el entorno, que puede llegar mediante bullying o por cualquier circunstancia, no hay un perfil concreto”.
En su lucha por conseguir la unidad específica en Cádiz, las familias ya se han reunido con responsables del Hospital de Jerez, y esta misma semana lo harán con los de Puerto Real. “Necesitamos que nos escuchen y pongan remedio a esto, cualquier familia está expuesto a esta enfermedad, y hacen falta recursos”.
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