Con nombre propio
ANA BARRIGA. Richard Heller Gallery. LOS ÁNGELES
Ana Barriga viene siendo uno de los nombres propios más importantes del arte español contemporáneo. Sí, de todo el arte español de ahora. Y lo es desde hace tiempo, casi desde que surgió en la escena creativa. Cuando apareció, era una jovencísima alumna de Bellas Artes que ya dejaba entrever el mayor desparpajo; una artista que hacía cosas distintas, con una personalidad inusitada y haciendo ver, con su particularísimo trabajo, que aquello no era producto del azar ni de un momento de suerte. Es lo que es porque, desde siempre, ha mostrado unas cualidades fuera de lo común. Su obra, tan distinta a todo y a la de todos, se desmarcaba de los previsibles argumentos que existían en un arte demasiado igual; sobre todo, de los que empezaban.
En muy poco tiempo su obra fue accediendo a las más importantes instancias y, unánimemente, el nombre de Ana Barriga fue considerado y puesto en valor en todos los sectores. Tanto es así, que sin haber terminado la carrera, accedió, con 'Panel de Control', al importante premio INICIARTE de la Junta de Andalucía; ese que se concede a los mejores proyectos jóvenes. Fue su primera exposición individual. Desde ese momento, muy significativas galerías de arte y centros de importancia -Birimbao de Sevilla, Yusto/Giner de Sevilla y Madrid, T20 de Murcia, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Kristin Hjeldelger (Londres), Affenfaust Gallery y Paul Roosen (Hamburgo), Padre Gallery (Nueva York), Volery Gallery ( Dubai), Cerquone Galería (Caracas) o Carl Kostyal (Londres)- pusieron su vista en la particularísima obra de una artista que, hora mismo, es una de las realidades con mayor enjundia y trascendencia de España; estando presente en las mejores colecciones, desde la del CAAC o el CACMÁLAGA hasta la de la Fundación Thyssen-Bornemisza de Madrid y habiendo participado en las Ferias de mayor impacto artístico del mundo, ARCO, BASEL, MACO, KIAF de Seúl Arte Busan, entre otras muchas.
Porque Ana Barriga, desde el principio, dejó entrever su preclara idea de la contemporaneidad. Ella concibió un nuevo concepto de la idea artística; lo hizo suyo y le imprimió una dimensión distinta. Por eso, su obra es tan particular; conlleva ese sello que le da un carácter propio y la hace única. Pintura distinta desde un primer momento; con los esquemas bien estructurados para que no fuese producto de una ocurrencia pasajera y de un momento de lucidez. Porque hay que tener muy en cuenta que la pintura de Ana Barriga siempre ha sido lúcida, sin medias distintas, relatora de circunstancias muy bien establecidas en un complejo plástico bien calculado conceptualmente, bien definido técnica y plásticamente y argumentado estéticamente desde ese lenguaje tan propio de la artista de Cuartillos.
El trabajo de Ana Barriga no puede pasar desapercibido porque es la traslación única de un concepto puramente maquinado desde ese alambique creativo maravilloso que ella posee, sin interferencias de nada ni de nadie; como es ella; pasional, misteriosa, transgresora, tan divertida como seria, tan espiritual como irreverente, tan loca como segura, canalla, serena, sin medias tintas...; en definitiva, Ana Barriga. Su obra no se detiene en esa pintura intransferible que tanto la define. Además es artista con un imaginario sin fondo, capaz de estructurar artísticamente los más dispares objetos encontrados a los que da vida y los lleva al universo Ana Barriga; abriéndose a un horizonte donde su estética, llena de posibles imposibles, le organiza un estamento propio.
La artista jerezana, que ha expuesto en infinidad de países, lo hace, en estos momentos, en la importante galería Richard Heller de Los Ángeles, California. Hasta allí ha llevado 'Carta a mi sirena', una colección de obras que llevan todo el marchamo especialísimo de Ana Barriga. Un canto jocoso, al misterio, a lo incontrolable, a esas fuerzas enigmáticas, tan mediatas como inmediatas, que tenemos cerca, a las que invocamos y convivimos con ellas; esos particulares amuletos a los que nos acogemos no sabemos muy bien por qué, pero que nos son necesarios. Ana Barriga construye una particular iconografía, a la que dota de un sentido festivo, donde lo oriental juega un especialísimo papel, al que la artista imprime una dimensión diferente, creando una sugestiva escenografía donde todo es posible.
Una exposición en la que se nos aparece una Ana Barriga más Ana Barriga que nunca; con su ideario festivo, con sus elementos icónicos transgrediendo todas las líneas y relatando una historia entrañable que marca distancias y abre caminos en una pintura personal y única.
Momentos antes de que la obra de Ana Barriga fuese recogida para ser trasladada a Los Ángeles tuve la suerte, con un grupo reducido de importantes artistas de Jerez y su entorno, de contemplar la exposición que iba a Estados Unidos. El estudio de Cuartillos, lleno del mundo especial de la artista, nos ofrecía la especialísima visión de una especie de espacio religioso. Estaba lleno de registros iconográficos de mucha espiritualidad donde uno atisbaba un horizonte casi mágico. Ana nos relataba su particular imaginario en el que lo imposible era más que posible; mostrándonos esa mágica suerte que recrea una realidad a contracorriente.
Llevamos un tiempo comentando el impresionante buen momento por el que pasa el arte que se hace en nuestra ciudad. Hemos hablado de muchos grandes artistas, de sus hazañas, de sus logros, de los reconocimientos en casi todo el arte español. Ana Barriga es, sin duda, el ejemplo más importante. Lleva mucho tiempo en primerísima escena, protagonizando exposiciones, ferias y colecciones. Su nombre está por todo el mundo y eso no se debe a la suerte. Hay mucho más; infinitamente más: la obra de una artista muy importante; relatora de las mejores circunstancias que acontecen en el arte contemporáneo. Su pintura es pura modernidad, los esquemas más actuales que ella ha llevado a lo más alto. Y, además, la tenemos aquí.
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