Una nueva vida para Villa Algeciras en Jerez
Patrimonio
Los propietarios de este palacete del siglo XIX, ubicado en la avenida Álvaro Domecq, ponen a la venta la finca con el deseo de que se convierta en un hotel
"Necesitamos la colaboración de todos, no sólo del Ayuntamiento"
Jerez/Desde el exterior, el misterio está servido. Los frondosos jardines sólo dejan intuir algunos rasgos de la casa. No se ve más allá. Junto a la gran reja de entrada, una casita con encanto habla de una época. Es tan sólo el aperitivo. Un camino empedrado desvela lo que la vista no alcanza a ver. La verdad de una historia inventada por cada transeúnte que se asoma tímido. ¿Qué habrá ahí? ¿Quién vive? ¿Se rodarán películas?... Luego, tras el gran verdor, la rutina nos devuelve al asfalto gris, aunque el trayecto ya se retoma con cierta paz.
Un palacete al modo de los antiguos recreos que se hacían en el siglo XIX en la periferia de la ciudad, hoy a un salto del centro, en plena avenida Álvaro Domecq de Jerez. Se trata de una construcción que data de 1868 y que ha tenido por nombres Villa Elena, Recreo de Brochetón y Villa Algeciras (el actual). El proyecto se atribuye al arquitecto francés Charles Garnier, el mismo que el Recreo de las Cadenas, aunque no está documentado. La casa ha tenido varios propietarios, siendo el primero de ellos el vinatero Juan Carlos Haurie y Casón, quien la construyó en 1868, como figura en la fachada principal. En 1880, sus negocios quiebran y vende el palacete a M. Críspulo González Soto. Después, pasa a manos de Leonardo Brochetón, antiguo agente de González Byass, que muere al mes de comprarla y se la deja en herencia a su hija Maria Teresa Brocheton Barandaran (condesa de Beraudiere), que vivía en París. En 1933, la adquiere Ricardo López de Carrizosa y Martel, duque de Algeciras. Pasa a su hijo Ricardo López de Carrizosa Hoyos (duque de Algeciras). Hoy es de sus hijos. Casasenelsur, portal especializado en propiedades de lujo, comercializa este inmueble.
Como apuntes curiosos, en 1925 la casa y sus jardines fueron sede de la Exposición Provincial Obrera organizada por el Ateneo. El Guadalete de 27 de marzo de 1927 daba cuenta de que fue precisamente en esta finca donde estuvo el primer estadio de fútbol que tuvo Jerez. De su jardin formaban parte también los terrenos del Hotel Sherry Park, que conectaban con el Camino de Lebrija (hoy, duque de Abrantes).
El arquitecto y representante de la Sociedad Estudio Pinar Alto, Álvaro Jiménez del Cuvillo, desgrana el proyecto de rehabilitación y ampliación para implantación de uso hotelero en la finca, encargado por los propietarios para su salida a la venta. Con más de 7.600 metros cuadrados de superficie, la construcción total sobre la finca es de 1.450. Cuatro fachadas con grandes paramentos que hay que conservar y mantener, rejas muy elaboradas y una jardinería muy singular con especies centenarias, protegida por el PGOU, al igual que la edificación principal.
“Catalogada como residencial, la futura construcción siempre sería alrededor de la casa y que permitiese la visión de la finca desde la avenida. Puede tener uso hotelero, comercial, de interés social, etc., aunque la familia cree que un hotel sería su fin ideal. En la casa en sí, de cuya estructura hay que respetar los muros principales y espacios singulares, se puede redistribuir con salvedades”, apunta Jiménez, que destaca que la parcela es indivisible.
Porque la cuestión hoy aquí, más que hablar de la historia y de un pasado, es hablar del futuro de la casa. Un hecho que preocupa enormemente a sus propietarios, que venderán la vivienda a las manos que consideren que mejor van a tratarla. “Nos ha costado decidirnos, pero el ciclo de vida con nosotros ha llegado a su fin. Ahora le toca encaminar otra vida”, apunta la familia. “Nuestro ideal es que se convirtiera en un hotel de lujo, es lo que mejor le iría. Pero estamos abiertos a otras propuestas compatibles con este tipo de palacete”, añaden.
La casa, ubicada en medio de la parcela, tiene una construcción central más dos alturas y amplias terrazas retranqueadas. También posee un sótano. En la entrada a la finca hay una pequeña vivienda, visible desde el exterior, con mucho encanto que haría en tiempos de casa para los caseros de la propiedad. Al fondo, otras construcciones tipo cochera, almacén para utensilios de jardinería, etc. Respecto a la casa, destacan sus majestuosas escalinatas de entrada, su gran escalera al piso superior, la altura de los techos, los grandes ventanales, las solerías de madera, mármol y cerámica, el portaje y, en general, los grandes espacios. Sorprenden la luz del salón, la sala de baile, la biblioteca, el comedor y el despacho. Todos ellos espacios únicos.
“El deseo -subraya Jiménez- es que Villa Algeciras se pueda mostrar porque es una maravilla. Por ello, habría que hacer algo nuevo, que no compita con el siglo XIX, y que sacara a la vez a relucir de nuevo el valor de la edificación. Sería abrir esta casa a Jerez”.
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