“Los cristianos debemos sentirnos alegres, seguimos siendo necesarios”

Entrevista

El prelado jerezano cumple diez años de su consagración episcopal, el 6 de junio de 2009

Presidió ayer una eucaristía conmemorativa en la Catedral por el décimo aniversario

Eucaristía de los diez años del nombramiento de monseñor José Mazuelos como obispo de Jerez.
Eucaristía de los diez años del nombramiento de monseñor José Mazuelos como obispo de Jerez. / Vanesa Lobo
R.D.

06 de junio 2019 - 21:57

Jerez/—¿Qué evaluación le merece esta década siendo obispo de Jerez?

—Han sido diez años los que han pasado muy rápidos, parece que fue ayer. Pero muy contento.

—¿Cómo era la diócesis que recibió y cuál es el momento actual?

—Me encontré con una diócesis joven pero con muy buenos predecesores. A uno le tocó afrontar una diócesis nueva, una segregación de Sevilla, crear unas infraestructuras y la gestión del clero. Le correspondió a don Rafael Bellido todo este trabajo, que lo hizo magistralmente. Después le tocó a don Juan del Río seguir con otras infraestructuras, como la Casa de la Iglesia, la construcción del seminario y otras muchas cosas. Y puso también todos los puntales para despegar pastoralmente. Puedo afirmar que he recogido frutos de ellos dos. Gracias a que ellos han estado, la Iglesia local pudo emprender esa nueva evangelización que pidió el Papa, cuyo punto de salida para nosotros fueron las jornadas mundiales de la juventud en Madrid y la acogida en la diócesis de tantos peregrinos venidos tantos sitios. Fue una bendición y para mí fue clave.

—En aquella celebración del 6 de junio de su consagración como obispo, apeló a su compromiso con la sociedad en la que vivimos y su progreso por el anuncio del Evangelio de la vida. Diez años después se recuerda su presencia y actuación en apoyo al turismo y con la riqueza de nuestra tierra.

—Tengo una cosa clara, la Iglesia tiene que aportar al bien común de la manos de las instituciones públicas. Si vienen con esa prioridad del bien común, la iglesia siempre le tenderá la mano. Recuerdo aquellas reuniones de poner los templos abiertos al público. Siempre dije que era una prioridad mía que el patrimonio de la Iglesia estuviera al servicio de la ciudadanía. La gente viene a los caballos, a las bodegas y se iban. Se han dado pasos para que ese flujo turístico se fije en el patrimonio religioso, pero queda camino por andar y la lanzamos también a las administraciones públicas de buscar la fórmula para seguir trabajando para que el turista amplíe su estancia en la ciudad y haga uso de Jerez. Todo el que viene le sorprende la ciudad. La diócesis está cumpliendo con poner en marcha todo sus activos patrimoniales al servicio de Jerez.

—La juventud está muy presente en su ministerio.

—Este pastor tuvo la suerte de comenzar con las jornadas mundiales de la juventud. Eso fue un estímulo para todas las realidades presentes en la diócesis. Nos llevó a todos a unirnos. Fue también una necesidad trabajar juntos. Descubrimos que cada uno tiene una realidad pero que la comunión es una alegría con la que se pueden afrontar retos importantes para una diócesis pequeña y joven. La pastoral juvenil trabaja con unos curas muy implicados en la causa. Nuestro reto sigue siendo transmitir la fe a nuestros jóvenes.

—Los planes pastorales ha merecido un trabajo especial. Una labor que es permeable en el conjunto de acciones.

—La nueva evangelización es la clave, cómo responder a la sociedad actual y cómo llevarle la buena noticia del Evangelio a tantas personas. Se ha abordado el tema de la familia, los jóvenes.... Hemos seguido la línea del Papa Francisco en la acción pastoral y lo que va marcando en cada momento.

—¿Cómo es el clero que se encontró y el que ahora tiene?

—Lo mejor de Jerez es la media de edad joven que tiene el clero, dispuesto a comerse el mundo, gente muy entregada. También hemos tenido sacerdotes mayores que en estos diez años por desgracia hemos perdido, pero ganados para el Cielo, que han marcado esta diócesis. Estos eran personas con una gran valía y entrega, con una visión clara de la Iglesia. Con los jóvenes trabajamos y trabajan intensamente para afrontar la crisis en el clero que teníamos, dispuestos a abarcar mucho y con las ideas muy claras de ser sacerdote las 24 horas del día. La diócesis tiene esperanza con estos jóvenes, el seminario va creciendo; un clero al que felicito y con el que no hubiera hecho nada sin ellos. La formación del sacerdote es otra línea que se ha impulsado, desde Juan del Río. Así, hoy en día tenemos a sacerdotes jóvenes entregados y también bien formados. Esos pilares son las claves de nuestra diócesis. Fue un acierto traer el seminario. Hemos tenido varias sedes y opciones que no han salido. El Señor ha dicho que ahora es el momento de que tengamos una sede definitiva como es el convento de Madre de Dios.

—La acción social y la atención a los más desfavorecidos, siempre ha estado y está presente.

—Cáritas ha dado un paso adelante con la apertura de una vía mirando al paro y especialmente al paro juvenil, tan grande en nuestra tierra. Hemos creado recursos y hemos aguantado la crisis, la reducción de las ayudas de las instituciones públicas, que han recortado mucho. Pero hemos seguido dando respuesta. Por su parte Manos Unidas sigue trabajando con fuerza y el tercer elemento, el Hogar San Juan, es un don de Dios. Es una realidad en nuestra diócesis, atiende a los más necesitados y más abandonados. Es un reto para tantos voluntarios que siguen apostando por esto. Ahora estamos ante la novedad de crear un centro de cuidados paliativos para los sin techo. Es apostar por la vida y la grandeza del hombre. Son tres pilares y son un consuelo pero hay muchas otras realidades que también dan.

—Es médico y ha ejercido como tal, además de estar usted especializado en bioética. Su defensa de la vida ha sido una constante.

—Estamos en una cultura del descarte y por ende una cultura de la muerte. No nos desanimamos. Tenemos que seguir luchando por la vida, por Red Madre, por hacer que la mujer no tenga que abortar. Tenemos que abrir vías: no hay que llegar al aborto. No me refiero a la mujer que es llevada al aborto. Me refiero a la cultura de la muerte que se impone. Los medios de comunicación están al servicio de los medios de producción porque hay mucho negocio detrás. Nadie dice lo que hay detrás del negocio en torno a la posible eutanasia, nadie dice el negocio que hay detrás del aborto, nadie dice nada del negocio que hay detrás de toda esta cultura de la muerte. La raíz de todos estos males está en la economía del descarte. Aparece una sociedad en la que a los medios de producción le interesa un hombre vacío cuyo sentido de la vida sea el placer mientras que los débiles sobran. Eso es lo que se quiere y se va introduciendo como una carcoma. Hay que trabajar para favorecer y procurar medios para ayudar a la familia. Toda esta cultura es el gigante, el del profeta Daniel, con los pies de barro.

—Ha sido y es una constante su denuncia contra las leyes que fomentan esa cultura de la muerte.

—La ley del aborto es una ley injusta ante la que no hay que callarse. Hay que pedirle a los políticos leyes justas. Si sale la ley de la eutanasia será una barbaridad como poner en manos de los médicos la vida de las personas con todos los intereses que hay en ello. Hay que seguir denunciando esas leyes injustas como la del aborto que es la más injusta que existe, que la hizo Zapatero y no la quitó Rajoy. Es una barbaridad que hasta los tres meses y medio se pueda abortar pero si el niño es Down, hasta lo cinco meses y medio. A eso no hay derecho, usted no me diga que pide igualdad a los seres humanos. A los del síndrome Down les ponen un plus contra ellos y los que los tenemos cercanos sabemos que eso es una barbaridad.

—¿Cuál es el mensaje y sus deseos en este aniversario?

—Hay que seguir esa nueva línea de evangelización. Sentirnos cristianos, alegres con la fe y de tener a María como madre. Seguir ofertándonos como aliento, esperanza y consuelo a tantas y tantas personas. Invitaría a todos a afrontar ese reto. Le pido a Dios que siga enviándonos vocaciones al seminario, a la vida contemplativa, a la vida religiosa que tanto necesitamos. Que nos pongamos a trabajar, que el mundo está esperando, que seguimos siendo necesarios.

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