"No hemos sabido comunicar bien sobre la situación en Cataluña"

ENTREVISTA | MONSEÑOR JOSÉ RICO PAVÉS

El nuevo obispo de Jerez se pronuncia sobre diferentes asuntos de actualidad nacional

Pandemia: "Ojalá que la memoria de nuestros enfermos y fallecidos nos haga más responsables"

Rico Pavés, en uno de los salones del Palacio de Bertemati, sede del Obispado de Jerez.
Rico Pavés, en uno de los salones del Palacio de Bertemati, sede del Obispado de Jerez. / Pascual
R.N./M.S.

29 de julio 2021 - 03:30

Jerez/–¿Cómo ve la situación en España un año y medio después de la pandemia? ¿Qué opinión le merecen las críticas a los jóvenes por los contagios? ¿Es consecuencia de la falta de valores de estos tiempos?

–Sería triste que no aprendiéramos de una situación tan difícil como la que hemos vivido en mayor o menor lejanía. Ha sido un drama ver cómo han fallecido personas sin poderse despedir de los suyos. No podemos mirar a otra parte o decir que esto no ha sucedido. Ojalá que la memoria de nuestros enfermos y fallecidos nos haga más responsables. La juventud es siempre ardor. Pero también la juventud cuando se le da la posibilidad de reflexionar es capaz de heroísmo que también hemos visto en estos tiempos de pandemia. En la Diócesis de Getafe hemos experimentado cómo las Cáritas parroquiales se han rejuvenecido. Las personas más responsabilizadas eran jubilados que pronto tuvieron que recluirse. Sin embargo no se cerraron las Cáritas sino que se rejuvenecieron. Los jóvenes son capaces de lo mejor y de lo peor. Necesitan de una orientación. Y esto tiene que ver con saber profundizar con la experiencia. Agradezco a los jóvenes la respuesta solidaria que han tenido. La orientación no viene tanto por escuchar palabras bonitas sino más bien por ver testimonios ejemplares.

–¿Cree que existe demasiada tensión política y social en España en el momento que vivimos?

–Depende de donde uno fije la mirada. Si observamos los espacios en donde se realizan los debates políticos, efectivamente la tensión es grande. Pero si ponemos la mirada en la vida ordinaria de la gente, podemos decir que gracias a Dios la sociedad es más sensata que la tensión que se quiere reflejar en estos debates políticos que también son legítimos. Sería terrible que esto se reflejara en la calle, en la relación con los vecinos o en el núcleo de nuestros hogares. Eso, en algunos hogares de España, está ocurriendo. Es el drama de lo que estamos viendo en Cataluña donde el asunto de la independencia está desgarrando familias. Quiero confiar más en la corduda de la gente normal que está por encima de todas estas cosas y que afortunadamente en el resto de España no ha llegado.

–Hablando de Cataluña, ¿no cree que poco ayudan algunas declaraciones que hemos podido escuchar de miembros de la Iglesia católica en esa comunidad?

–Es evidente que no hemos sabido comunicar bien una sola voz por parte de la Iglesia sobre el tema de los indultos o la situación de Cataluña. Los obispos catalanes no han querido entrar en el tema específico de los indultos y por eso han utilizado un lenguaje que el resto de la sociedad no ha sabido entender. El lenguaje que nos toca a nosotros los obispos como miembros de la Iglesia nos habla de medidas de gracia. Esta expresión en el ámbito religioso no tiene el mismo significado que en el ámbito jurídico o político ¿No lo hemos sabido explicar? Es evidente. ¿Se ha generado una confrontación innecesaria? También me parece que es evidente. ¿Es una relación tan enrevesada y dañada la que ya existe en Cataluña? Pues sí, pero nuestra tarea desde el Evangelio pasa por ganar corazones y curar heridas. Eso permitirá restablecer relaciones que ahora están rotas. La política tiene también un importante servicio para la sociedad. El Papa Francisco insiste en repetir que la política es una de las expresiones más altas de la caridad. Por tanto es una vocación dignísima que hay que poner en su sitio. Sin embargo, cuando se emplea para beneficio propio de manera dañina contra el adversario, provoca un perjuicio que todos padecen.

"Hay ocasiones en las que el legislador pretende construir leyes con una clara connotación moral”

–¿Qué opina de la polémica creada entorno a la aprobación de ciertas leyes sin consenso por parte del Gobierno como la ley Trans, la Eutanasia o la ley Celaá?

–El inciso de la falta de consenso es de enorme importancia. Pero más aún, el solo consenso no termina de justificar algunas medidas. El Papa Benedicto XVI utilizaba una expresión que a algunos políticos les asusta mucho. Él hablaba de bienes innegociables porque son anteriores incluso a las decisiones políticas. Son esos bienes que tienen que ver con la dignidad humana. Hay veces que se legisla con la pretensión de construir una ética o una moral nueva cuando debería de ser al revés. Debe de existir una moral que todos reconozcamos porque se apoya en una dignidad humana reconocida por todos para poder hacer leyes justas y no al revés, hacer leyes que pretendan hacer bueno lo que objetivamente no lo es. Hay bienes innegociables que son anteriores a la política y a las legislaciones. Y muchas veces viene el legislador de un sentido o de otro y pretende construir leyes con una clara connotación moral. Esto nos sitúa a los ciudadanos en un vaivén continuo ya que después vendrá otra ley en el sentido contrario que pretenderá convertir en bueno lo que los otros consideraban malo. Necesitamos una regeneración moral que ponga a la persona en el centro. Y esto como un bien anterior a la política a partir de que se pueda construir desde este punto.

–En esta diócesis existen muchos centros concertados. ¿Considera que la enseñanza concertada está en peligro y que debería contar con más apoyo?

–Se trata de que haya una oferta mayor en la que cada familia pueda acceder de una manera libre. Esto es lo que se pretende proteger, que los padres puedan elegir la enseñanza que quieren para sus hijos. La imposición de que sea el Estado el que decida el centro al que tienen que ir los hijos sin la posibilidad de que los padres elijan no es el modelo a seguir. Y ya no solo hablo de los centros religiosos sino de otros concertados que no lo son. En definitiva, se trata de cuidar una oferta plural al que tengan acceso los padres. Cuanto más plural, más enriquecedor es.

"España es un país que también necesita el aliento del Papa porque está siendo descristianizada”

–¿Podría hacer una valoración del pontificado del Papa Francisco? ¿Piensa que es posible que el Santo Padre pueda visitar España?

–Cada pontificado se ve su magnitud con el paso del tiempo por los frutos de lo que ha ido sembrando. El Papa Francisco tiene en relación con sus predecesores una sensibilidad especial y una facilidad mayor de llegar a lo que otros pontífices no llegaban. La palabra del Papa Francisco es escuchada tanto por católicos como por no católicos. En este sentido nos da una clave muy importante. El Papa Francisco nos hace un llamamiento a una Iglesia en estado de misión. Esto significa llevar el Evangelio a todos. Aunque hay gestos y expresiones que a los de dentro nos pueda sorprender, yo creo que esto responde a una voluntad de llevar el Evangelio a todos. En cuanto si el Papa vendrá a España le puedo decir que se le han cursado peticiones desde diferentes instancias, no solo eclesiales como la Casa Real. Pero el Papa tiene puesta su mirada en lugares donde los católicos son una minoría. Lugares donde es más difícil que la palabra del Papa llegue. El Papa sigue viendo hoy a España como una nación con profundas raíces cristianas. Así que en su planteamiento veo más difícil que el Santo Padre pudiera venir. No obstante, con motivo de la visita ad limina que será al final de este año, España también necesita el aliento del Papa. Que también esta siendo descristianizada y que en muchas familias hay problemas para la transmisión de la fe. España es tierra de misión.

–Eso se ve, por ejemplo, en que cada vez hay menos bodas por la Iglesia, incluso entre bautizados.

–Así lo reflejan las estadísticas y es preocupante. Creo que eso responde a un problema general de la sociedad como es la falta de compromiso, no querer comprometerse a nada o con nadie durante mucho tiempo.

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