El origen del Marco está en el viñedo, pero nos olvidamos

Tribuna libre

Santiago Jordi - Presidente de la Unión Internacional de Enólogos (UIOE)

14 de marzo 2022 - 05:00

ANTE la alarmante preocupación que existe en el sector vitivinícola del Marco por la indefinición existente por parte de las administraciones locales en la ordenación territorial de algunas localidades adscritas al Marco de Jerez, solo parece existir un acuerdo firmado y aprobado en pleno por parte del Ayuntamiento de Jerez en el que no autoriza las instalaciones de plantas fotovoltaicas y eólicas en los pagos históricos donde están nuestros viñedos. Sin embargo, es preocupante que del resto de localidades no se hayan pronunciado pública y notoriamente sobre esta reordenación en dichos pagos que comprenden los viñedos históricos y zonas de nuestro entorno. Obviamente estoy al 100% de acuerdo en las energías renovables como alternativa a los combustibles fósiles para reducir las emisiones de efecto invernadero, que a nivel de Europa, se aprobó en la conocida Agenda Climática 2030, donde se intentará conseguir que el 40% de las energías sean ‘verdes’.

Bajo este panorama donde la especulación vitícola es extrema en un momento donde deberíamos estar diseñando la nueva viticultura del Marco para el próximo siglo, es espeluznante ver la cantidad de responsables comerciales de las ingenierías energéticas, transitando nuestros viñedos y negociando con los viticultores sobre una ‘jugosa’ renta vitalicia que les ofrecen .La especulación y el desconocimiento sobre el funcionamiento de este tipo de contratos, está haciendo un daño grandísimo al viñedo del Marco, al pensar los viticultores que podrán dejar su actividad para coger estas rentas de aproximadamente 2.000 euros hectárea/año, o incluso mucho más que están prometiendo por la instalación de las plantas fotovoltaicas. La gran mayoría de las mismas no se llevarán a cabo, debido a que muchas licencias no se cursarán por parte de las administraciones competentes por diferentes motivos de protección paisajística y medioambientales, pero mientras, las energéticas una vez conseguido esos contratos para implantar la cuota energética obtenida en las subastas estatales, se la llevarán a otras zonas para desarrollar sus proyectos. Ahora necesitan buscar forzosa y urgentemente suelo. Y han encontrado el foco perfecto en el denostado y castigado suelo del viñedo jerezano, donde al viticultor se le ha ahogado hasta la obligación de un cultivo del viñedo deficiente y nada rentable. Realmente es la gran estrategia de las industrias energéticas, detrás de las que están los grandes fondos de inversión, que han identificado además de las excepcionales condiciones ambientales para la implantación de estas plantas, el precario y sufrido sistema vitícola del marco. El gran problema de todo esto es que además del receso alarmante que llevamos sufriendo en el sector vitícola desde el pasado siglo, esta especulación terminará de matar el repunte existente de pequeños proyectos de vinificaciones de calidad que se estaba implantando en la zona con personalidades y operadores de renombre internacional. Estamos acabando con el nuevo nacimiento de la vitivinicultura del marco, rediseñado para hacer elaboraciones imitando a los Gran Cru con las condiciones medioambientales que tenemos que confieren vinificaciones únicas, recuperación de variedades blancas autóctonas denostadas que tanto valor tienen en los mercados premium, cultivos y elaboraciones de vinos tintos en nuestro excepcional soporte de albariza donde podríamos conseguir una nueva y singular revitalización de la industria bodeguera …etc etc . Todo esto y sin hablar por supuesto del nuevo paisaje existente en estos pagos históricos, donde el establecimiento por parte de los cultivos arbóreos intensivos, tales como olivos y en menor caso el almendro, en las mejores zonas de los mismos, no dará lugar en muchos años para el restablecimiento del cultivo del viñedo. Creo que no somos lo suficientemente responsables del cambio histórico que se está produciendo en este mismo momento en perjuicio del viñedo jerezano. Como prueba, sólo hay que pasear por la Balbaina jerezana o portuense, indudablemente el Pago más singular y genuino del marco y probablemente del mundo entero, desangelado de viñedos y donde sus partes más llanas nos recuerdan más a una meseta cerealista manchega que a una de las grandes zonas vitivinícolas a nivel mundial. En otras áreas o zonas vitivinícolas de países líderes como Francia o Italia, es impensable que pueda pasar esto. Estaríamos hablando claramente de casi un delito penable.

Hay que ser consciente que difícilmente en otra zona de prestigio vitícola del mundo pueda ocurrir esto, ya que en viñedos tan exclusivos como en la zona de Champagne en Francia, o en Barolo (Italia), por citar algunas… es difícil encontrar una hectárea de viñedo por menos de uno, dos y hasta tres millones de euros, en el mejor de los casos, mientras que en Jerez, una zona única y exclusiva en el mundo por su vitivinicultura, se está vendiendo la hectárea alrededor de 25.000 0 30.000 euros, por no hablar del precio que se paga en vendimia por el kilogramo de uva. En estas zonas anteriormente nombradas difícilmente baja de 4 o 5 euros el kilo, mientras que en Jerez se está pagando entre 0,38-0,42 euros entre bodegas y cooperativas. Esta reflexión nos debe llevar a pensar que independientemente de que estemos en una zona climática óptima para la implantación de estas energías, el problema real no es que vengan a ofrecernos estas cantidades por un relevo generacional en la viña envejecido, o mejor dicho, sin relevo, sino que la rentabilidad actual del viñedo es actualmente inviable. En un viñedo tipo, donde la estimación media de producción es 10.000 kg/hectárea en años donde no se sufra estrés hídrico como en el que estamos, los costes del son prácticamente parecidos a los ingresos por venta del kilogramo de uva. Habría que pensar que si realmente hubiera una subida de 0,15-0,20 euros por kilogramo de uva, pese a que desgraciadamente seguiríamos siendo una de las zonas donde menos se paga por la uva, dotaríamos al viticultor de una renta parecida o igual a la que ofrecen las plantas energéticas por instalar sus proyectos, aproximadamente unos 2.000 euros/hectárea. De esta forma sería más probable que consiguiéramos un relevo generacional en el viñedo y que la desertización no fuera tan acuciada. Entiendo que la calidad de nuestros vinos, poco apreciada más allá de en sectores y crítica especializada, merecen estos precios, si bien deberían estar a la altura de las otras zonas de prestigio, pero al menos esta sería la forma de empezar a arreglar nuestra casa desde nosotros mismos y desde el propio sector. Todo lo que no sea eso, por muy buenos discursos o intenciones de los responsables sectoriales o de las autoridades competentes, es dejar morir a nuestros viñedos de una forma consciente, siendo por tanto los responsables de la situación actual, en la que se pueden sacar las vergüenzas de las administraciones, organismos e instituciones sectoriales e incluso sociales que engloban nuestra industria bodeguera y vitícola.

Hay muchos intereses que son realmente difíciles de salvar cuando un monstruo energético seduce a los Ayuntamientos vendiendo la implantación de estas plantas, ya que tras esto también se sucede la creación de puestos de trabajo. Las mejoras de zonas y accesos, importantes ingresos impositivos y otros acuerdos difíciles de contrapesar en la balanza vitícola. Sólo y del recuerdo de lo que fue el Jerez en siglos pasados no se puede vivir ni tirar para tumbar estos proyectos. Sin un proyecto y compromiso sólido e inquebrantable de futuro por parte del sector, no hay fuerza suficiente para afrontar un futuro por muchas manifestaciones que se puedan hacer por nuestro viñedo… y precisamente al Marco de Jerez le falta eso, proyectos estratégicos y futuro.

Por último y para acabar, entendiendo la debacle actual de nuestra vitivinicultura, desde la viña hasta el consumidor, por mucho que nos empeñemos en vanagloriarnos porque una parte del sector crítico y de los gurús señalen al jerez como el mejor vino del mundo, asunto que comparto desde el punto de vista de la calidad, pero me hiere desde la realidad, porque la batalla de los precios en lineales por parte de las grandes bodegas ha arrastrado a que el precio de la uva en el viñedo difícilmente pueda subir, lastrando por ejemplo el sector al dominio y las consecuencias que estamos sufriendo con las energéticas. Lo fácil sería un acuerdo de precios mínimos respetados por todos y de esta forma se podría subir el precio de la uva, sin que realmente perjudique la venta final de botellas, aunque sufra también una subida proporcionalmente exponencial. De todas formas y aunque resulte difícil reconocerlo, en ciertos mercados el jerez es considerado un vino para borrachos, por su alta graduación alcohólica y su bajo precio. De ahí a que todo realmente cuadre y que nosotros seamos los únicos que podemos revertir la situación.

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