Jerez ante las plantas de la Madre
Patrona de Jerez
La Virgen de la Merced salió a las calles de la ciudad para reencontrarse con sus hijos jerezanos
Jerez de la Frontera/Muchas alfombras en la calle de la Merced. La devoción a la Patrona de la ciudad va en aumento en los últimos años. El movimiento de los jóvenes cofrades volvió a estar a la altura y fue prácticamente un sendero de ilusiones los que alfombraron los primeros metros de la salida de Nuestra Señora, Madre de todos los jerezanos.
Temprano comenzaron esos momentos que alcanzan los tensos nervios de la eclosión de una festividad que hunde sus orígenes en lo más profundo de la historia de Jerez. “Temprano madrugó la madrugada” dijo el poeta de Orihuela. Y así fue en esta ocasión con motivo de la medalla que el consejo local de la Unión de Hermandades ofrecía a la Virgen de la Merced en la primera hora del día de ayer. En la Misa de la Descensión, el órgano que aglutina a las hermandades ofrecía este bello signo de devoción a la Patrona. A primera hora de la mañana, se sucedían las distintas misas hasta llegar a la renovación del Voto con la presencia de la alcaldesa Mamen Sánchez, quien ofreció a la Patrona el trabajo de una ciudad y pidió seguir estando bajo el amparo de su manto. Posteriormente, el obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez oficiaba la Pontifical. Y así fue llegando la hora ansiada por todos los jerezanos en la que la Santísima Virgen saldría a las calles.
La presea rescatada y conocida ya como ‘la corona de Moratalaz’ lucía cubriendo las benditas sienes de la Señora. Su hijo, el Divino Salvador, ofrecido a todo el pueblo de Jerez. El hermoso exorno floral de los tradicionales nardos que elevaban la hermosura del paso. Martín Gómez dando las órdenes precisas a sus costaleros, y un gran cortejo formado por las cofradías jerezanas que como cada año acompañaban de forma corporativa a la imagen morena de María, siempre enigmática y con esa mirada única que rompe las cadenas de la esclavitud del género humano.
Una vez llegada la comitiva a la altura de la Porvera, la concurrencia fue creciendo. Y así hasta llegar a la zona de Cristina donde la Reina de los jerezanos volvía a reencontrarse con todo el pueblo de Jerez. Olía a incienso, a bendita dulzura y a nardos para enaltecer a la bendita imagen de María. Tomó la Virgen la plaza del Banco y fue buscando la calle a la que todos los cofrades firmarían para un itinerario que se preciara. Y de Tornería llegar por Rivero para plantarse en San Marcos. Allí esperaba su Hijo que con el cáliz en la mano erigía la Eucaristía en el “Sacramento de nuestra fe”. Portentosa imagen que el genial Ortega Bru regalara a la ciudad y que es santo y seña de los cofrades de la Sagrada Cena. Precioso momento del encuentro entre el Hijo que anticipa su Pasión, Muerte y Resurrección y la Madre que revestida de Majestad acepta los designios de Dios.
Llegada la hora de la recogida, Jaime Betanzos Sánchez dirigió el tradicional fervorín a la Madre y Señora. Se notó que este joven cofrade con ágil muñeca para la escritura es gran devoto de la Santísima Virgen de la Merced. Por el cariño demostrado y por la emoción con la que declamó este último suspiro de la Virgen con su pueblo en las calles de la ciudad. Y con el himno nacional y el canto de su himno, la Patrona quedó recogida en su basílica. Ahora toca esperar un nuevo año. Doce meses en los que la Madre no abandona a sus hijos y en los que en algunas ocasiones echa de menos la visita de los mismos. Aunque Ella entiende que Jerez tiene una estructura social muy acorde con cada tiempo que se vive a lo largo del año. Es así.
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