Antes de peatonalizar, llegó el ‘ensayo’ del carril bus

Jerez/En 1996 se llevó a cabo la peatonalización de la calle Larga, una medida que estuvo rodeada de gran polémica e incidentes, como ya hemos recordado en esta misma sección. Eso sucedió hace 24 años, pero antes, como para ir haciendo el cuerpo, el Ayuntamiento decidió partir en dos la calle para crear un carril para servicios públicos.

Ciertamente era un medida forzada al máximo y algo chapucera. Fue el 31 de mayo de 1985 cuando los conductores que en gran cantidad usaban la calle Larga -no es vano seguía siendo la antigua Nacional IV- vieron que su movilidad se vio reducida con el lógico colapso de la vía. Colas interminables, desesperación de conductores y gran enfado de los comerciantes ya que la medida obligó a suprimir aparcar o parar en Larga.

Un años antes, Pacheco ya lo anticipó: “La calle Larga será un lugar de paseo, no una autopista”. Y así fue doce años después de pro anunciar esta frase. Como aperitivo surgió lo del carril bus que en el día de su estreno contó con la obediencia de los jerezanos; también la vigilancia de la Policía Local ayudó a que se respetara la nueva vía.

Los cálculos municipales fueron que 15.000 vehículos atravesaron la calle ese día, lo cual no es una cifra nada desdeñable para comprender el atasco que se produjo además que tampoco se previó la secuencia semafórica para adecuarla a la nueva situación.

Gabriel Fortes era el delegado de Circulación y sobre él recayeron las críticas. Cierto fue que la calle Larga, dada su anchura, apenas dejaba espacio para que los autobuses circularan con cierta holgura de forma paralela a la cola de coches particulares y pegado a la acera, pasando muy cerca de los peatones: un peligro que fue denunciado.

Uno de los objetivos, además de concienciar de que Larga iba cambiar radicalmente, fue la del uso del transporte público. El recorrido de paso diario era de 20 autobuses transportando a unos 1.000 usuarios. Tampoco la experiencia hizo crecer notablemente la cantidad de usuarios.

Este fin estaba relacionado con el coste del servicio público, a cargo de una concesionaria, que costaría ese año al Ayuntamiento unos 60 millones de pesetas, algo que la iniciativa no palió ni tampoco ayudó a descongestionar la calle. La costumbre del ciudadano estaba por encima de otros conceptos.

Una semana después de su implantación, Diario de Jerez encuestaba a los jerezanos, que de forma mayoritaria evaluó el carril bus de forma negativa. Incluso los comerciantes de la zona evaluaron que las ventas habían caído casi un 40 por ciento.