La 'perdición' del cardenal
El Obispado cataloga parte del legado documental del arzobispo Segura; el archivero Domingo Gil cree que entre los 'legajos' que quedan por estudiar pueden estar 'papeles perdidos' del prelado
Recto, seco, estricto, de principios férreos e inmutables. Si la realidad no cambiaba, él tampoco lo haría. El cardenal Segura o Pedro Segura y Sáez (Burgos, 1880-Madrid, 1957) basa su vida en la tradición, respeto y obediencia. Y sin duda, lo llevó hasta sus últimas consecuencias. Aquí, un poco de historia y algunos secretos.
El cardenal, muy amigo del padre Luis María Arteche, superior de la Cartuja de Jerez, legó a esta orden una serie de documentos que posteriormente, una vez que se marcharon los cartujos de la ciudad, pasaron a manos del Obispado. Por una parte están casi medio centenar de archivadores que contienen correspondencia del cardenal; la recibida, que es original, y la enviada, que son copias. "Los archivadores estaban muy mohosos, viejos y sucios, pero sobre todo, mohosos, que afectó en cierta medida al papel, pero no demasiado. Son unos 47 volúmenes, unos con más documentos que otros", cuenta el director del archivo diocesano, Domingo Gil Baro. Cada archivador ya estaba de antemano titulado, por ejemplo, 'Santo Padre', 'Prelado extranjero', 'Prelado español'... "Yo me aseguré de que la documentación correspondiera a cada epígrafe. En general sí. Esta catalogación de esta primera parte la comencé en 2010 y ya está concluida", apunta.
Por otro lado, que está aún sin catalogar, están sobres llenos de documentos. En total, 351. "Algunos vienen también con epígrafes y en ellos nos podemos encontrar temas que había en los archivadores antes comentados que pueden enriquecerlos. Por ejemplo, si en la correspondencia había misivas sobre la beatificación de Pío X, en los sobres se habla de canonización de Pío X, lo que significa que se complementa la información". En el listado de los sobres que ha realizado el Obispado, los epígrafes que están en mayúscula corresponden a las cajas que misteriosamente venían vacías cuando los cartujos fueron a recoger el legado a Sevilla. Así, se hablaba de 'Gobierno nacional', 'Jefatura de Estado', 'Cuestión política', Propuestas de proyectos', 'Asuntos diocesanos', 'Música sacra'..., que pudieron ser quitadas de en medio "por comprometidas, de las que nadie da pistas", piensa Gil Baro. A este respecto, el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra y autor de la obra 'Los papeles perdidos del cardenal Segura', Santiago Martínez Sánchez, cree que algunos de esos documentos desaparecidos del legado de Segura, "fueron expurgados por el propio cardenal y su familia. De hecho, cuando comunica a los cartujos que les dona estos 'legajos' y su biblioteca, los monjes le transmiten al cardenal su temor a guardar tantos secretos en la Cartuja. Segura ya les advirtió que los papeles comprometidos los había sacado él mismo". Hay que destacar que Arteche, como hombre prudente, hizo levantar un acta notarial de qué carpetas llegaron a la Cartuja (o salieron del Palacio Arzobispal) vacías y cuáles llenas, para que nadie pudiera decir que habían sido ellos quienes destruyeron lo que faltaba.
Según Martínez, el cardenal había creado una carpeta llamada 'Tendencias peligrosas' en la que introducía documentos, recortes de prensa e informes que le llegaban y que consideraba "inquietantes" para el bien de la Iglesia, o el futuro del país. "Hay que tener en cuenta que, -dice el profesor- al haber sido arzobispo de Toledo entre 1928 y 1931, aunque estuviese en Sevilla (entre 1937 y 1954 como arzobispo con 'mando en plazo', y hasta 1957, como arzobispo 'sin más'), tenía una preocupación habitual por el rumbo de España y de la Iglesia española". Una de esas preocupaciones fue la influencia de las tendencias totalitarias que tuvieron algunas facciones dentro de Falange, muy próximos al modelo alemán de construir un estado totalitario. Segura llegó incluso a recibir propaganda nazi de 'granjas' para la continuidad de la raza aria, que obviamente conservó en su lucha contra este tipo de iniciativas.
Ahora esos misteriosos papeles perdidos podrían estar en los sótanos del Obispado. Al menos así lo cree Domingo. "Si realmente son los papeles perdidos del cardenal, ¡bendito sea, los hemos encontrados! Sea lo que sea, son nuevas aportaciones interesantísimas a la Historia, al fin y al cabo. Si de verdad están perdidos, es porque se han vendido o alguien los tiene ocultos a sabiendas. Vaya usted a saber", suspira. Tanto la correspondencia catalogada como los sobres que aún están por catalogar, pendientes todos también de su digitalización, "no son casi consultados por los investigadores. Para poner todo esto en orden necesito tiempo, paciencia y salud", reclama el archivero.
Comenta Domingo que en todas estas cartas se muestra la personalidad del cardenal. "Cuando se fue a Roma, 'exiliado', lo debió pasar muy mal, tanto económicamente como psicológicamente porque tuvo un periplo largo. Decidió no hablar, ni decir nada del asunto de España. Aunque había coladeros de cartas que le llegaban, pero él contestaba de forma parca. No es de su agrado que le 'quiten' de la paz allí. Una vez que regresa a Sevilla como arzobispo ya tiene su correspondencia normal con todos los estamentos". "A mí -añade- me ha cambiado la opinión sobre Segura a raíz de leer sus cartas. Ahora me cae mejor". Dice el archivero que 'su eminencia' era muy cuidadosa a la hora de guardar estos documentos. Domingo advierte que hay muchos jerezanos que desconocen lo que tienen en casa, el valor de esos documentos 'desconocidos' que guardan y apunta que respecto al legado de Segura, "es un misterio hasta para mí, también me llama el morbo, el gusanillo de buscar, es algo que engancha. Saber si son los documentos perdidos o no...".
"A pesar de su fama de recto y seco, con ciertas personas era muy cariñoso en el trato. Él se sentía solidario con la gente que lo pasaba mal, porque él había pasado también por eso". El profesor Martínez recuerda que Segura, "era una persona muy solidaria y la Iglesia no le hizo olvidar sus orígenes. Sabía lo que era el dolor porque la enfermedad le persiguió toda la vida. Estaba acostumbrado a vencer la adversidad, era un guerrero desde pequeño y veía la vida de otro modo". Un hombre que dominaba idiomas, y utilizaba con desparpajo el latín si tenía que escribir, por ejemplo, a China. Educado, siempre respondía las cartas, aunque fuera de forma escueta. Inteligente, supo la importancia de los papeles que pasaban por sus manos y decidió legar al futuro todo su pasado y presente y algunos misterios sin resolver.
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